Misiones Para Todos

8 de junio: un resultado con tela para cortar

El Frente Renovador obtuvo un 28,6% en las elecciones legislativas del pasado domingo. Por primera vez quedó por debajo de los 30 puntos, pero lejos de ser un cimbronazo, era un desenlace previsible. No hubo sorpresa, aunque sí impacto. Se aseguró seis diputados y disputa el séptimo con el segundo del Partido Liberario.

En la oposición, en cambio, hay dos caras muy distintas: por un lado, los que celebran —La Libertad Avanza, el partido de Amarilla y el PAyS— y por el otro, los que no terminan de secar las lágrimas: Arjol y los radicales con peluca, junto con la alianza PRO–UCR de Pianesi, Koch y Goerling.

La reconfiguración opositora

El mapa político de Misiones tuvo un sacudón. Emergieron dos fuerzas nuevas con volumen propio: La Libertad Avanza, que se ubicó en segundo lugar con el 21% e incorpora cinco diputados, y Por la Vida y los Valores, encabezado por Ramón Amarilla, con un 19% que suma cuatro diputados. Ambos espacios debutan como protagonistas. Transitan su momento de gloria, pero enfrentan el desafío de sostenerse: carecen de estructura territorial, cuadros propios y una agenda provincial clara.

Luego aparecen los espacios ya conocidos. El Partido Agrario y Social hizo una elección más que digna: 9% del electorado, con fuerte apoyo del agro y sectores críticos del gobierno nacional. Sin La Cámpora de Cristina Brítez, sin el PJ, sin Sebastián Tiozzo —el único con votos propios dentro del frente Confluencia—, el PAyS jugó solo. Y no le fue mal. Si Tiozzo se hubiera quedado, probablemente el espacio habría alcanzado una tercera banca. Ironías de la política: el único con votos propios dentro de Confluencia pudo haber sido el tercero del PAyS, que colocó dos diputados.

Más abajo, con el 8%, aparecen los radicales de Arjol, De Arrechea y Argañaraz. Fragmentados y sin brújula. En LLA no quisieron sus votos “casta” ¿estarán arrepentidos ahora? Muchos sospechan que esta división no fue casual, sino una jugada quirúrgica del oficialismo. El PL puso un diputado y disputa el segundo con el 7° del FR. Y Argañaraz revalidó como concejal posadeño.

En el fondo de la tabla, con apenas 6 puntos y un diputado, quedó Unidos por el Futuro —el naufragio compartido de la UCR y el PRO del senador Goerling—. Un espacio que, al igual que el macrismo nacional, parece condenado a la irrelevancia si no hace un rápido replanteo profundo de su plan. En un tiempo de profundas grietas, ubicarse en el medio no pagó.

Debajo de eso, los espacios que no alcanzaron ni el 3% del padrón: apenas ruido de fondo.

Los nuevos opositores

La Libertad Avanza es hoy la principal oposición a la Renovación, pero no por méritos propios, sino por arrastre. Son el partido del Presidente, y eso alcanza. Si a Javier Milei le va bien, a LLA le irá bien en Misiones. Si se desgasta, también ellos caerán. Hay afinidad con el gobierno provincial, que acompañó leyes clave en el Congreso.

Su diputado electo, Diego Hartfield, es un desconocido casi absoluto. No presentó propuestas, no recorrió la provincia, no habló de los problemas locales. Solo prometió replicar las políticas nacionales y fue votado igual. Incluso por productores yerbateros golpeados por la desregulación del INYM.

Ya ocurrió con Juntos por el Cambio en tiempos de Macri: mientras duró el impulso nacional, los armados provinciales crecieron. Luego se desplomaron como castillos de arena.

El otro “nuevo” opositor es el partido de Amarilla. Por la Vida y los Valores hace cuatro años sacó apenas un 2%. Hoy llega al 19% pero impulsado por el fenómeno de Amarilla que captó un voto castigo al gobierno de parte de los empleados públicos y un sector social enojado. Pero se trata de un fenómeno sin estructura, sin programa, sin identidad ideológica. Los une solo el antirrenovacionismo.

Para colmo, entre sus dirigentes ya circulan denuncias de vínculos con el oficialismo: versiones de apoderados que negocian por lo bajo, rumores de acuerdos a espaldas de sus votantes. ¿Cuántos de los cuatro diputados que ingresan durarán como opositores? ¿Y cuántos saltarán la tranquera? Un armado frágil, improvisado, que difícilmente sobreviva al calendario electoral.

El retroceso oficialista

La Renovación enfrentó por primera vez a cinco espacios competitivos. Esa fragmentación le restó votos. Pero además, el intento de “blend libertario” —una estrategia para absorber el voto mileísta— no resultó como pensaban. No sumó lo esperado, y tal vez restó identidad. Algunos ministros brillaron por su ausencia: prefirieron gestionar desde el WhatsApp sin salir de sus oficinas en Posadas, cerraban a las 12 y se iban a la costanera o patear la pelota antes que caminar los barrios o las chacras.

Los candidatos jóvenes aparecieron tarde, con más presencia en redes que en el territorio. La vocación política no se puede simular, mucho menos en contextos de bolsillos vacíos y malestar social.

A todo esto se suma el impacto del ajuste nacional. Milei recortó fondos, congeló obras y desfinanció a la provincia, generando una tensión salarial con docentes y policías, que suman 45 mil empleados públicos. Y la desregulación del INYM tensó la relación con los productores yerbateros. Sectores con peso electoral que hoy tomaron distancia al no sentirse contenidos.

La nueva Legislatura

A partir de diciembre, la legislatura podría dividirse en dos grandes inter bloques. La Renovación (con 20 bancas) tiene cierta afinidad ideológica “en algunas cosas” con el PAyS (con 3); aunque los agrarios están en las antípodas del libertarismo de moda. Del otro lado estarán los de derecha, no unidos pero amontonados: LLA, Vida y Valores, los radicales con peluca y los restos de Juntos por el Cambio, con 17 escaños en total. Claro: siempre y cuando ninguno salte el cerco, algo que en política nunca se puede descartar.

Una victoria que interpela

Si se observa en perspectiva, el resultado no altera el poder real: siguen los mismos intendentes, el mismo gobernador, los mismos jueces y la misma mayoría parlamentaria. Es una elección de medio término, donde históricamente crece la oposición.

Pero no deja de ser un llamado de atención. La Renovación lleva 22 años en el poder. Y si no logra convencer a la gente de que “hay una renovación en marcha”, corre el riesgo de ser vista como parte de la “casta” que hoy gran parte del electorado quiere tirar por la ventana. No es la primera derrota que debe enfrentar, ya superó como mínimo tres: en 2006; en 2017 en Posadas, y las legislativas nacionales de 2021.

No se trata de un cambio de época, pero sí de un momento bisagra. Hay tela para cortar.

Por Luis Huls - Misiones Opina