Joe Biden cumplió 80 años el pasado 20 de noviembre y se convirtió en el presidente más anciano en la historia de Estados Unidos. Tras las elecciones de medio término, el demócrata se erigió como una figura de estabilidad frente a Donald Trump, pero en los últimos meses, varios vídeos que muestran al mandatario desorientado en actos públicos y con sonantes lapsus en sus discursos, han sido ampliamente aprovechados en las redes sociales. Mientras demócratas y republicanos se reorganizan para las elecciones de 2024, la edad y aptitud de Biden prometen ser protagonistas en los próximos meses.
La edad y la salud del presidente Joe Biden han sido instrumentalizadas por sus adversarios políticos en distintas coyunturas con el objetivo de mostrarlo débil e incapaz para el cargo. Por ejemplo, desde las toldas republicanas, Donald Trump lo llama comúnmente ‘Sleepy Joe’ (Joe el somnoliento), un mote que se ha hecho parte del paisaje en medio de la virulencia política, siempre in crescendo. Recientemente y con el poder exacerbado de las redes sociales y la delgada línea entre el contenido fraudulento y el real, es una cuestión que ha ganado terreno.
El propio Biden ha dicho que “es legítimo preguntarse si alguien de más de 70 años es o no es apto” para ser el presidente de uno de los países más poderosos del mundo y en su caso ha respondido con un: “mírenme”, haciendo gala de su buena forma. A pesar de que el mandatario se mantiene activo con una intensa agenda y es un hombre privilegiado para la media estadounidense, sus cada vez más frecuentes lapsus empiezan a generar preguntas.
En recientes sondeos realizados por el Centro de Estudios Políticos Americanos de Harvard, el 60% de las personas interrogadas respondieron que tienen dudas sobre las aptitudes de Biden para el cargo y el 64% de la muestra dijo creer que el líder es demasiado mayor para ser presidente.
En efecto, en los últimos meses han proliferado vídeos del mandatario desorientado en un estrado después de haber dado un discurso o sufriendo fallos de memoria en público. Joe Biden experimenta este tipo de lagunas desde hace varios años, los cuales han ganado notoriedad desde que llegó a la Casa Blanca. En los últimos meses estos episodios se han hecho aún más visibles y las redes sociales se han ocupado de viralizar estos vídeos, verdaderos, falsos o exagerados.
Uno de los ejemplos más compartidos fue un discurso en el cual dijo que su hijo murió en la guerra en Irak, cuando en realidad murió de cáncer en 2015 en Maryland, seis años después de haber regresado al país.
El 28 de septiembre, en una conferencia sobre el hambre, el presidente de Estados Unidos buscó públicamente a Jackie Walorski, excongresista por Indiana que falleció en un accidente de tráfico en agosto: Joe Biden había olvidado que la congresista había fallecido.
El mandatario también se mostró varias veces desorientado después de ofrecer un discurso o una conferencia de prensa, como después de dirigirse al público en la Séptima Conferencia de Reposición de Recursos del Fondo Mundial el 21 de septiembre.
Joe Biden también suele confundir los cargos de las personas con las que trabaja. Llamó varias veces a la vicepresidenta Kamala Harris “presidenta Harris” y tuvo dificultad para acordarse del nombre de su secretario de Defensa (Lloyd Austin) o del nombre del Pentágono.
Sin embargo, muchos usuarios de redes sociales también han manipulado los vídeos para deformar la realidad, sacándolos de su contexto o montándolos. Por ejemplo, uno de los vídeos más vistos en Twitter (con más de 2,8 millones de reproducciones) muestra a Joe Biden aparentemente confuso en el escenario en un acto celebrado el 16 de enero de 2021, con la leyenda “Estamos jodidos. A veces no tiene ni idea de dónde o quién es”.
En este caso se puede ver que la versión original del vídeo fue recortada a partir de un encuadre más amplio que hace parecer que Biden estaba solo y perdido en el escenario, cuando en realidad cerraba un evento con varios participantes y con distintos puntos de atención a los cuales el presidente dirigía su mirada.
