Misiones Para Todos

Luis Majul: “La grieta es entre la buena gente y la mala gente”

El periodista habló con Teleshow a horas del lanzamiento de El Observador, la radio que lo tendrá como una de sus figuras. Aquí da su visión del panorama de los medios, analiza la convulsionada actualidad argentina y revela su costado romántico

Sin temor al contexto complejo que atraviesa el país, Luis Majul apuesta fuerte con El Observador, una radio que se instalará en el dial (FM 107.9) a partir del 1 de mayo, el Día del Trabajador. “La fecha se relaciona con nuestro espíritu, porque creemos en el mérito y el esfuerzo”, desliza el periodista en diálogo con Teleshow.

En la emisora, estará acompañado por un plantel de profesionales compuesto por Viviana Canosa, Yanina Latorre, Franco Mercuriali y Esteban Trebucq en la grilla semanal, y Federico Dexter Wiemeyer los fines de semana.

Con el recurso del humor, Majul asegura que “en la derecha del dial” continuará con su mirada crítica e intensa que pone en jaque a la clase política. Su desconfianza a las encuestas, la grieta, el desorden de la oposición y el fracaso de Alberto Fernández en el Gobierno son algunos de los puntos que destacó, sin omitir una clara advertencia: “Todavía vamos a estar un poco peor, el optimismo llegará en el mediano plazo”.

—En un contexto en el que muchos medios de comunicación tienden a achicarse, ¿cuál es la fórmula? ¿Importa ganar dinero?

—La idea de hacer un medio de comunicación sin ganar plata es una locura. Principalmente porque hay que pagar sueldos. Y desde que La Cornisa existe, y esto también va para nuestros socios en El Observador, siempre se paga en tiempo y forma. Cuando era joven y trabajaba para otros medios, les exigía a mis empleadores que sean serios y que cumplieran con su palabra. Y yo cumplo con mi palabra. Nunca voy a prometer algo que no pueda cumplir en materia laboral.

—Es en un momento del país muy difícil.

—Soy atípico. Si reviso mi historia personal, todos mis emprendimientos tuvieron que ver con una crisis. El primer libro que escribí, Por qué cayó Alfonsín, fue publicado en 1990 y se vendió muy bien en medio de la hiperinflación. Con ese libro me compré mi primer departamento y realicé mi primer viaje a Europa. Desde ese momento, todas las decisiones que tomé fueron desafíos para ser más autónomo. Decidí fundar una productora, porque las presiones que tenía de los dueños de los medios me impedían trabajar con la libertad que quería. No lo hice por dinero, lo hice para tener más autonomía y libertad.

—¿Cuáles fueron los tres momentos que marcaron tu vida personal y profesional?

—Los nacimientos de mis dos hijos, Octavio y Victoria; cuando me enamoré de mi mujer, China. La primera noche que nos vimos le anticipé que había dos posibilidades: no nos íbamos a ver más o no nos íbamos a dejar de ver nunca a partir de ese momento. Y sucedió lo segundo.

—¿Cómo fue eso?

—Me la presentó un amigo que trabaja en medios de comunicación, que estaba casado con una amiga de ella. Ella estaba volviendo de San Juan y nos enviaban fotos de los dos. Mi mujer es muy linda, fue una buena ventaja que le saqué a la vida. Mis hijos dicen que no saben cómo hice para conquistarla. La clave fue que me habían mostrado una foto de ella en Punta del Este y en ese momento se usaba la colaless. Nos reímos mucho, porque dijimos que esa foto de espaldas definió todo. Cuando empezamos a hablar, comprendí al instante que si ella tenía el mismo deseo que yo, íbamos a tener una vida juntos.

—¿Hay un lado romántico en Luis Majul?

—Sí, soy romántico. Mis amigos me dicen que sí. Los hombres románticos no hacemos gala de nuestro romanticismo. No fingimos romanticismo, ni actuamos el romanticismo; lo sentimos. El mayor acto de romanticismo es prestar atención de verdad.

—¿Sos atento?

—Yo diría que durante mucho tiempo no fui todo lo atento que debería ser y ahora lo estoy tratando de ser. Estoy tratando de no hablar como si diera cátedra todo el tiempo,que es una tendencia que tenemos todos los periodistas porque laburamos de eso.

—¿Quién te ayudó para eso?

—Mi hija Victoria, mi hijo Octavio, mis amigos y China, mi mujer. Somos intensos, honestos y decimos lo que pensamos.

—¿Sos celoso?

—La verdad que no. Hay una vieja teoría que dice que todos somos celosos teniendo una excusa para serlo y expresarlo; pero no. Si a alguien le gusta una persona que quiero y busca seducirla, dependiendo del momento y el contexto, a mí me pone bien.

