El recién reelecto gobernador de la Florida, Ron DeSantis, se posiciona en el panorama político estadounidense como un serio aspirante a ocupar la Oficina Oval de la Casa Blanca. Solo tiene un gran obstáculo que sortear: Donald Trump.
Algunos medios lo llaman Trump 2.0. Un apodo que se ha ganado por sus posiciones radicales en algunos temas de importancia para los militantes republicanos. Su victoria en las elecciones a gobernador es una de las más pregonadas de su partido, y no es para menos. Logró convertir a Florida, un estado conocido como péndulo, en el segundo bastión republicano más poblado después de Texas.
Ron DeSantis, el cuadragésimo sexto gobernador del ‘estado del sol’ cuenta con raíces familiares obreras, según su página oficial de campaña para las recién celebradas ‘midterms’. Graduado de la Facultad de Derecho de la prestigiosa Harvard, sirvió en el Ejército estadounidense en Irak y se desempeñó como fiscal federal.
También ocupó un escaño en la Cámara de Representantes de Estados Unidos, desde donde defendió los límites de mandato en el Congreso y, entre otras cosas, encabezó la supervisión de las “agencias involucradas en el abuso de autoridad durante la fabricación de la teoría de conspiración de colusión con Rusia”. Criticó fuertemente la investigación que llevó a cabo el fiscal Robert Mueller sobre esta presunta interferencia rusa en las elecciones de 2016, calificándola como “vaga” y “amorfa”, destacan medios estadounidenses.
En esta segunda candidatura derrotó con una ventaja del 20% a su contrincante demócrata. Incluso, arrastró el voto de Miami Dade, un condado en el que hace al menos dos décadas no dominaba un candidato de su tolda política.
Una estrella en ascenso en el Partido Republicano a base de polémicas
Según la agencial de noticias Reuters, Ron DeSantis se ha convertido en una persona muy popular entre los conservadores en cuestiones que generan mucho debate, como el género y la raza. Este año plasmó su firma sobre un controvertido proyecto de ley al que sus detractores llaman “No digas gay”, en el que prohíbe en las escuelas primarias los debates sobre identidad de género u orientación sexual.
Otro aspecto que le hizo ganar protagonismo fue la pandemia de Covid-19. El gobernador DeSantis se caracterizó por criticar duramente las políticas gubernamentales de Biden y se posicionó en contra de las mascarillas, de los cierres y de los pasaportes de vacunación.
Más allá de las polémicas, son debates que le han hecho ganar popularidad y eso se refleja en la recaudación de fondos. DeSantis es una máquina: desde principios de 2021 ha recaudado unos 200 millones de dólares para su campaña, contra unos 176 millones de Trump en el mismo período.
También juega a su favor la juventud. Ron DeSantis tiene 44 años de edad, mientras que Donald Trump tiene 76 años y Biden cumplirá 80 este mes.
Una estrategia que se repite
A pesar de considerarlo “un buen tipo”, Trump subrayó que “estaría cometiendo un error”. “Creo que a la base no le gustaría”, resaltó, “no creo que sea bueno para el partido”. El antiguo inquilino de la Casa Blanca dijo que, de postularse DeSantis, “diría cosas sobre él que no serían muy halagadoras”. “Sé más sobre él que nadie, además de, quizás, su esposa”, concluyó.
Trump, un indiscutible hombre de negocios y posicionador de matrices de opinión decidió hasta ponerle un apodo peyorativo a DeSantis: lo bautizó “Ron DeSanctimonius”, algo así como ‘Ron DeSanturrón’. Lo que muchos consideran una señal de la competencia que ya se avecina entre ambos.
Sin embargo, DeSantis no se ha lanzado al agua contra Trump. Él mismo era defensor de su administración mientras fue congresista. Incluso cuida mucho sus palabras sobre el asalto al Capitolio del 6 de enero. En el primer aniversario bailó en la cuerda floja al afirmar que “fue totalmente inaceptable” y que las personas involucradas “deben rendir cuentas”, pero criticó a los demócratas por utilizar la fecha como una estrategia para obtener rédito político.
Hipótesis clave en contexto electoral
En el marco de las elecciones de medio término, hay una hipótesis que resuena entre analistas del proceso político estadounidense: ¿hace Trump daño a su partido y a sus delfines políticos?
“Muchos de los candidatos puestos a dedo por el expresidente Trump eran negacionistas del proceso electoral presidencial pasado y negaban el triunfo de Biden sin pruebas”, afirmó en el programa ‘Una Semana en el Mundo’ de France 24 Stephany Echavarría, quien vio el proceso electoral como un buen resultado para la democracia y el sistema electoral estadounidense ya que la ‘marea roja’ que pedían los republicanos nunca despegó.
Según el periodista Johan Ramírez, en declaraciones al mismo espacio informativo, “queda en entredicho la figura de Donald Trump”, su liderazgo. “Parecía un personaje súper sólido y muchos de sus candidatos no ganaron o lograron victorias muy estrechas”. Ramírez afirmó que hecho “deja en entredicho esa tan anunciada candidatura” que probablemente haga esta semana.
“Seguramente se va a lanzar, pero tal vez ahora con menos fuerza”, concluyó.
Sin embargo, otros llaman a no lanzar a Trump a la papelera todavía. En el viejo arte de la guerra se dice que subestimar al enemigo equivale a no sobrevivir al error, y es un precepto que la analista argentina Carolina Amoroso hizo ver con su análisis. “Decir que esto saca del centro de la escena a Donald Trump, es subestimar a Donald Trump” y su “capacidad demostrada de construir protagonismo en el partido republicano”, arguyó.
“Me resulta muy difícil creer un Donald Trump no ejerciendo un protagonismo en la escena política de Estados Unidos, porque ya está habituado a hacerlo”. Amoroso hizo ver que en caso de no ocupar ese lugar, lo ve tejiendo una estrategia con otra figura, incluso de su círculo personal, como lo es su hija Ivanka Trump.
Para todos, los resultados de esta elección de medio término fue una defensa no solo de la democracia del país, sino también de su economía, lo que demuestra una madurez de los votantes estadounidenses.
Una tendencia a tener en cuenta también en el 2024, cuando las cartas estén encima de la mesa y se sepa con certeza quiénes se discutirán el sillón de la Oficina Oval en Washington.
Por Rafael Pérez-France24