Las encuestas detectan angustia, desánimo y apatía. Ningún referente ni partido logra despertar esperanza. Conscientes de sus limitaciones, los políticos en general se repliegan tras la Selección
El fenómeno se viene detectando en las encuestas cuantitativas pero, sobre todo, en las cualitativas. El argentino medio no sólo vive angustiado sino que cada vez tiene menos perspectiva de salida. Ni el oficialismo ni la oposición, logran -hoy por hoy- trasmitir esperanza en el electorado. Los guarismos que más crecen son el “no sabe, no contesta”. Y, si a la alternativa de nombres en los distintos distritos se le adosa el “ninguno”, esta opción no baja nunca del 20%. Por suerte está el Mundial. Durante unos días que, ojalá sean semanas, la Selección Argentina le devuelve a la ciudadanía de a pie un objetivo por el cual conmoverse, estar unidos y depositar confianza. El fútbol se convierte una vez más en un oasis en el desierto de la política argentina.
El fenómeno desde ya despierta luces rojas en el gobierno. A tres años de mandato está claro que a la herencia recibida se le suma una triste realidad. Pero la falta de alternativa y perspectiva debería ser una advertencia aún más letal para la oposición. La apatía del electorado significa no sólo la desilusión con el oficialismo por el estado actual de las cosas, sino que no hay nadie que encarne un proyecto alternativo convincente y que genere esperanza. En ese contexto es que la única alegría posible hoy, para la gente, viene de la mano de Messi.
Lionel Scaloni no necesitó encuestadores para percibir el fenómeno. Consiente de la presión que llegaba desde Buenos Aires a Qatar ayer, en la conferencia de prensa posterior al partido contra México, hizo un llamado a la reflexión alertando que finalmente lo que está sucediendo allá no deja de ser “un partido de fútbol” y que, por ende, se puede perder o ganar.
Mientras tanto, desde ya que por aquí pasan cosas. La principal, posiblemente, es la nueva pulseada financiera que está intentando capear el ministro de Economía. Sergio Tomás se lo había advertido a Cristina antes de tomar el avión que lo llevaría a Indonesia. Le anticipó la posible corrida devaluatoria y la segunda tanda del dólar soja para mitigar el vacío de las arcas del central.
Hay que reconocer que Massa parece tenerla hechizada a CFK. Toma medidas antagónicas con el discurso habitual de la vicepresidenta pero logra que ella no sólo no lo critique sino que lo avale en público. Anunciar un segundo dólar soja cuando el primero ya había sido repudiado por Máximo Kirchner alertando la transferencia de recursos que significó y que va a significar para el campo, mientras se sigue atrasando el anuncio de un bono para los empleados estatales y privados, es casi una blasfemia en el universo kirchnerista. Pero a Massa se la tolera.
Hay algo que es innegable. Más allá de las diferencias ideológicas y generacionales, Sergio Tomás y Cristina hablan el mismo idioma -el del poder- y, sobre todo, a la misma velocidad. Tan cierto como que son innumerables las horas de debate compartido antes de que Massa llegara al ministerio de Economía.
La gran duda es si estuviéramos en la fábula de la rana y el escorpión, ¿quién terminará picando a quién? Por lo pronto ese no es el problema porque ambos están en el medio del río y la orilla parece aún bastante lejana.
El ministro está trabajando en “T cero” como dirían los economistas. Es decir, en presente absoluto. Saca de la galera mecanismos o artimañas temporales para que los problemas no se expresen. Pero no puede dar peleas de fondo. Porque no hay perspectivas políticas.
En esto también juega parte de la oposición. En las charlas reservadas que van teniendo con factores de poder, los economistas de Juntos por el Cambio insinúan que, de volver al poder, podrían defaultear nuevamente la deuda en pesos. Mas alertado que el gobierno con estos dichos están los bancos que son los principales tenedores de esa deuda.
ABAPRA, la Asociación de Bancos Públicos y Privados del país, está dispuesto a demandar judicialmente a quien haga terrorismo con el valor a futuro de los bonos argentinos. La advertencia es general: les pidieron a sus asociados que dejen registro fílmico de las charlas sobre perspectivas económicas que vayan dando los diferentes consultores.
Pero, como todo se sabe, a quienes tienen especialmente apuntados con nombre y apellido es a Hernán Lacunza y Luciano Laspina. El ruido sobre el posible nuevo default de títulos argentinos si gana Juntos por el Cambio estaría saliendo de esas usinas de la oposición. Massa está alerta. Y juega con la fortaleza que le da el saberse respaldado en lo personal por Estados Unidos. El convenio que está a la firma y que servirá para detectar dinero de personas o empresas argentinas que estén en Bancos Americanos y que no hayan sido declarados ante la AFIP es un hito inigualable.
La información es confidencial y tiene un montón de cuestiones a cumplir pero Economía cree que hay por lo menos 80 mil millones de dólares argentinos no declarados depositados en USA. El cruce de prueba ya se hizo. Y funciona. Ahora sólo falta la firma.
Está claro que siempre que se habla de plata en negro la referencia inmediata en nuestro país es la corrupción política. Pero desde los Panamá Papers para acá se supo que de la plata en negro que hay en el mundo sólo el 15% pertenece a la política. El resto es narcotráfico y principalmente evasión impositiva.
En el primer mundo van presos los evasores. En el tercer mundo los políticos. En ese andamiaje hay una clara diferencia: como funciona en uno y otro lado el sistema judicial.
Claro que Massa no está pensando, en principio, en hacer una carnicería mediática con el tratado. Por eso apelará a la Ley Parrilli que ya tiene media sanción del Senado y que postula pagar la deuda externa buscando incentivos para que contadores y abogados denuncien a quienes tienen plata negra en el exterior. Esa misma ley contempla que a quienes le encuentren dinero no declarado se le embargará el 20% de sus tenencias. Pero a su vez plantea incentivos para quienes de manera voluntaria ingresen el dinero como ahora se le está dando a quienes aportan para la construcción. Es decir, que de alguna manera la misma ley puede convertirse en un nuevo blanqueo impositivo.
Desde ya que el movimiento en la City porteña es infinito. Hay quienes ya están intentando trasladar fondos de USA a otros paraísos fiscales. Según la letra chica del convenio ya sería tarde. Porque Estados Unidos se compromete ante el último período fiscal que cerró en septiembre. Trasladar los fondos no borra el pasado️. Es decir, señores, ya estarían en tiempo de descuento.
Por Nancy Pazos-Infobae