Como cada cuatro años nuevamente tenemos un desafío: sobrevivir al año de la elección presidencial.
A todo o nada. La sensación de que todo es posible para este 2023 es un poco abrumadora, pero es necesario abordarla con la mayor tranquilidad posible. Lejos de la alegría mundialista, la confrontación política será muy dura. Es que en esta ocasión no habrá lugares asegurados y la disputa llegará a cada lugar del país.
La principal preocupación de la ciudadanía será como es lógico la economía. Ahí la tarea de Sergio Massa estará tensionada entre las demandas sociales para la recomposición de los ingresos, las propias del oficialismo en campaña para “poner dinero en la calle” y la necesidad de que la inflación se mantenga dentro de los márgenes explicitados, que para abril esté más cerca de tres que de cuatro puntos. Para mediados de abril se van a decantar las candidaturas del oficialismo, donde las grandes apuestas apuntan al propio Massa si concreta sus metas, y compitiendo en primarias algún candidato por parte del kirchnerismo paladar negro. En este plano muchos miran a Eduardo Wado de Pedro que todavía lucha contra el desconocimiento, mientras el tiempo corre. En estos días corren múltiples encuestas analizando diversos escenarios, uno de ellos es que compartan la fórmula.
Des-renunciamiento. Sin embargo, en el extrañísimo acto del jueves 27 diciembre con motivo de la inauguración de un polideportivo en Avellaneda, Cristina Kirchner rectificó (o ayudó a corregir) lo que la gran mayoría de los analistas interpretamos en forma errónea, no figurar en ninguna lista no sería una decisión de la vicepresidenta sino parte de una proscripción que estaría en curso. Como legalmente hoy nada impediría a Cristina ser candidata y tampoco tendría restricciones legales para junio cuando se deban presentar las listas electorales la dos veces presidenta podrá perfectamente volver a presentarse en una boleta en 2023.
Lejos de la alegría mundialista, la confrontación política será muy dura en el año que comienza
Aunque Cristina no lo vaya a reconocer jamás, tras su deserción temprana, el peronismo superó la fase veloz de duelo, para pasar al arte del reunionismo, donde no solo se comenzaron a discutir los posibles sucesores de Alberto Fernández, sino todas las candidaturas, especialmente las de la provincia de Buenos Aires. No pocos intendentes desearían que Axel Kicillof se corra a la boleta nacional (ya sea encabezando, secundando o como candidato a senador) y la candidatura clave de gobernador sea ocupada por algún intendente, nombres sobran. En parte, la lectura que se hace en esos quinchos es que se podría repetir un escenario como el de 1999, donde la Alianza ganó cómodamente la elección presidencial en todo el país, pero perdió la gobernación de la provincia de Buenos Aires. Lógicamente ese escenario debilitó desde el vamos al gobierno de De la Rúa. Esa intención de correr a Kicillof convenció a Cristina de darle un protagonismo inusual en el acto del jueves último.
Suenan las campañas. El otro gran capítulo de la telenovela política argentina es la interna en Juntos por el Cambio, que tuvo un doble giro esta semana. En el primero, Horacio Rodríguez Larreta ganó protagonismo por el fallo de la Corte Suprema sobre la coparticipación que le fue recortada oportunamente a CABA. Fue un triunfo puertas afuera. El otro giro fueron las incorporaciones al Gobierno de la Ciudad, Waldo Wolff, Martín Redrado y Silvia Lospenato. Fue una señal para adentro de Cambiemos mostrando renovada capacidad para debilitar a Patricia Bullrich. La contracara de esta ampliación es la creación de nuevos cargos estatales de primera jerarquía, algo que no cae muy bien en el electorado que pretende representar. Sin embargo, Bullrich no va a cejar en su candidatura donde incluso puso distancia de Mauricio Macri sobre la hipótesis de que este pueda pedirle que baje su candidatura en aras de la unidad del espacio.
Otra pata de la mesa de la política argentina es la candidatura de Javier Milei. Ha logrado lo que muchos dudaban, superar el bajón que tuvo el año pasado luego de sus declaraciones desconcertantes sobre la compra y venta de órganos. En este sentido sostiene su intención de voto incluso en las provincias de tradición peronista. Claro que comienza a observar que la casta es casta porque ha logrado a través de los años generar estructuras provinciales y municipales. Aunque no presente candidaturas a gobernador en las provincias que separen su elección de las nacionales, necesita candidatos a diputados y senadores en todo el país y a gobernador en CABA y PBA. En la provincia de Buenos Aires ocurre un hecho particular y es la indefinición de José Luis Espert, que duda entre sumarse a Juntos por el Cambio o volver a aliarse a Milei, sobre todo bajo la hipótesis de que se posible que ocurra un huracán libertario. La contracara de esto es que su candidatura podría proporcionarle el triunfo al peronismo aun cuando ganara JxC a nivel nacional.
El cuarto espacio que integra el cuarteto de las fuerzas políticas nacionales, el FIT, ya ha decidido llevar a Miriam Bregman a la presidencia y esto puede significar la puesta en valor de una huida de votos del kirchnerismo por izquierda, sobre todo entre los sectores medios y universitarios, que también han conformado el mapa del kirchnerismo en estos años. Esto puede precipitarse sobre todo si Cristina Kirchner no es la candidata.
El gran temor. Más allá de los preparativos de la dirigencia política, la sociedad posmundialista vuelve a colocar su atención en las cuestiones económicas. De allí que la capacidad de Sergio Massa para domar una economía desordenada marcará el paso de los acontecimientos políticos. Una contradicción que se puede observar es que si a Massa le va medianamente, el peronismo verá florecer candidatos. Una de las preocupaciones del año van a ser las pos-PASO. La experiencia del 11 de agosto de 2019 dejó un sabor amargo en la sociedad argentina. El día siguiente a la elección el dólar pasaba de 46 a 57 pesos. A partir de allí vuelve el cepo cambiario, primero a un límite de compra de 10 mil dólares y finalmente a los 200 dólares actuales. Será tarea del próximo gobierno abrir el cepo, que se ha convertido en un grillete imposible para la economía.
Por Carlos De Angelis – Perfil