Analía Lilian Pereyra reflexiona sobre la importancia de que las prácticas sexuales sean consentidas en todo momento y sus implicancias. “Una práctica sexual sin consentimiento es un abuso”, explica.
i una chica sale del boliche y va a la casa del chico, ¿está consintiendo una práctica sexual? Está muy naturalizado en nuestra cultura que si vamos a la casa…bueno, es porque queríamos, después no nos quejemos si el pibe se excitó y no pudo parar.
Dejemos en claro que una práctica sexual sin consentimiento es un abuso. El consentimiento implica un acuerdo, es acordar participar en la relación sexual, con qué métodos cuidarse, qué prácticas se quieren hacer y cuáles no.
Éste es reversible, lo que implica que se puede decir sí a realizar una actividad y en lo inmediato arrepentirse, por lo que hay que explicitarlo siempre, nada se da por obvio. El silencio no es consentir, como suele ocurrir, por ejemplo que no dice que no por miedo o no está en condiciones de consentir “por estar bajo el efecto de drogas o alcohol”, entonces, ¡aquí no hay consentimiento!
¿Qué es importante a la hora de hablar sobre consentimiento?
Cuando hablamos de consentimiento en una relación sexual, es acordar ciertas prácticas que se llevarán a cabo, las que se van revisando todo el tiempo en el encuentro. Puede ocurrir que una mujer acuerda ir a la casa de un varón, comienzan con lo que se suele llamar “previa” del encuentro sexual y en ese momento el consentimiento puede “revertirse” y eso debe ser aceptado.
También las prácticas que se realizan se acuerdan, no es que por consentir un encuentro sexual se dé por entendido que se realizarán todas las prácticas que una de las personas quiera, por ejemplo sexo anal, sexo oral o la misma penetración. Todo debe dialogarse, debe acordarse, hay que conocerse a sí misma y poder manifestar qué es lo que nos gusta y qué es lo que NO se quiere hacer.
Si se quita el preservativo sin avisar ¿es falta de consentimiento? Sí, porque como se dijo, si se acordó usarlo, el quitárselo sin avisar es abuso.
Nuestra sociedad sigue siendo machista y patriarcal, aunque muchas cosas se estén revisando y denunciando. Las mujeres siguen muriendo por celos y posesividad, así también hay mujeres que no son dueñas de sus cuerpos y de sus decisiones.
Tener relaciones sexuales con la pareja sin deseo también es abuso, sólo que no se dice, porque se supone que si es “tu pareja” la mujer debe ceder. Y muchas veces ocurre que no se permite a la mujer usar métodos anticonceptivos porque el varón quiere embarazarla para tenerla bajo control o porque él quiere tener un hijo y ella no. Sin agregar más en este caso, no usar preservativo mintiendo sobre la capacidad de procrear, es un abuso.
Las mujeres no tienen que aguantar tener sexo sin deseo, callar ante el abuso, permitirle a un varón no usar el preservativo, hay que hablar, denunciar, decir no, “SIN PRESERVATIVO no tengo relaciones con vos”.
Debemos saber que el embarazo es un acontecimiento que puede ocurrir y las infecciones de trasmisión sexual también, no son algo menos importante, por lo que disfrutar es cuidarse y si alguien no quiere usar preservativo con una mujer deja en evidencia que tampoco lo ha usado con otras, por lo cual eso da la pauta que con ese hombre no vale la pena estar.
Considero que la educación sexual presente, que abra el diálogo, que permita a las y los jóvenes conocerse, sacarse las dudas, debatir sobre temas actuales y enseñarles a cuidarse y quererse, esa es la educación sexual que queremos.
Mientras no pongamos en diálogo las situaciones propias que transitan las y los jóvenes, sus miedos y dudas, también sus disfrutes, mientras sigamos negando la sexualidad, metiéndola en el armario bajo 500 llaves, seguiremos reproduciendo situaciones abusivas y también displacenteras.
La educación sexual integral no sexista, la educación sexual con perspectiva de género y de derechos humanos es la que logrará que no existan más estas situaciones.
Licenciada Analía Lilian Pereyra, sexóloga Clínica (MP: 22-1773), Instagram @licenciadaanaliapereyra.