Alberto Fernández patea la definición a mayo. Cristina y La Cámpora apoyan el ministro de Economía. El embajador quiere ser. Sciolismo-massismo ¿hay retorno?
Máximo Kirchner dice en privado que militará “en contra” de Daniel Scioli si el embajador en Brasil se convierte en el candidato presidencial del Frente de Todos (FdT). Sin Cristina Fernández de Kirchner en la cancha y con Alberto Fernández vetado, el cristinismo ya no esconde su preferencia abierta por Sergio Massa. Críticos del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI), los referentes del sector hacen malabares para poner al ministro que lleva la relación con el organismo a salvo de las flechas que lanzan sobre el Gobierno.
Las acciones del ministro de Economía dentro de la coalición de Gobierno fueron en caída en los últimos días. La liga de gobernadores y la CGT, hasta hace poco promotores de su candidatura, quedaron el martes congelados ante la publicación del índice del 6,6 por ciento de inflación de febrero. “Si Sergio no baja la inflación no puede ser candidato”, dice ahora uno de los líderes sindicales que más se había entusiasmado con la carrera presidencial del tigrense. “Todos lo quieren ayudar a Sergio, las provincias entraron en el canje de deuda en pesos. Pero la inflación realidad se impone, la inflación no va a bajar. Y lo único que va a quedar en pie va a ser Scioli”, apunta un operador del Norte Grande. Las perspectivas son sombrías.
Los números que maneja la central obrera indican que el Índice de Precios al Consumidor (IPC) de marzo rondará el 7 por ciento “en alza” hacia adelante. “Así la elección está perdida”, vaticina el mismo dirigente obrero. La ministra de Trabajo, Kelly Olmos, llegó el miércoles pasado a la CGT con una luz de esperanza. En su visita al edificio de Azopardo, dijo que el Gobierno confía una baja a partir de abril.
Entre los funcionarios de la Rosada hay quienes se aferran a otro dato que podría salvar a Massa. Aunque la inflación está en el tope de las preocupaciones de todas las encuestas, los analistas dicen que la sociedad no le factura el número al ministro de Economía. La conclusión es en sí misma desesperanzadora. Va de la mano con el pesimismo imperante en la ciudadanía y marca que no hay expectativas de que el problema se pueda resolver en el corto plazo, más allá de Massa.
“Todos queremos que sea Sergio, pero no sabemos si llega. Va a depender mucho de cómo se pare en las próximas semanas, después de este cachetazo”, apunta un dirigente que brega por la unidad frentetodista. ¿Massa quiere ser? El ministro hace cuentas y patea la pelota hacia el poco futuro que queda por delante. Dice que no será candidato y que solo dejará “estacionado” el auto que agarró sin batería y a punto de chocar.
Tiene apenas 50 años, tiempo, espalda, conocimiento y una red de relaciones locales e internacionales como para volver a intentarlo en 2027. Ya no promete resultados mágicos. Del objetivo del tres adelante en el IPC de abril, pasó a resaltar otros logros, ordenamiento y estabilización.
El ministro está fastidioso con la interna. Hace equilibrio entre Fernández y Cristina, visita a uno y a otro, mantiene a ambos informados, consulta el diseño de las próximas medidas. Pero se impacienta con las operaciones cruzadas, que afectan la gestión económica. Cree que albertistas y cristinistas “están boludeando” con la interna mientras él se dedica a “desactivar bombas” que están cada minuto a punto de explotar.
Esta semana quedó atravesado por dos crisis que derivaron en pases de factura internos, el número de la inflación y el cierre del acuerdo con el FMI. El lunes por la tarde, el Ministerio de Economía celebró el comunicado del organismo que anunció la flexibilización de la meta de acumulación de reservas. Cinco horas después, La Cámpora emitió una declaración que cuestionó la relación con el organismo y los términos del acuerdo.
Hubo movimientos posteriores desmedidos por salvar al ministro. “No fue la intención del comunicado ni está en nuestra cabeza de ninguna manera enfrentar a Sergio. Sabemos el trabajo exhaustivo que hace”, le aclaró a Letra P un vocero del cristinismo. Sus principales dirigentes también salieron a bancarlo en público. El apuntado original había sido el Presidente. En definitiva, dicen, en línea con lo que planteó Cristina, también Massa piensa que hay que renegociar el acuerdo. Eso hizo cuando le planteó al Fondo la necesidad de considerar el costo de la sequía.
El ministro desorienta hasta a los propios. Su círculo íntimo se divide entre los que todavía creen que tiene chances de ser candidato y no dejará pasar la oportunidad de llegar a la Presidencia y los que piensan que no competirá si no tiene asegurada la posibilidad del triunfo. No le gusta perder a nada y no rifará su capital político en medio de la guerra peronista. Ese mismo sector agita otra pregunta. ¿Le sirve a Massa ser el candidato de Cristina?
Los que lo alientan dicen, además, que solo competirá en las elecciones si puede ser el candidato “de consenso” del FdT. Es decir, si le garantizan que todo el peronismo se encolumnará detrás suyo, sin necesidad de competir en las PASO. Interna despejada. Massa siempre fue crítico del sistema de primarias abiertas. Impulsó su suspensión en 2019 y 2021 y lo planteó respecto de este año. No tuvo éxito.
