“Pidan la pelota”, reclamó el otro Fernández y desnudó un problema que el Gobierno no consigue resolver. Cafiero, autónomos y pases de factura a los ausentes.
“Se ve con facilidad cuando los volantes se esconden. Pidan la pelota, loco, ayuden al Presidente”. Con jerga futbolera, Aníbal Fernández metió el dedo en la llaga. En plena crisis generada por la pandemia y guerra desatada por la oposición tras el brutal asesinato de Fabián Gutiérrez, el exsecretario de Cristina Fernández de Kirchner, las palabras del exjefe de Gabinete apuntaron contra la escasez de voceros políticos que tiene el Gobierno nacional para amortiguar los golpes de sus adversarios antes de que lleguen a Alberto Fernández.
El golpe no cayó en gracia en Olivos. La mesa chica del albertismo atribuyeron las declaraciones a la lejanía del excandidato a gobernador bonaerense con la toma de decisiones, pese a que mantiene contacto con el Presidente, a quien vio hace pocos días. Sin embargo, visitantes asiduos de la Casa de Olivos admitieron por lo bajo que el diagnóstico no estuvo tan errado. “Tendrían que hablar más los ministros”, apuntaron, en tanto, desde el Congreso. “Esta coalición tiene muchos mudos”, se quejaron en un despacho de la Casa Rosada.
Después de meses de omnipresencia mediática, el Presidente habilitó hace poco a un jugador propio a salir a la cancha para defender la camiseta oficial: el jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, que desde hace semanas deja en entrevistas radiales y televisivas definiciones políticas y de gestión.
Fue Cafiero, en efecto, el encargado de responderle públicamente a la cúpula de Juntos por el Cambio horas después de que emitiera un comunicado por el crimen de Fabián Gutiérrez. Primero lo hizo desde su cuenta de Twitter y luego, con apariciones mediáticas. “Cristina no tiene un pomo que ver con esto”, apuntó.
Además de dar respuestas sobre la gestión, el jefe de Gabinete tiene también como misión dar gestos públicos de contención hacia adentro de la coalición de gobierno, en línea con lo que marca el Presidente. Fernández respalda a Cafiero de forma contundente y se encarga de remarcarlo cada vez que percibe que algún dirigente dispara de manera solapada contra su jefe de Gabinete, tal vez con el objetivo de “quedarse con su lugar”.
Pero, ya sea por decisión gubernamental o por inhibición propia, son pocos los jugadores que acompañan a Cafiero. Salvo excepciones, como Agustín Rossi, entrenado en el debate público, y Gabriel Katopodis, un exintendente con más juego político, los ministros suelen acotar sus declaraciones a temas relacionados con su gestión y reservan las definiciones de fondo para el Presidente.
Por su cuenta, el ministro de Defensa salió el mismo sábado, incluso antes de que Juntos por el Cambio emitiera un comunicado oficial, a defender a Cristina de las declaraciones públicas que ya habían hecho varios dirigentes de la oposición. Por la noche, se sumó el ministro del Interior, Eduardo de Pedro, que también cruzó a la oposición desde su cuenta de Twitter. Aunque ocupa el ministerio más político del Gobierno, inhibido por su tartamudez, De Pedro es reticente al diálogo con los medios, lo que genera cierto recelo en algunos despachos oficiales desde donde cuestionan el silencio no solo del ministro, sino de La Cámpora en general.
Si la coalición hizo posible la llegada al poder, creen en el albertismo, eso debería materalizarse también en la defensa pública del Gobierno, en los aspectos que requiera.
Pero los jugadores piden poco la pelota. Hombre clave durante la campaña y hábil para el juego mediático, Sergio Massa guarda silencio desde hace semanas, al igual que el presidente del bloque del Frente de Todos en la Cámara de Diputados, Máximo Kirchner. Poco afecto a la relación con los medios, Kirchner se mueve en tándem en Massa en una construcción política silenciosa.
“Hay distintos roles. Sergio y Máximo trabajan otros aspectos que amortiguan y también ayudan al Gobierno”, explican en el entorno de Kirchner, donde escuchan quejas por el contraste con sus antecesores en la jefatura del bloque peronista, como Rossi, Juliana Di Tulio y Héctor Recalde, todos de alto perfil en su tiempo. Massa ensayó ante los diputados del Frente de Todos una explicación sobre su falta de reacción pública ante las acusaciones por el crimen de Gutiérrez, en la reunión virtual que tuvo el bloque este martes. De ese encuentro surgió un comunicado oficial, recién cuatro días después de los hechos.
En ese contexto, Fernández cuenta con un todoterreno, el diputado Eduardo Valdés, amigo desde hace décadas y hombre de confianza también de la vicepresidenta. En defensa del Gobierno y de Cristina, el lunes 6, Valdés se trenzó en un durísimo cruce televisivo con el presidente de la UCR, Alfredo Cornejo. Abogado hábil y de larga trayectoria política, el exembajador ante el Vaticano es una de las espadas más fuertes del Frente de Todos, que en las últimas semanas sumó al equipo elegido para dar batalla al legislador porteño Leandro Santoro.
Con gran capacidad dialéctica, Santoro salió al ataque contra el comunicado de Juntos por el Cambio. Sin cargo formal como asesor, el legislador porteño es asiduo visitante de Olivos y responde directamente a Fernández, quien le pidió que aumente su presencia en el debate mediático. El dirigente del Movimiento Evita y secretario de Relaciones Parlamentarias, Fernando “Chino” Navarro, también suele alzar la voz en diferentes temas políticos.
En el oficialismo ensayan diferentes explicaciones para la situación, aunque la más escuchada es la reticencia del Presidente a delegar tareas. También, que Fernández armó un gabinete con capacidades técnicas para sacar adelante la gestión en una crisis económica, pero que la pandemia y sucesos inesperados, como el de Gutiérrez, adelantaron demasiado la batalla política, prevista para cuando el equipo ya estuviera aceitado.
Por Gabriela Pepe – Letra P