Una de las mayores fortunas de la Argentina tiene 100.000 hectáreas en Neuquén, con 6 helipuertos
Cien mil hectáreas de tierras rurales en propiedad, al menos treinta mil en concesión y un campo en alquiler revelan el despliegue territorial en la provincia de Neuquén de Alberto Werner Heinz Roemmers, una de las mayores fortunas de la Argentina. Seis helipuertos y otras tantas residencias son parte de la infraestructura básica para el control y explotación de las unidades que se enlazan a lo largo de la cordillera de los Andes, desde el Cerro Moncol junto al paso internacional Pichachén al norte, hasta el country Cumelén en Villa La Angostura, al sur. Menos de 400 kilómetros en línea recta, minutos de vuelo.
A nombre propio y de algunas sociedades anónimas del grupo Roemmers SACIF, acapara dieciocho parcelas rurales de gran valor medioambiental, con acceso directo a lagos, lagunas, ríos y arroyos. La familia Hiriart-Labadié de San Martín de los Andes (SMA) fue clave para ese desarrollo que podemos constatar por lo menos desde mediados de la década de los ’90, según nuestra información directa y de la documentación pública disponible.
A la vez, sostiene un contrato de concesión con la Corporación Interestadual Pulmarí (CIP) donde montó una cabaña de mejoramiento genético de ganado vacuno en tierras de excelentes pasturas naturales junto al lago Polcahue, en territorio tradicional mapuche con bosque nativo. Desde hace años, además, alquila una estancia privada dentro del Parque Nacional Lanín, ubicada muy cerca de dos de sus propiedades.
Las firmas con las que realiza estas operaciones de tierras no aparecen en los memorandos que presenta el grupo en las operaciones de compra, absorción, fusión o venta en el mercado farmacéutico. Tampoco son las mismas con las que operó en los proyectos de olivares en Jujuy y Cuyo, en controvertidos desarrollos agropecuarios y forestales en Corrientes, ni la de los desarrollos inmobiliarios VIP en Uruguay.
Conexión local
Rodolfo Federico Hess, presidente de Roemmers SAICF, lo es también de la Ganadera y Financiera del Neuquén, que Alejandro Esteban Hiriart inscribió en 1939 cuando tenía tres estancias entre SMA y Aluminé (Palitué, Pilo Lil y Kilka). Uno de sus hijos, Roberto Alejandro sigue como miembro del directorio. Con esa firma, Roemmers compró un campo de algo más de cinco mil hectáreas en las nacientes del río Chimehuín, próximo al lago Huechulafquen, que es vecino a la vieja estancia Palitué, que continúa en manos de la familia Hiriart. Esa misma SA usó en 2012 para firmar un acuerdo con la CIP para explotar inicialmente mil hectáreas, que luego se habrían reducido a 300. Esa empresa está inscripta y reconocida en el régimen de promoción forestal nacional.
El mayor de los hermanos Hiriart, cuando todavía presidía la Ganadera del Neuquén, formó en 1997 Cerro Moncol SA, donde aparece Eduardo Luis Billinghurst como síndico de la firma. Billinghurst es del grupo de profesionales más próximos a Roemmers y, al mismo tiempo, descendiente de quien fue el primer presidente del Banco Central de la RA, propietario original de unas tierras altas cercanas a la frontera internacional, en el norte neuquino.
Los directivos de Roemmers también controlan Ganadera Santa Isabel SA, con la que compraron un paquete de ocho parcelas rurales en la estepa, en una zona conocida como San Ignacio, en medio del territorio tradicional de comunidades mapuche. Con esa misma firma, la estancia Haichol de gran valor arqueológico y otras dos fracciones a su nombre entre Las Lajas y el paso internacional Pino Hachado.
Los hermanos intervienen en los directorios de distintas firmas en diferentes períodos, realizan gestiones y mantienen el control de Palitué SA, entre otras, de acuerdo a nuestra lectura de la información publicada en boletines oficiales a partir de los ’90.
Despliegue
Los Hiriart subdividieron una parcela sobre la costa del Huechulafquen y vendieron toda la cabecera y la zona de la naciente del río Chimehuín a Guenechen SA y, la otra mitad a Roemmers, con unos 27 metros de curso de agua recorriéndola. En la misma operación pueden haber traspasado el control accionario de la Ganadera del Neuquén.
Desde allí accedió a alquilar la estancia Los Helechos, propiedad de la familia Trannack-Roberts, enclavada desde antes de la creación del Parque Nacional Lanín en la década del ’30. Un poco más al sur, en la costa del lago Lolog compró 206 hectáreas donde construyó una residencia de mil metros cuadrados, con marina propia y helipuerto, a 29 kilómetros del aeropuerto Chapelco.
En los remates ganaderos de Junín de los Andes y SMA participan los rodeos de la Ganadera Santa Isabel, con la que controla 46.214 hectáreas en el paraje San Ignacio, en el centro de la provincia, y la estancia Haichol cerca del paso Pino Hachado. En la segunda mitad de los ’90 trascendió que Miguel Cayol, ex diputado provincial por la UCR y ex intendente de Las Lajas, vendió la vieja estancia familiar muy conocida y valorada por los sitios con arte rupestre y la prueba arqueológica de la presencia humana antigua en el bosque de araucaria. Ahora sabemos que Cayol vendió a Hiriart para Roemmers, como surge de la documentación del Catastro provincial.
Mas difíciles de constatar son las condiciones reales de la presencia e inversión de Roemmers en la CIP, institución conformada por los estados nacional y provincial, así como por las comunidades mapuche de la zona de Aluminé para administrar la vieja estancia Pulmarí de 110.000 hectáreas. Esas tierras fueron apropiadas por el Ejército Nacional por los ’40. Durante el gobierno de Alfonsín se creó la CIP como un modo de reparar el territorio cuando todavía no estaban reconocidos los derechos de los pueblos originarios en nuestro país. Sin la documentación en la mano, cuesta entender por qué Roemmers necesita acceso en condiciones de fomento y promoción a esas tierras. Primero se le otorgaron mil hectáreas, concesión que habría sido revocada y relocalizada en 300 hectáreas junto con el lago Polcahue, donde debía construir una pequeña hostería y una cabaña Hereford de mejoramiento genético.
Poseedor de una de las mayores fortunas del país, Roemmers debería ser alcanzado por el impuesto extraordinario a la riqueza. De todos modos, su despliegue de poder real en Neuquén confirma que es imprescindible un debate local sobre los impuestos inmobiliarios –que él paga puntualmente, no así los Hiriart—, sobre el acceso y control de bienes de la naturaleza, sobre el patrimonio cultural, sobre la cadena de intervenciones locales que hacen posible la consolidación de los capitales concentrados casi en silencio, casi como si no importara.