El embajador argentino en Brasil puso el foco en la tardía respuesta de la policía y en la falta de previsión. Calificó el ataque de “acto terrorista”.
El embajador argentino en Brasil, Daniel Scioli, consideró que Brasilia “era una zona liberada” para los ataques a edificios de los tres poderes del Estado llevados a cabo este domingo por activistas radicalizados, simpatizantes del expresidente Jair Bolsonaro, a los que calificó de “acto terrorista”. Además, sostuvo que “la gran mayoría” de la población de ese país “no coincide” con el intento de golpe que finalizó con más de 400 personas detenidas. “Eso se vio durante la asunción (del presidente Luiz Inacio Lula Da Silva) en que no hubo incidentes”, marcó.
“No van a tener ganas de más nada porque la amplia población de este gran país no comparte lo que hicieron, inclusive la gran mayoría de los votantes de Bolsonaro”, advirtió en declaraciones al canal TN en la noche del domingo. Para el embajador, las autoridades locales tendrían que haber notado movimientos extraños y “ante las primeras informaciones no actuaron rápidamente”.
“Llamó mucho la atención la incursión violenta y que no se detectaran estos movimientos inéditos en una ciudad como Brasilia, que lleguen tantos micros en tan corto tiempo. Una de las decisiones que tomó Lula fue la de intervenir la seguridad del distrito federal y esto va a traer el control por parte del Gobierno de la seguridad”, sumó el embajador este lunes en diálogo con radio Rivadavia.
“Esto es un acto terrorista”, sentenció el embajador en sus dichos a los medios, donde además apuntó que “se está investigando quién financió esto”. “Es más grave que la toma del Capitolio en Estados Unidos (cuando perdió Donald Trump) por esta actitud violenta de destrozar instituciones”.
Scioli confirmó que una fiscalía pidió la detención del exsecretario de Seguridad de Brasilia, Anderson Torres, quien había sido echado luego de los incidentes por el gobernador del distrito federal, Ibaneis Rocha.
En su función de embajador, cargo que ejerce desde marzo de 2020, Scioli tuvo la difícil tarea de establecer lazos con el gobierno bolsonarista para fortalecer la posición comercial argentina en la relación bilateral, en un contexto de profundas desconfianzas políticas y claras diferencias ideológicas entre las administraciones de Alberto Fernández y Bolsonaro.