Alberto Fernández no comulga con el jefe de los supremos. El escándalo de los chats confirmó la opinión sobre la Justicia que habita en Balcarce 50. ¿Juicio político?
El nuevo escándalo que generó la difusión de chats entre el ministro de Seguridad de la Ciudad de Buenos Aires, Marcelo D’ Alessandro, y Silvio Robles, asesor del titular de la Corte Suprema de Justicia, Horacio Rosatti, no tomó por sorpresa a la Casa Rosada. El presidente Alberto Fernández ya dijo en público que cree que el máximo tribunal “perdió todo criterio de Justicia”, después de los fallos por la coparticipación de la Ciudad y del desaguisado jurídico que se generó en torno a la composición del Consejo de la Magistratura. En ese análisis, el supremo a cargo se lleva la peor parte.
Tanto el Presidente como los gobernadores del Frente de Todos que lo visitaron la semana pasada en la Casa Rosada creen que la Corte tiene “una clara animadversión” hacia el Gobierno y hacia el peronismo que “no se aguanta más”. Aunque las críticas del Presidente llegan a todo el tribunal, Fernández tiene sus cañones teledirigidos hacia Rosatti, titular de la Corte y, por obra de su propio fallo, también del Consejo de la Magistratura.
“Le pido que retome la senda del Derecho, que deje de atender a su ego”, dijo la semana pasada el primer mandatario sobre el santafesino. En privado, es más lapidario. Fernández tiene una mala opinión personal sobre Rosatti desde que el juez renunció a su cargo como ministro de Justicia del gobierno de Néstor Kirchner, en 2005, con denuncias sobre supuestos negocios en la construcción de cárceles.
Según la Casa Rosada, Rosatti tenía las obras bajo su órbita y total potestad para evitar el avance del contrato y su posterior ejecución. En efecto, la licitación nunca se concretó, pero Rosatti dio igual el portazo con denuncias incluidas.
Fernández lo guardó en su memoria.
Como reseñó Letra P, la divulgación de nuevos mensajes de texto reveló que D’Alessandro no sería solo un compañero de andanzas de jueces y fiscales con cargo al Grupo Clarín en Lago Escondido, con quienes complotaría para encubrir delitos de dádivas o algo más. Ahora surgen indicios de relaciones peligrosas.
Por un lado, el material filtrado indica que frecuentaba el restaurante El Secreto del hotel Four Seasons con Robles. En esos textos, el vocero de Rosatti parece sugerirle argumentos políticos y legales a su amigo y hasta cursos de acción sobre cuándo dar y cuándo no dar cuórum en el Congreso para tener en el futuro buena suerte en la propia Corte. Otros chats mostrarían a D’Alessandro recibiendo pedidos de favores –y, todo indica, concediéndolos– para ahorrarle multas y aceitarle contratos a Marcelo Violante, quien maneja el negocio de las grúas en la Ciudad de Buenos Aires.
Al Presidente tampoco le cayó nunca en gracia el papel de Robles, mano derecha y alter ego de Rosatti, que aparece en los chats con D’Alessandro y que también actúa como vocero y mediador frente a la Casa Rosada y a cualquier otra figura del ámbito público o privado que quiera sentarse a conversar con el supremo.
Aunque los números en el Congreso y el contexto político no invitan a hacer paralelismos, Fernández tampoco descarta en la intimidad que el accionar de los supremos habilite una presentación de pedido de juicio político. Rosatti aparece como el primero en su lista.
Por Gabriela Pepe – Letra P