El jefe de los copitos buscó desligarse del intento de asesinato, alegó que los mensajes hallados en su celular eran chistes y aseguró que Sabag Montiel quiso impresionar a su novia.
Gabriel Carrizo, el jefe de los vendedores de copos de azúcar, volvió a la carga con la teoría de que le encanta el “humor negro” y que hay que entender todos sus mensajes posteriores al intento de asesinato de la vicepresidenta como parte de algo que busca mostrar como un juego. “Intentamos matar a Cristina”, “el arma es mía” o “amigo, esa puta ya está muerta” fueron algunas de las frases que le envió a varios de sus conocidos mientras también aseguraba que él mismo iba a “terminar el trabajo”. “Se llama humor reactivo, sin empatía, sin nada. Lo que buscás es generar una reacción en el otro. Es un poco lo que hacía Videomatch”, quiso explicar en un momento de sus seis horas de declaración indagatoria ante la jueza María Eugenia Capuchetti y el fiscal Carlos Rívolo. Parece extraño hacer chistes cuando horas antes una persona que trabajaba con él, Fernando Sabag Montiel, acababa de poner un arma a centímetros de la cara de Cristina Fernández de Kirchner. Como parte de su estrategia para despegarse y llamar la atención, Carrizo contó que Brenda Uliarte humillaba con cuestiones sexuales a Sabag.
Uliarte, Sabag Montiel y Carrizo están presos por el ataque a CFK. Los dos primeros están procesados como “coautores” de tentativa de homicidio agravado por el empleo de armas de fuego, alevosía y el concurso premeditado de dos o más personas. Carrizo hasta ahora no está en la misma situación: la jueza lo consideró un partícipe, es decir, un cómplice. Pero a partir del hallazgo de una serie de mensajes que no se conocían al momento de aquella primera decisión, detectados por Dirección General de Investigaciones y Apoyo Tecnológico a la Investigación Penal (DATIP), la querella de CFK, pidió que ampliara su indagatoria en incluso planteó que hay que hablar de una organización, de una asociación ilícita, cuyas terminales políticas y financieras siguen sin ser esclarecidas. “Esto es una organización neonazi que tiene financiamiento. Nosotros insistimos en la conexión con Revolución Federal, que se sigue investigando en forma separada”, dijo José Manuel Ubiera, uno de los abogados de la vicepresidenta.
¿Una jodita?
Carrizo dijo que el 1 de septiembre, día del intento de asesinato, se despertó a las seis de la tarde. Uno de los integrantes del grupo de los llamados “copitos” le contó más tarde la noticia. “Me dijo, se llama Fernando André Sabag Montiel, de 35 años, es Nando. Nos mirábamos, no lo podíamos creer. Salimos a la sala, prendimos la tele vimos todas las noticias”, relató.
Lo que vino después, que lo llevó a la cárcel, según el dueño de la máquina de hacer copos, es “un malentendido”. “Repito que tengo mucho humor negro. Se me ocurrió mandar esos mensajitos que están en la causa. Pero ¿Por qué lo hago?”, siguió, y para compararse con los chistes de Videomatch ofreció como ejemplo el día que dijo que había muerto la mamá de uno de los integrantes del grupo, Checho (Sergio Orozco) que en una ocasión dijo que la madre de uno de los integrantes del grupo había muerto al caer de un balcón. “Se lo tomaron para la mierda”, comentó y ofreció más anécdotas.
Hay algo poco coherente en la explicación: Carrizo dice que le iba mal entre sus conocidos con su tipo de humor y, aun así, insiste cuando acababan de detener a un empleado suyo por intentar matar a la vicepresidenta. Luego, sin que nadie le pregunte, va a un canal de televisión con Uliarte para decir que ellos no tuvieron nada que ver.
Una de las pruebas que le volvieron a exhibir a Carrizo son los chats con sus hermanastra, Andrea Posadas, poco después del intento de magnicidio, donde le decía: “Andrea, el arma es mía”. Ella lo tranquilizaba con el argumento de que no estaba a su nombre ni tendría sus huellas. El le decía: “Esto estaba planificado para dentro de una semana. Hizo todo mal. Es un pelotudo (…) estamos decididos a matarla a la puta a esa (…) Cristina tiene miedo, salió mal pero tiene miedo”.
