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Schwartzman y Podoroska, los “peques” que se construyeron a sí mismos

Los dos tenistas argentinos que alcanzaron las semis en Roland Garros transitaron etapas muy duras antes de llegar a la elite. Su perseverancia los emcumbró después de un arduo trabajo.

“Vengo luchando hace mucho tiempo por llegar a estas instancias. Estoy feliz, pero a la vez lo venía buscando tanto que siento que lo merecía”. La frase fue la respuesta de Diego Schwartzman tras perder en semis de Roland Garros. Lograr el éxito en el deporte es el resultado del tesón y la propia superación.
Nunca fue fácil para el tenis argentino desarrollarse y llegar al primer plano mundial. Con pocos recursos, distancias enormes y la competencia directa con otras disciplinas, sacar jugadores de elite puede parecer una quimera. Sin embargo, siempre hay una raqueta albiceleste que se luce en alguna parte del planeta.Las dos semanas que Nadia Podoroska y Schwartzman tuvieron en París son la cabal prueba de la lucha de los tenistas argentinos. Dos casos de decisión y perseverancia, por diferentes caminos, pero con el éxito de su lado, más allá de los números.

El “Peque” se irá de París con la satisfacción de haber gestado varios hitos. Su primera semifinal de Grand Slam, el ingreso al top ten -desde el lunes será 8 del mundo- y la batalla con Rafael Nadal son algunos de sus logros. Para llegar a esto el porteño superó etapas sin quemarlas, a excepción de su inicio profesional.

Schwartzman tomó alguna vez una decisión crucial para el devenir de su carrera: su etapa como junior fue muy corta ya que resolvió saltar directamente a los torneos Futures, los primeros certámenes que cualquier jugador disputa como profesional.

Por aquel entonces, en Argentina era común escuchar sobre estos campeonatos. Entre 2008 y 2012 se promediaron más de 20 torneos de varones por año en el país -el pico fue en 2012, con 25-. Durante la última década se organizaron más de 200 Futures e ITF World Tour, como pasaron a denominarse en 2019, y cuyas instancias finales eran televisadas por el principal canal deportivo de cable. Es decir, los jugadores nacionales podían formarse en el país, lo que conlleva a tomar ritmo, evolucionar y reducir gastos.

Encarar el sendero profesional demanda esfuerzos de toda índole y el económico es uno de los mayores. Aunque su familia lo ayudó de todas las formas posible (su mamá llegó a vender pulseras), Schwartzman necesitó una inyección extra. Así tomó la decisión de atarse a un contrato usurero con un inversor privado que, más de una década después, todavía continúa en cumplimiento.

Paula Ormaechea, también de la generación 1992, contó con la misma posibilidad de formarse en el país, aunque los Futures femeninos eran considerablemente menos, con un promedio de diez citas por temporada. Esa chance no la tuvo Podoroska, cinco años más chica que la exnúmero 59 del planeta.

Aunque la rosarina, que también llegó a semis en Roland Garros, contó con el apoyo económico de la anterior gestión de la AAT cuando era juvenil, la falta de torneos para adquirir roce de competencia la llevó a tener que desplazarse por el mundo. Otra vez, el aspecto monetario ejerció influencia y la “Peque” optó por instalarse en Alicante, España, para evitar trayectos agotadores y reducir el desembolso de dinero.

Cerca de su equipo de trabajo, con menos viajes aunque lejos de sus afectos, Podoroska comenzó a evolucionar en el ITF World Tour de mujeres. La conquista de la medalla de oro en los Juegos Panamericanos Lima 2019 le dio la clasificación a Tokio 2020 y la posicionó en la escena mayor.

“Lo que más necesitan Argentina y la región son torneos para tener el juego necesario y afrontar después las giras por Europa con las mejores. Tenemos que poder prepararnos bien y estar a la altura”, soltó la argentina, que irrumpirá en el Top 50 de la WTA desde el próximo lunes. Actualmente el tenis femenino está relegado, con pocos certámenes y la promesa de su inmediata recuperación siempre vigente. Una promesa que continuamente debe esperar por diferentes motivos.

Durante 2019 sólo se realizaron tres certámenes femeninos (el primero en septiembre), y este año debía realizarse otro, aunque la pandemia de coronavirus frenó todos los proyectos. Con la explosión de Podoroska se espera que el número de citas crezca. Y podría haber un paso más amplio: Tennium, la empresa dueña del Argentina Open, sumó a sus filas a la prometedora Solana Sierra y está trabajando para realizar un WTA en el país en 2021.

Para los varones la situación es más holgada, aunque en los últimos años la cantidad de campeonatos disminuyó y la gran mayoría son organizados por privados. El apoyo económico no desapareció, pero es distribuido con criterios muy cuidadosos y muchas veces es necesario un salvataje desde el ENARD.

Schwartzman y Podoroska son productos de su propia construcción. Las decisiones que tomaron y la tenacidad de cada uno pagan hoy los beneficios. Aun con pocos recursos, el tenis argentino todavía goza de jugadores que enarbolan la bandera nacional en todo el mundo. Con presupuestos muy inferiores, nuestro país compite con los semilleros de potencias como Gran Bretaña, Francia o España en un juego peligroso que no deja de dar figuras

Por Ariel Giuliani