—¿Hay una receta para mantener la pasión después de más de 30 años?

—No. Son más de tres décadas de amor y quilombos como todo el mundo. El que te diga que las parejas de años no pasaron por infinidad de crisis y de cosas lindas, también miente. Con los años las parejas se van convirtiendo, van generando diferentes vínculos: de amor, de pasión, de amistad, de comprensión, de compañía, de escucha…

—¿Cómo te llevas con la inteligencia artificial?

—Bien. Por supuesto que no me animo a polemizar con Elon Musk o con Harari, que están planteando la idea de que la máquina va a terminar dominando al hombre, pero no la comparto en términos generales. Creo que es un instrumento muy interesante para obtener información, mezclarla, acumularla o dar opiniones, pero todavía no le he visto el perfume del estilo verdadero y genuino. Negar el avance de la tecnología es de necio.

—¿Te comiste alguna fake news?

—No, pero me inventaron cosas. Hay una muy famosa en donde aparezco en la pantalla de A24 con un zócalo diciendo que Macri o que Alberto Fernández eran parecidos a Gandhi. Y eso es mentira. Fui víctima de las fake news. Una boludez grande como una casa. Después, hay que ver cómo le pegan a uno las cosas que dicen en las redes sociales.

—¿No te afectan?

—Fui tendencia varias veces. A muchos usuarios se les nota el hilo de los títeres. ¿Qué importancia tiene que hablen de mí con el dólar a 500 pesos? En perspectiva, soy una persona muy preocupada y comprometida por las cosas que le pasan al país. No soy político, ni haría política nunca. ¡Pobre política! Las cosas importantes son otras: el índice de pobreza, la inflación, el desastre que es este Gobierno desde el primer día que asumió… Un desastre. Esas son las cosas importantes. Que no le alcanza la guita a la gente para comer.La cantidad de gente que se rompe el lomo para llegar a fin de mes y tener una vida más o menos aceptable es enorme. Es asfixiante y angustiante.

—Es terrible que cuando recibimos las estadísticas y vemos los porcentajes de pobreza, indigencia o el aumento del dólar; hablamos de números macro. Hay personas y familias que se están cayendo del sistema…

—Una de las historias que contamos en La Cornisa se trata de Agustina Girón, una mujer que tiene dos hijos y su marido murió de covid hace un par de años. Hacía 15 años que alquilaba y el propietario le dijo que le tenía que dejar el departamento a un familiar suyo. Pagaba de alquiler hasta hace poquito 60 mil pesos y gana en total, junto con la pensión de su marido, 170 mil. Para mudarse le piden 170 mil pesos, exactamente lo que gana. Eso es una pintura de la realidad argentina. Otra pintura que también mostramos es la de un señor que tenía empresas de zapatos. Tenía cuatro locales propios, con empleados. Ahora está vendiendo sus zapatos como mantero, y no le había contado a su hijo porque le daba vergüenza. Cuando salió por televisión, su hijo le dijo que lo llenaba de orgullo. Y la mujer pidió auxilio por Twitter, porque era la única red social que los hijos no visitaban. Eso es Argentina.

—¿Quería bajarse Alberto Fernández de la candidatura presidencial?

—Era inevitable. Creo que nadie, en su sano juicio, podía pensar que tenía alguna posibilidad de ser reelecto. Desde el punto de vista simbólico, éste es un gobierno terminado, aunque todavía faltan muchos meses para el cambio y la entrega de poder.

—¿Y cómo llegamos a diciembre?

—Es una buena pregunta a la que no encuentro respuesta. Podemos llegar a los tumbos, cada vez peor. Como estamos ahora, se ve un escenario terminado. Puede haber un evento disruptivo que haga que se genere, por ejemplo, un adelantamiento de las elecciones.

—¿Crees que eso puede pasar?

—No lo descarto para nada. No lo veo como algo lindo, ni simpático, pero no lo descarto.

—Es importante que este Gobierno termine su mandato como corresponde…

—Sí, entiendo. Pero la dinámica de crisis que está llevando, con la superinflación que está a las puertas de la hiperinflación, no sé si lo va a posibilitar o lo va a impedir. Alfonsín tuvo que renunciar cinco meses antes a la presidencia. De la Rúa también en el 2001 por las circunstancias que ya sabemos: Duhalde, Kosteki y Santillán. Es una anomalía que los gobiernos no terminen en tiempo y forma, pero la manera de gobernar que tiene el peronismo es una anomalía. Es un milagro que haya terminado Macri teniendo en frente a una resistencia tan brutal, agresiva y desmesurada como fue la de la oposición.

Por Tatiana Schapiro-Infobae