Sincronía verbal a la distancia e interpelación por separado al Poder Judicial. Matices discursivos y un juego de casualidades cada vez más comentado.
“En política, nada ocurre por casualidad. Cada vez que un acontecimiento surge, se puede estar seguro de que fue previsto para llevarse a cabo de esa manera”, decía Franklin D. Roosevelt. Esa expresión dogmática del presidente estadounidense de la Segunda Guerra Mundial aplica a la coyuntura judicial argentina, donde una sucesión de circunstancias ponen en la misma escena –aunque a la distancia– a la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner y al papa Francisco.
En política no hay casualidades. Tampoco es casualidad que Jorge Bergoglio refiera a la administración de Justicia en su tierra natal, cuando el oficialismo y la oposición hacen lecturas contrapuestas e interesadas de la decisión de la Corte Suprema de Justicia de desplazar del Consejo de la Magistratura al senador kirchnerista Martín Doñate y ordenar su reemplazo por el senador cambiemista Luis Juez.
En política no hay casualidades. Tampoco es casualidad que el pontífice haya cuestionado el uso “arbitrario” de las prisiones preventivas, cuando esa forma de detención sin sentencia definitiva fue criticada oportunamente por el kirchnerismo para quienes están acusados de delitos de corrupción y ahora aparece nuevamente en el tapete a raíz de los planteos K por la liberación de los integrantes de Revolución Federal, en una causa paralela a la que investiga el intento de magnicidio a la vicepresidenta.
En política no hay casualidades. Tampoco es casualidad que Bergoglio haya elegido al juez Alejandro Slokar, presidente de la Asociación Argentina de Profesores de Derecho Penal (Aapddp) y alineado a la agrupación kirchnerista Justicia Legítima, para esbozar una crítica al Poder Judicial y abogar por la promoción del ejercicio de las funciones “con apego a compromisos éticos”. Fuentes vaticanas aclararon a Letra P que la misiva no conlleva “ninguna intencionalidad”, tiene fecha 9 de noviembre y es en repuesta a una anterior que Slokar remitió al pontífice. La lectura en Buenos Aires fue otra.
En política no hay casualidades. Tampoco es casualidad que la voz papal resuene en el país, cuando CFK anticipó que recusará a la jueza federal María Eugenia Capuchetti, que instruye en la causa que se sigue por el intento de asesinato que sufrió el pasado 1° de septiembre, por considerar que la magistrada no tomó ninguna medida para esclarecer las denuncias que apuntaban contra Gerardo Milman, el diputado PRO que es la mano derecha de Patricia Bullrich.
En política no hay casualidades. Tampoco es casualidad que Bergoglio dedique unas palabras a temas de agenda vernácula, cuando en dependencias políticas y sacristías eclesiásticas dicen percibir una “sensación de cercanía” entre CFK y el papa, que no se daba hace tiempo y pese a que no han cruzado llamadas –confirmaron a Letra P– desde el intento de magnicidio a la expresidenta. Esta empatía relacional de la vicepresidenta con el papa no es reconocida, sin embargo, ni en Roma ni en Buenos Aires.
¿Qué dijo de nuevo el papa sobre la administración de Justicia en el país, para que provocara tanto revuelo político? Nada que ya no haya dicho en otras intervenciones y cartas a quienes integran las diferentes instancias del Poder Judicial; pero lo que sí pesó en este caso fue el momento y el oportunismo para difundir las consideraciones papales. “Para que la función penal no se convierta en un mecanismo cínico e impersonal, necesitamos personas nutridas en formación técnica, pero sobre todo apasionadas por la Justicia, conscientes del gran deber que cumplen”, escribió en su misiva a Slokar.
Las puntualizaciones que más impacto causaron fueron aquellas referidas a la prisión perpetua, el encarcelamiento masivo, el hacinamiento y las torturas en las cárceles; además de la criminalización de la protesta social y la queja por lo que considera cuestiones de las que ya habló con juristas connacionales referidas a la misión que tienen para contrarrestar la irracionalidad punitiva y que, al entender de Bergoglio, “han empeorado”. “Esto es lo que sucede con el incremento del uso indebido del encierro y el consiguiente deterioro de las condiciones de detención, junto al incentivo involuntario a la violencia o al uso desproporcionado de la fuerza, que llega a configurar situaciones de una auténtica pena de muerte informal”, advirtió citando un discurso propio anterior.
En política no hay casualidades. Tampoco es casualidad que esa sensación de cercanía espiritual que -dicen- se percibe entre CFK y Bergoglio se dé en momentos en que los últimos actos de la vicepresidenta dejaron en el ambiente político otra sensación: la de su lanzamiento para 2023. De ahí a una bendición papal a una candidatura, todo queda en el terreno de las murmuraciones y especulaciones; esas que el pontífice argentino tanto condena en sus predicaciones.
Por Guillermo Villarreal-Letra P