La sexóloga Analía Lilian Pereyra indaga sobre el encuentro sexual y da recomendaciones y herramientas para reconectar con el deseo. “El deseo de las mujeres se inicia en la intimidad”.
¿Es común que disminuya el deseo o la frecuencia sexual en convivencia o en relaciones largas? ¿Por qué puede disminuir? ¿Qué factores pueden influir en la falta de deseo?
El deseo es el mecanismo más exquisito del sexo y el más incontrolable, dice Laura Caldiz.
El deseo aparece en situaciones placenteras y desaparece en situaciones de peligro. dice Ester Perrel. Pero ¿cómo estar en peligro en la cama intentando tener relaciones sexuales con mi pareja?
Peligro puede ser el contacto físico con alguien que ya no me atrae, con alguien con quien estoy enojada. Siempre pregunto a las pacientes: ¿te gusta tu pareja?, ¿te gusta tu marido? Porque si no te gusta…¿cómo querer encontrarse sexualmente con alguien que no me atrae…? Fundamental!
También puede ser que se pongan en evidencia mecanismos ocultos que obedecen a ciertas órdenes, por ejemplo familiares, e incluso miedos, que muchas veces no son reconocidos por nosotras mismas. Por ejemplo, cuando tu mamá te descubrió las pastillas anticonceptivas a los 16 años y te dijo: vos sos una put*.
El sexo comienza en las fantasías, en los pensamientos que procesan imágenes y van encendiéndolo. Según Rosamry Basson el deseo en las mujeres se inicia en intimidad, comienza cuando nos sentimos en intimidad, con alguien que nos gusta, con quien disfrutamos estar, con quien compartimos momentos…con quien nos cuida…
El deseo necesita seguridad, estabilidad, predictibilidad…también necesita aventura, novedad, riesgo, misterio. Hoy esperamos que la misma persona nos brinde seguridad y aventura. Comodidad y riesgo, familiaridad y novedad, seguridad y sorpresa…Parece contradictorio poder obtener todo eso de una persona al mismo tiempo.
Si no tengo deseo, ¿está mal? ¿Cómo lo hablo con mi pareja?
Es muy interesante y necesario conectar con lo que sentimos, ¿qué pasa que no tenemos deseo? ¿Es de un momento particular? ¿Es con esa persona?
¿Cómo estamos en las demás aristas de nuestra vida? ¿Tenemos deseo de trabajar? ¿Tenemos ganas de hacer cosas? ¿Sólo no tengo deseo sexual con “esa” persona? ¿Tengo ganas de masturbarme?
Este abanico de preguntas nos ayuda para revisar e ir descubriendo en cada persona qué es lo que ocurre. Puede ser que esté transitando un momento particular de enfocar la energía en otras cosas y ello implica retirarla del encuentro sexual, puede ser que esté transitando una anhedonia, puede ser que en este último tiempo no tiene ganas a partir de algún evento que ocurrió en su vida.
Hay que dejar de obligarse a tanto, con esto quiero decir, darse tiempo para revisar qué es lo que te pasa, porque puede suceder que no disfrutes sexualmente y que por ende no se tenga ganas, puede ser que no se encuentren en intimidad con la pareja, puede ser que estes transitando el período del puerperio y amamantando, puede ser que sientas dolor y por ello no tengas ganas; hay un gran abanico de preguntas y respuestas que se abre para mirarse cada una en la particularidad de su vida.
Recomendaciones y herramientas para reconectar con el deseo
Saber que el deseo como producción social enmarca a la persona y su cultura y, en ella están las influencias de las masas, los medios de comunicación y los objetos de consumo; esos que nos invaden como productos y van permeando nuestros deseos. En esta cultura ¿qué deseo sexual se enmarca?
El deseo erótico monogámico y prácticas del porno mainstream, donde las mujeres están sometidas a las voluntades de varones y disfrutan con ese sometimiento, prácticas de penetraciones simultáneas y gritos orgásmicos planetarios, prácticas donde salen chorros de las vaginas y donde siempre hay eyaculación y orgasmo. Esta cultura pornificada que va moldeando el deseo erótico y nos impone lo que tenemos que querer hacer, con qué tiempos, con qué frecuencia y con quiénes.
Por ello resulta necesario revisar lo impuesto y bucear en nuestra vida, cómo estamos hoy, revisando lo que somos, los condicionamientos religiosos y culturales para poder deshacernos de lo que nos reprime y condiciona y de este modo conectar con nuestra propia energía de goce.
Podríamos pensar en nutrir la erótica, impregnando todos nuestros sentidos, lo cual nos lleva a la posibilidad de explorar en la soledad de nuestra intimidad qué es realmente lo que nos conecta con el disfrute y qué es lo que queremos o nos animamos a hacer en un encuentro con otra u otras personas, abriendo a las experiencias y quitando etiquetas condicionantes en las propias prácticas.
Por ejemplo, poder realizar prácticas sin penetración vaginal, prácticas de penetración anal a varones por parte de sus parejas heterosexuales, prácticas de caricias en todo el cuerpo sin contacto genital, prácticas de besos y de conexión con las miradas y los olores, roces de cuerpos y uso de geles, lubricantes y juguetes.
Darnos tiempo y animarnos es importante para alimentar la sexualidad.
Lic. Analía Lilian Pereyra. Sexóloga Clínica @licenciadaanaliapereyra.