En medio de la proliferación de fake news en las redes sociales y contenido cada vez más difícil de distinguir, los usuarios pueden fácilmente dar por verídicos vídeos manipulados. Pero según comenta Marie-Christine Bonzom, analista política y excorresponsal para la ‘BBC’ en Washington, “estos incidentes son recurrentes y frecuentes y no necesitan ser montados para ser preocupantes para dos tercios de los estadounidenses, e incluso la mitad de los demócratas”.
Ante las dudas, la Casa Blanca ha desestimado en varias ocasiones este tipo de preguntas achacándolas al cansancio o lapsus de un presidente que es seguido varias horas del día por cámaras y medios de comunicación.
Sin embargo, en esta lucha política en la cual todo se vale, no es la primera vez que la salud mental de un político es instrumentalizada para sobrepasarlo. De hecho, el mismo Partido Demócrata cuestionó varias veces la salud mental de Donald Trump, que tiene ahora 76 años, durante la carrera para las presidenciales de 2020.
El entonces candidato a la reelección tuvo que someterse a un test cognitivo que permitía detectar signos precoces de demencia, bajo la incesante presión de varios alfiles demócratas. Los resultados fueron certificados y publicados.
¿Qué sabemos del estado de salud de Biden?
Cada año, el presidente se somete a un test médico que incluye varios exámenes cuyos resultados son públicos. El año pasado, Biden se sometió a varias pruebas, pero no se conoce si hizo un examen de sus funciones cognitivas. El 19 de noviembre de 2021, la Casa Blanca público su reporte médico:
“El presidente Joe Biden está “sano” y sigue “en condiciones de desempeñar con éxito las funciones de la Presidencia”, escribió Kevin O’Connor, el médico del presidente. Se espera que Joe Biden pase sin problemas próximamente su nuevo examen médico, cuyos resultados también serán públicos, según adelantó la Casa Blanca.
En el caso hipotético de que Biden quedara incapacitado para gobernar, la enmienda 25 de la Constitución prevé que la vicepresidenta sustituya al presidente si este ya no puede desempeñar sus funciones, un escenario por ahora lejano en el seno del Partido Demócrata.
Lo que también demuestra el estado de salud actual del presidente es lo que se puede observar según el horario oficial, compartido todos los días en la página de la Casa Blanca. Se puede ver que, en comparación con presidentes anteriores, Joe Biden tiene una agenda un poco más liviana.
A comparación de sus predecesores y en palabras de periodistas que han cubierto la Casa Blanca, Biden hace menos ruedas de prensa, las que celebra son más cortas y también participa en menos eventos públicos. Sus apariciones también tienden a ser más organizadas y coreografiadas; en varias de ellas, su esposa Jill Biden juega un papel preponderante al acompañarlo y ayudarlo a ubicarse, por ejemplo.
“El presidente Biden, en comparación con sus predecesores, ha hecho días en la Casa Blanca que son relativamente cortos. Generalmente llega a la oficina a las 9:00 a.m. –aunque no quiere decir que no ha trabajado antes– y regresa a la residencia privada de la Casa Blanca a alrededor de las 6:00 o 7:00 p.m., lo que es temprano para un presidente estadounidense y distinto de sus predecesores”, explica Marie-Christine Bonzom.
También se sabe que, recientemente, en la cumbre del G20 en Bali, Biden debía asistir a la cena de gala que cerraba la importante reunión. Sin embargo, “no se sabe exactamente por qué –ninguna razón precisa fue dada– pero el señor Biden, a último momento, canceló su participación en esta cena”, narra la especialista.
¿Qué les importa a los estadounidenses?
Aunque varios sondeos señalan que los estadounidenses tienen dudas sobre la capacidad de Joe Biden para cumplir con integridad las funciones de su cargo, no es un tema que llegue a la lista de los asuntos que más preocupan a la población.
“La salud de Biden es un tema legítimo de discusión, que sí hay que monitorear, pero no creo que sea la preocupación mayor, ni que está dentro de las preocupaciones principales del público estadounidense”, explica Federico De Jesús, exportavoz hispano de Nancy Pelosi y de la campaña presidencial de Barack Obama.
De hecho, según un sondeo del Centro de Estudios Políticos Americanos de Harvard de junio de este año, lo que más les preocupa es la inflación, el desempleo y la economía, las armas y la inmigración.
Por Gabrielle Colchen- France24