Scioli es su contracara. Promotor de las PASO, el embajador en Brasil es el único que ya dijo públicamente que será candidato, en caso de que Fernández decida no pelear por la reelección. Como el primer mandatario, piensa que el peronismo tiene que generar una interna competitiva, que permitan juntar votos por izquierda y por derecha. Cree que puede seducir tanto al votante de Javier Milei como al de Myriam Bregman, que obsesiona a Kirchner. Quiere la revancha de 2015. Piensa que una PASO contra Massa sería buena para el espacio.
Fernández lo alienta. En el entorno del Presidente ya están identificados los que promueven a Scioli como posible sustituto para el sector. El embajador en Brasil agradece, pero esquiva ese lugar. ¿Le sirve ser el candidato de Fernández? ¿Puede hacer campaña desde otro país? Scioli cuida la relación, pero no quiere aparecer en escena como la alternativa del albertismo. Busca representar a todo el espacio. E incluso se anima a decir en privado que podría convencer al cristinismo: “¿Quién me puede decir algo a mí? Si yo nunca traicioné. Siempre estuve en el mismo lugar”. Pero en el sciolismo no genera sorpresas que La Cámpora rechace su candidatura. “Ya vimos la película. Terminó con Mauricio Macri presidente”, dicen.
“Es el único que puede hacer campaña más suelto, porque no es parte del sistema de decisiones del Gobierno”, apunta el mismo operador del Norte que cree que Scioli será lo único que quedará en pie para las elecciones. Salvo que Massa pueda ofrecer algo mejor. “Si Sergio está competitivo, a Scioli lo van a barrer”, arriesga. Aunque todavía no anunció públicamente si peleará o no por la reelección, el Presidente no aparece contemplado en la ecuación.
En esa disyuntiva radica uno de los mayores desacuerdos del FdT: encolumnarse detrás de un solo candidato o competir en las PASO, como hará Juntos por el Cambio. Cerca del Presidente dicen que la interna ayudaría a resolver los conflictos que no se pudieron dirimir en los años de convivencia forzosa en el Gobierno. En el cristinismo la idea también tiene algún comprador. “¿Quién nos va a creer que podemos tener un candidato de consenso si hace tres años que nos estamos matando?”, apunta un intendente cercano a la vice. “Nuestro candidato a presidente va a surgir del vacío, no de la esperanza”, analiza, resignado, un dirigente que milita en el complejo laberinto del peronismo porteño.
Presionado por el cristinismo, Fernández decidió llevar indefinición hasta el límite. En su entorno dicen que hará su anuncio en la segunda quincena de mayo. Sabe que no cuenta con los apoyos que alguna vez tuvo. La CGT y los gobernadores abandonaron el barco. En la última reunión del Norte Grande, el catamarqueño Raúl Jalil, de buen diálogo con Fernández, recibió mensajes previos de sus pares con advertencias de que no se le ocurriera sumarlo a la foto. Mientras, el primer mandatario respalda a Massa y sostiene el vínculo con Scioli. Los considera amigos y los elogia en sus tareas. Dice que estaría dispuesto a darle su apoyo a cualquiera de lo dos “si garantizara el triunfo del FdT”.
La preocupación por la falta definiciones internas y por un panorama electoral desolador llega tan lejos que los viejos enemigos amagan con acercarse. Obligados a hablar por sus funciones, en Economía y como embajador en Brasil, Massa y Scioli retomaron contactos fluidos en los últimos meses, personales y a través de terceros. La relación estaba rota desde 2013, cuando el entonces gobernador amagó con romper con el kirchnerismo para sumarse al armado del Frente Renovador y plantó a Massa en el último minuto. A eso se sumó el robo que sufrió el ministro de Economía en su casa de Tigre durante la campaña. “Con vos todo mal, pedazo de forro”, le gritó Malena Galmarini, sin anestesia, cuando lo cruzó en un canal de televisión.
La división se mantuvo en 2015, cuando compitieron como candidatos a presidente. En agosto de 2022, la llegada de Massa al Ministerio de Economía eyectó a Scioli de la cartera de Producción, donde apenas había aterrizado hacía menos de dos meses, y lo devolvió a la embajada en Brasil. La convivencia no era posible. El ministro sorprendió a todos a fines de noviembre. “Quiero agradecerle a Daniel, porque necesitamos muchos como Scioli, que cuando se van a otro país abran los mercados para que vendamos productos argentinos al mundo”, dijo durante un discurso en la fábrica de autos.
En marzo, el secretario de Comercio, Matías Tombolini, y el de Industria y Desarrollo Productivo, José Ignacio de Mendiguren, viajaron a Brasilia donde compartieron jornadas de trabajo con Scioli. De Mendiguren tiene historia común con ambos. En Brasil también reside Gabriel Delgado, director del Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA), de vínculo fluido con ambos. En medio del caos, otras terminales comunes propician el diálogo.
En un café se vieron por casualidad hace pocos días un hombre muy cercano a Scioli y un operador político de Massa. Viejos conocidos, no se veían hacía seis años y coincidieron en una reunión a través de un tercero. Hubo agradecimientos cruzados por gestiones en Economía y en Brasil. Compartieron el diagnóstico sobre lo difícil situación política, hablaron de los errores del pasado y de la necesidad de acercar posiciones para resolver la crisis política del peronismo. ¿Continuará?
Por Gabriela Pepe – Letra P