Son horas especiales estas que transcurren para el seleccionado argentino, ahora en su nueva y última parada inglesa, el Oatlands Park, a unos 30 kilómetros al sudeste de Londres. Está el foco principal que es el partido de pasado mañana ante los Springboks, por el tercer puesto de la Copa del Mundo, en el estadio Olímpico. Pero también sobrevuela la emoción que significan los últimos momentos en los Pumas de un grupo de históricos y que también estuvieron en el test por esta misma instancia en 2007. Uno de ellos es Marcos Ayerza .
Suplente de Rodrigo Roncero en los dos últimos Mundiales, en éste llegó no sólo como titular indiscutido, sino como uno de los mejores pilares izquierdos del mundo. La regla de la UAR de no citar a partir de 2016 a los que actúan en Europa le cierra una puerta no deseada.
Ayerza, de 32 años (nació el 12 de enero de 1983), no quiere decir que este que viene será su último partido. Le cuesta aceptarlo. Primero aclara lo que se dice siempre: “Si me toca jugar” (Daniel Hourcade postergó para hoy la formación del XV; está también descartado Joaquín Tuculet). Después lanza una expresión de deseos: “Quizá la UAR cambie más adelante su postura”. Y por último prende una ilusión: “Mi contrato con el Leicester tiene tres años más de duración y para el próximo Mundial tendré 36 años, que no es una edad anormal para un pilar”.
Después de llegar a la Primera de Newman como tercera línea destacado, dos ex entrenadores Pumas debatieron sobre su futuro. Aitor Otaño creía que tenía que ser pilar; Rodolfo O’Reilly, que debía seguir en su puesto natural. Hasta que otro ex Puma, el Tano Horacio Mazzini lo colocó de pilar en los Pumitas. “Pasé de ser el tryman de Newman a no hacer nunca más un try”. Su récord en los Pumas en ese rubro es típico de alguien que es un enloquecido del scrum: sólo vulneró un ingoal rival una vez, ante Japón, en 2005.
“Podemos hablar horas del scrum. Nosotros llegamos acá con un scrum muy fuerte, pero nos encontramos con problemas con los árbitros y rivales que nos estudiaron muy bien y nos negaron la formación. Pero en las semifinales pudimos volver a ser una fuente segura para el equipo”, sentenció, para agregar a propósito del fijo: “Las nuevas reglas han sido beneficiosas, porque permiten un scrum más leal, pero lo que pasa es que los árbitros cada vez saben menos del scrum”.
-¿Cómo analizás a los pilares que vienen detrás de vos?
– Luquitas (por Noguera Paz) es un excelente pilar y lo que más me gusta es que lo veo que estudia, se prepara y se entrena con pasión. Me gusta que sea fanático del scrum. Y lo mismo con los otros chicos. Pero lo importante es que todos estos chicos, que además, a diferencia de nosotros, llegan al seleccionado con todas las destrezas aprendidas, mantienen la marca registrada de los Pumas. Ese sentimiento por esta camiseta. El futuro es muy grande.
-Te tocó entrar en el partido por el Bronce en 2007. ¿Qué significa éste con los Springboks?
– Lo mismo. Este equipo se merece ganar y terminar de la mejor manera esta Copa del Mundo. Y estamos mentalizados para eso. Sabemos que Sudáfrica es durísimo y que no será lo mismo que cuando le ganamos en Durban, pero vamos a tratar de someterlos de la misma manera. En lo personal, en 2007 era chico y no jugaba seguido. Ahora podría ser el último partido con esta camiseta, que tanto significa y con la que viví tantas cosas muy especiales.
Dice que el momento de más orgullo para un pilar en un scrum no es cuando consigue un penal “porque puede deberse a una mala posición del rival y vos no tenés ningún mérito”, sino “cuando vas para adelante sometiendo al otro pack y cuando te levantás lo ves al wing yéndose al try. Eso es lo máximo”. En Inglaterra se recibió en la carrera de administración de empresas y es uno de los que lleva la voz en el rincón que tiene el Leicester donde sólo almuerzan los pilares. El Toro, 60 tests en los Pumas, jugará pasado mañana sus últimos minutos con la celeste y blanca. Ha sido en este tiempo y en esta transformación del juego, la bandera de una de las banderas del rugby argentino. El scrum lo extrañará.
Por Jorge Búsico