Lejos de miradas públicas, oficialismo y oposición cierran listas, el hecho maldito del sistema democrático.
Para gran parte de la ciudadanía el lapso que va desde febrero a mayo se percibe como intrascendente en términos políticos. De hecho, toda la atención estará puesta en la economía, especialmente en el mes de marzo, que suele ser un mes caliente en actualizaciones de precios tanto por el inicio de las clases, como por el cambio de temporada en indumentaria y calzado, y por el replanteo de las estrategias de precios de las grandes empresas.
Cajas negras. Sin embargo, en estos cuatro meses se produce el hecho maldito del sistema democrático: la confección de listas electorales cuya magia este año tiene por fecha de cierre el 24 de junio. Lo que sucede en este lapso es un verdadero prodigio de la ocultación, allí las diferentes corrientes de los espacios políticos exponen fortalezas y disimulan sus debilidades. La verdadera interna se produce en los bares: el que tiene encuestas favorables las muestra, el que no, muestra lo bajo que mide el oponente. Las reglas generales indican que este proceso se realiza lejos de la luz del día. Sin embargo, las informaciones en “off” –realizar comentarios a periodistas ocultando el informante– son parte de las tácticas de la torque fortalecimiento propio / debilitamiento del otro.
En el proceso de la conformación de las listas juegan dos elementos:
a) La selección de las cabezas de lista. Las primarias se han transformado en un obstáculo ya que permite cierta disidencia que no se puede detener. Más allá de esto seguramente existirán alianzas tácticas entre los contrincantes para evitar candidaturas “fuera de control”. Luego de la selección de los nombres estelares que se pondrán la mochila de la campaña (candidatos a presidente, vice, gobernadores, primer diputado y senador) aparece el segundo elemento:
b) la batalla por completar las listas. Acá poco importa qué representa cada candidato sino qué asegura frente al peso específico de cada sector que participa en las alianzas. También se debe tener en cuenta que los frentes hacen sus cálculos del porcentaje potencial que podrían sacar en cada distrito, para evaluar los cargos “entrables”.
En el caso del Frente de Todos en vista de la reunión de esta semana la primera reflexión es que nadie quiere sacar los pies del plato. Mientras que una mesa para facilitar los acuerdos no tendría que superar las cinco o seis personas, aquí había treinta y tres, incluidos Máximo Kirchner y Sergio Massa que no iban a ser de la partida.
El kirchnerismo en un punto tienen razón, si compitieran dos boletas presidenciales, habría que generar dos alternativas para todas las categorías. Salvo que se decida por ejemplo que Axel Kicillof sea candidato a gobernador en ambas, –algo muy favorable para él– habría dos candidatos a gobernador. Ahora bien, imaginemos un escenario con Wado de Pedro o Sergio Massa encabezando la lista A y Alberto Fernández o Daniel Scioli encabezando la lista B, ¿no podría la lista B obtener un 30% reuniendo simpatía y efecto confusión? Es perfectamente posible, por el cual el presidente o el exgobernador podría perder las PASO, pero podría construir un bloque propio en Diputados para tensar la soga luego. Además, ¿los movimientos sociales (caso el Evita) o los sindicatos tendrían lugares en ambas listas? Éstas son las razones en el peronismo por las que muchos preferirían ir en lista única, básicamente para no quedar afuera en la lista definitiva, aunque para el votante independiente resulte mucho menos interesante (el 30% del padrón) que las pujas en la oposición.
Los dilemas de Larreta. Los mismos razonamientos pueden funcionar para Juntos por el Cambio, pero las diferencias entre Horacio Rodríguez Larreta y Patricia Bullrich son abismales. Ya no se trata de palomas y halcones sino de algo más profundo que hace que la confrontación se reproduzca en todos lados.
Contrariamente a toda perspectiva previa Rodríguez Larreta navega desde abajo. Está abajo en las encuestas que miden la diferencia entre ambos contrincantes a nivel nacional. Por eso su estrategia pasó de ser focalizada a ser total, que va desde disfrazarse para Carnaval hasta adelantar la candidatura de Diego Santilli en PBA donde sabe que Patricia Bullrich no tiene un candidato definido, espacio por el que compiten Cristian Ritondo y Joaquín De la Torre. Juntos por el Cambio tiene un problema adicional sobre el FdeT y que es el armado de la lista, distrito por distrito en todo el país, donde aparecen los radicales que nunca cedieron al PRO el aparato territorial. Las incógnitas de JxC en las provincias se multiplican, incluso en las más habitadas y donde pueden sacar ventajas importantes por sobre el FdeT como Córdoba o Santa Fe.
Pero JxC sacó un conejo de la galera cuando lograron superar por una vez la interna para denunciar la “bomba” que estaría dejando el gobierno actual al próximo. Esta declaración puede interpretarse de dos formas: 1) como una advertencia temprana hacia la ciudadanía, para preparar los ánimos frente a las difíciles medidas que debería tomar el próximo gobierno; 2) construir una contrabomba, concretamente que los bancos y entidades financieras que contantemente van renovando los instrumentos financieros que emite el Banco Central teman por su patrimonio y se retiren de las próximas licitaciones de letras de liquidez adelantando la crisis, y que llevaría probablemente a un nuevo reperfilamiento y un nuevo corralito, ya que en definitiva no es dinero de los bancos, sino de los depositantes ya sean particulares o empresas.
¿Guerra total? Esta terminología “explosiva” presentada por JxC es esencial para cuidar su flanco a la derecha. Buena parte del espacio social que lleva por candidato a Javier Milei debería ser naturalmente votante del macrismo, pero la forma en que Macri gestionó la economía mediante el gradualismo lo llevó a demandar otra forma de iniciativa. Si bien los estrategas de JxC consideran que el despeinado libertario no es capaz de llegar al ballottage, en la letra chica de los considerandos sí identifican que le puede entregar la gobernación de PBA en bandeja a Kicillof, así como le puede llegar a lastrar la mayoría absoluta en la Cámara de Diputados. Por éste y otros motivos más que llegar a acuerdo de gobernabilidad oficialismo-oposición el proceso electoral será un cotidiano “todos contra todos”.
Por Carlos De Angelis – Perfil