Hay figuras que no necesitan presentación, pero la vorágine de la carrera de Lali Espósito amerita cuanto menos un repaso de su monumental 2022.
La artista de 31 años ya le dio varias vueltas al mundo, y por donde pasó dejó su huella estelar: en el programa más visto de la televisión española se divirtió enseñando a hacer un viajero, la versión portable del Fernet con Coca, pero también pudo hablar con claridad y contundencia sobre acoso sexual. En suelo patrio fue parte de “La voz”, el talent show donde sorprendió con sus looks y, de nuevo, abrió espacios para temas como la identidad de género y la inclusión en el prime time.
El 2022, además, fue el año del “Disciplina Tour”, que agotó entradas en cada lugar donde se presentó y culminará nada menos que en la cancha de Vélez el próximo 4 de marzo.
Pero hay más, porque también debutó como productora de la versión televisiva de “El fin del amor. Querer y coger”, el libro de Tamara Tenenbaum que revolucionó el mercado editorial hace unos años.
Lali en Qatar
Así, hace unos días, mientras se espera el estreno de la nueva temporada de Sky Rojo, partió rumbo a Qatar con su hermano para grabar envíos de Por el mundo, el programa de Marley que recorre lugares exóticos y capitales. Casi unas vacaciones si no fuera porque Lali no para, entonces además de alentar a la Selección, se la pudo ver jugando al fútbol con Coscu, Momo, Nati Jota, Nicolás Occhiato y otros famosos que estaban cubriendo el Mundial.
Y mientras recorría el desierto o grababa con el chef Salt Bae, veinte horas antes de la final la convocaron para cantar el himno nacional junto a la Selección argentina en la previa del partido. “No puedo creer haber cantado el himno cuando venimos a ser campeones, loco, en el Mundial que somos campeones. Totalmente atravesada, emocionada, agradecida por la oportunidad, y ver a tantos argentinos llorando, aguante Argentina”, decía Lali en el arranque del último programa con Marley.
Entre otras cosas, lo inesperado de la invitación la sorprendió sin el outfit apropiado, y rápidamente salió a buscar el vestido ideal, un modelo de Yves Saint Laurent negro de un solo hombro. “Me los llevé a todos al shopping porque no tenía qué ponerme, y al final salió lindo el look, porque a mí todo me queda muy grande y no había tiempo para nada. Una amiga argentina que estaba acá, diseñadora, en dos minutos lo arregló”, contó sobre el backstage.
También compartió los llamados con su coach vocal Virginia Módica, quien la contuvo y le dio seguridad para afrontar la presentación en el estadio Lusail frente a más de 88 mil personas y millones de televidentes de toda la Tierra. “En un par de horas me tuve que preparar. Llamando a mi profesora de canto diciéndole ‘no puedo, no puedo’. Y ella diciéndome ‘sí, claro que podés’. Gente hermosa que me ayudó para que en poquito tiempo me pueda preparar para semejante evento.”
No habrá sido fácil: además de la relevancia para su carrera, el momento estaba signado por la emoción propia de una joven de barrio, futbolera y argentina. “Es quizás el día más intenso de mi vida –resumió–. En la ceremonia yo no escuché nada, pido perdón si hubo algún pifie, pero en el momento me relajé y me dije ‘tengo que cantar con el corazón’. Estaba muy emocionada, y cuando vi a la Selección no podía creer estar ahí.”
Lo dicho, en esos momentos debe ser difícil estar en sus borcegos. “No, difícil es ser la gente a la que se le inundó la casa en La Plata; ser Lali no es difícil, soy una privilegiada. Es difícil ser persona, es difícil ser social. Lali, Marcelo, vos, él… es difícil estar vivo en un montón de aspectos. Está romantizada la vida, cuando es difícil la obligación de ser feliz todo el tiempo que nos instalan las redes, y que nos instala la vida”, decía sobre ella misma en exclusiva para EPU antes de subir al avión rumbo a Qatar.
En esa charla habló mucho sobre esos mandatos y algunos otros, que la interpelan especialmente y no por casualidad son el tema de El fin del amor, la serie que produjo y protagonizó. Vale la pena escuchar (o leer) a la artista argentina de 2022, una voz que representa a una generación y que, cada vez queda más claro, tiene mucho para decir.
–En “El fin del amor”, Tamara, tu personaje, tiene muchas cosas en claro, otras no, por ejemplo ella ya de chica dijo “yo no me voy a casar”. ¿Cuáles eran las cosas que vos tenías así de claras?
–¡Ah! Soy parecida a Tamara en eso. Me pasa que nunca jugué… bueno, es un poco raro, pero yo nunca jugué a “la mamá”, te lo digo en serio, ni a casarme. No me pasaba. Jugaba a otras cosas.
–¿Quién jugaba a “casarse”?
–Se jugaba, esa cosa de la ilusión.
–Del bebote y todas esas cosas.
–Sí, absolutamente todo atravesado como flecha por la música, el cine, todo, todo el romanticismo como lo conocemos, y por algún motivo no me pasaba, porque no es que miraba una peli y había un casamiento y soñaba con casarme, no.
Con la maternidad me pasaba algo bastante parecido, porque no jugaba a cambiar pañales, que si lo analizamos es un poco fuerte, es muy de nuestra generación, porque hoy –yo tengo sobrinos pequeños– ya no es tan así, por suerte.
Nosotros éramos chicos y a las nenas nos encajaban el bebote y a los nenes la pelota, y eso era ser nene y nena, para los que hoy tenemos treinta, eso pasaba en nuestra infancia. Pero por suerte no me pasó y no tuve unos padres que me pusieran una muñeca, yo jugaba al fútbol con mi hermano.
En mi casa estaba, como corresponde (creo yo), todo mezclado: nene, nena… daba igual, yo me vestía con el mismo buzo que mi hermano. Mi casa era especial en ese sentido, pero a nivel generación sí crecí con todo eso y por eso coincido bastante con Tamara, con eso de que el mundo del casamiento no era algo que realmente me interpelara en ese momento y hoy tampoco.
–¿Y la maternidad?
–Bueno, me hago otras preguntas hoy, porque a los treinta, “bienvenidos a las crisis existenciales”, que de eso va la serie también. Por supuesto, me hago preguntas. Me pregunto primero si quiero, si es algo que tengo instalado y si realmente lo deseo. No tengo respuesta todavía, pero me hago esas preguntas. No tengo conclusiones, al contrario, tengo muchas contradicciones, que es lo sano y lo bueno en este momento de la vida.
–Y también se vuelve a preguntar por la religión, que la había sacado de su vida.
–Por la búsqueda de la identidad, una identidad actual, más allá de tu propia historia, y esos son elementos que te hacen feliz, de a ratos, por eso es una serie necesaria, con un personaje re incorrecto, al lado de personajes que vemos en otras ficciones.
–En otras ficciones que hasta vos misma protagonizaste.
–Claro, que yo misma hice, porque acá se hacen preguntas muy genuinas. Creo que es una serie que te atraviesa o te atraviesa, mucho más si sos de la generación que soy yo, de treinta, y mucho más si sos mujer, entonces está bueno.
Es difícil ser Lali, es difícil ser todos en muchas cuestiones, yo tengo mis dificultades en mi propia vida, en el núcleo de Lali, y tengo maravillas dentro de ser Lali, y detrás de todo eso está Mariana, una persona compleja (risas), que se hace muchas más preguntas que Lali, probablemente.