Las fotos del nuevo arzobispo porteño Jorge García Cuerva con Mauricio Macri y dirigentas de Juntos por el Cambio derriban los argumentos de la opinólogos mediáticos y la ultraderecha católica que cruzaron al “pastor del pueblo”.
El Papa Francisco no tiene reversa en su caja de cambios. Los diez años como Vicario de Cristo consolidaron el proceso que se inició en el cónclave que lo eligió el 13 de marzo de 2013. Bajo los preceptos del Concilio Vaticano II se debe entender la conducción de Jorge Mario Bergoglio. De allí surgió la furibunda reacción de “los Milei” y “las Bullrich” de la Iglesia -y de sus voceros mediáticos- contra el nuevo arzobispo porteño Jorge García Cuerva.
Con la designación de otro Jorge de apellido compuesto, Bergoglio sorprendió y sin duda reacomodó el tablero político-eclesial en el corazón de su Patria, que es la nuestra. Atrás quedó, como mal recuerdo, la pérfida conducción de Mario Aurelio Poli. Es importante conocer los datos que ocultan los “ultracatólicos”.
En primer lugar, ocupar el puesto de arzobispo porteño significa ser el líder terrenal desde lo espiritual durante los próximos 20 años (los sacerdotes se jubilan a los 75 años) de casi tres millones de bautizados que habitan en la archidiócesis de Buenos Aires.
La jurisdicción eclesial abarca no sólo la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. También incluye a los municipios bonaerense de Avellaneda, Lanús, Lomas de Zamora, Berazategui, Quilmes; por el oeste a Laferre, San Justo, Morón; y al norte: San Martín, San Isidro y San Miguel.
Esto regionalización incluye la conducción de nueve obispos, es decir, nueve capitanes de un ejército espiritual, todos ellos en sintonía con el Concilio Vaticano II, que retomó el Papa jesuita con la fuerza del Espíritu Santo sin prisa, ni pausa.
En la terna de los candidatos, Jorge Ignacio García Cuerva era el mejor posicionado para superar los filtros formales y clásicos de la Santa Sede. Su formación académica (es abogado recibido en la UBA e historiador en la UCA), además de otros títulos eclesiales y los dos años de idas y vueltas a Roma y trabajo continúo en el Dicasterio del Clero (nosotros llamamos ministerio), terminaron por inclinar la balanza. Es la llegada de un hombre de la fe y la ley en momentos en que en la Argentina se reclama una renovación de la Justicia. El Dicasterio es un área central en la Curia Romana porque allí se arma el listado de los obispos para sus ascensos o traslados.
García Cuerva y el Santo Padre no son viejos amigos. Recién se conocieron en el 2014, pero Jorge Mario valoró aquello que viene pidiendo a todos los bautizados, y sobre todo religiosos, parresia (coraje), para encarar las tribulaciones mundanas que convierten a los obispos en coherentes apósteles de Jesús y no en clérigo de Estado. Muchas veces desde el periodismo y la política se hace lecturas apuradas. La era de la imagen muchas veces nos condena. Todo se define en las fotografías. De allí que el “carpetazo” contra el arzobispo nace con una leve búsqueda en las redes sociales y Google. Pero cuando las fotos muestran una amplitud de dirigentes (desde Mauricio Macri a María Eugenia Vidal y Carolina Stanley) se las oculta para encajar las ideas en una realidad compleja. Eso siempre sale mal.
El Milei con sotana
Ante la designación de este cura como arzobispo que pastoreó las villas de la diócesis de San Isidro, los Milei y Bullrich de la iglesia católica primero salieron a la luz por un vocero no buscado. Es que se filtró el audio injurioso de un sacerdote contra García Cuerva (que incluía al arzobispo de La Plata, Víctor Manuel Fernández).
El cura de carrera eclesial errática, Rodrigo Vázquez, rabioso de bronca se dirigía a un grupo de laicos y religiosos donde había circulado cierta alegría por la designación de García Cuerva, que es hijo de un odontólogo retirado de la Fuerza Aérea y tuvo un tío fallecido como aviador en la guerra por las Islas Malvinas. Esa cuna militar y patriótica llevó al elogio en un principio de muchos católicos. Pero fue tan despiadada la difamación del ex capellán, refugiado en la gélida diócesis de San Nicolás, que alguien de ese grupo en la fe hizo trascender el audio y circuló al punto que intervinieron los obispos, Óscar Ojea, presidente de los obispos locales, y Hugo Santiago, obispo que lo recibió en su jurisdicción, para poner en caja al cura que en su juventud fue expulsado del seminario en San Isidro por leer a Adolf Hitler, aunque luego apañado por el entonces obispado castrense, José Medina.
Otro de los motivos ocultos de los anti-concilio Vaticano II, y por ende anti-Francisco, es la intervención del instituto religioso, Miles Christi. El Papa le tiró esa papa caliente al entonces obispo de Río Gallegos. No lo defraudó. Superó la prueba y allí otra de las razones para su nuevo destino en Buenos Aires. Este es otro de los motivos ocultos, que García Cuerva haya sido el Comisario Pontificio para ordenar un bastión del ex arzobispo de La Plata, Héctor Aguer. Allí tuvo que expulsar a su fundador y ex sacerdote, Roberto Juan Yannuzzi, por sus abusos sexuales. Para conocer más detalles de la intervención del Papa a otros grupos ultras católicos en Argentina recomiendo leer este artículo de Alfredo Silletta.
El próximo 15 de julio es cita obligada en la Catedral de Buenos Aires a todos aquellos que quieren hacer florecer la primavera papal. Ese día asumirá su nuevo cargo el arzobispo porteño, que también será el nuevo cardenal argentino, pero por sobre todo, nunca dejará de ser pastor del pueblo.
Por Lucas Schaerer-Ámbito