Los chats con su hermanastro
A su hermanastro, Jonatan, le agregó: “estamos pensando en matar al jefe de la Cámpora”. ¿Cómo lo explica Carrizo? “Mi hermanastra y mi hermanastro son muy crédulos, absorben lo que les dicen. Les hice la cabeza, les dije que el arma era mía. Eso no era verdad, y ya salió en la causa. ¿Y por qué dije un .22 corto? porque es el único arma que conozco, es un revólver, lo usan los motochorros. Es la más conocida. Pero todo era un chiste, para que se hagan la cabeza. Para que hagan comentarios con sus propias familias”, insistió. A Andrea le diría, ya en la madrugada del 2 de septiembre, que el arma no era la que él había prestado. Se sabía, ya a esa altura, que era una Bersa calibre 32.
Cuando le preguntaron si tenía un arma dijo que no, pero que se jactaba de tenerla porque en su barrio hay muchos robos en las casas y eso le parecía disuasivo. En un momento, el fiscal lo sacó del libreto que tenía armado, y le preguntó por fotos de armas y municiones que habían sido enviadas por Sabag Montiel al grupo Los Girosos, que él había creado. “Son 5000 mensaje por día. No vi todo lo que dijeron los demás (…) si en algún momento alguien mandó algo, no lo vi (…) hay muchos mensajes, dicen muchas cosas, pero es todo humor negro. No es un grupo político. No tengo ni afiliación de Macri o Cristina, no creo en el sistema (…) Me gusta Javier Milei pero yo estoy de acuerdo con el aborto y él no está de acuerdo”, dijo.
En un momento, la fiscalía le lee un mensaje de su amigo Daniel Gómez “Symme” y le pregunta como interpreta las mayúsculas: “Amigo, te lo digo acá. Creo que voy a terminar ese trabajo”, le dijo Carrizo como quien alude al crimen que Sabag Montiel no concretó. Symme le responde: “QUE”. “Si amigo –insiste Carrizo– esa puta ya está muerta. Hay cosas que no sabés”. Su defensor, Gastón Marano (exasesor del PRO en la comisión bicameral de inteligencia y asistente en la Embajada de Estados Unidos), se metió antes de que respondiera y dijo que ese diálogo no estaba en la causa.
En pocos minutos le mostraron que sí es parte de las pruebas. “Aún no estando de acuerdo con Cristina, jamás haría algo a Cristina. Una cosa son los chats, hablar boludeces. La realidad es otra, eso lo hace un enfermo”, declaró después. Al propio Symme, sin embargo, le preguntó si había visto la televisión, que no dijera nada, pero que el que había intentado gatillar era su “empleado”. “Le quiso pegar un tiro a Cristina, me enorgullece que sea mi empleado y que tenga los huevos bien puestos”, escribió Carrizo.
En otro de los chats incorporados en noviembre, le decía a otro amigo, Kevin Bargas, “recién intentamos matar a Cristina”, “el que la va a matar seguro va a ser un amigo o voy a ser yo”, “estamos pensando matar al jefe de la cámpora y al jefe de la movilización de la izquierda”, “para obligar al señor presidente a que renuncie”. Bargas le había hecho un comentario sobre su estado de whatsapp donde ponía “el próximo sos vos Alberto”. Carrizo quiso explicar que había hecho referencia a “un grupo” (“estamos con el grupo”, le dijo) pero “no somos una organización, éramos cinco viendo la tele”. Cuando declaró como testigo, Bargas dijo que al principio dudó, pero luego le pareció que era cierto. Dicho de otro modo, no le pareció un chiste.
Uliarte y Sabag Montiel
Carrizo dio más detalles de los que había proporcionado hasta ahora sobre la llegada de Uliarte y Sabag Montiel al grupo “Girosos” y repitió, varias veces, que ella solía humillarlo, incluso en el sentido sexual. Para despreciarlo, contó, hasta había mandado una foto de “Nando” con pollera. Solía compararlo con “El Presto”, Eduardo Miguel Presetofelippo, un youtuber del mundo libertario, antikirchnerista, con quien Brenda Uliarte había tenido algún encuentro íntimo.
Cuando le preguntaron a Carrizo qué piensa que pudo haber motivado a Sabag Montiel, ofreció su teoría: “El perfil de Brenda es un chabón poronga y que va al frente. Y Nando respondía diciendo que se quería sacar la papada, que quería ponerse un chip sexual. El estaba frustrado, no podía con ella sexualmente. Entonces él quiso aprovechar la oportunidad, metiéndose en esto. Yo creo que si hubiese querido matarla lo hubiera logrado pero no la quiso matar. Solo se quiso hacer ver como para mostrar que él también es poronga. Es lo que yo entiendo que pasó. No tuvo nada que ver con la política. Yo leí que después de todo esto ella lo empezó a elogiar a Nando”. Tampoco cree, dijo, que “hubiese sido financiado”, “no lo hubiese hecho para que lo lleven en cana”.