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Marcelo Araujo: “El fútbol argentino me aburre”

“Por suerte, nunca tuve que usar la custodia personal, pero sí, yo me movía con custodia en esos años”. Sentado en un sillón del living de su departamento, Marcelo Araujo se ata con detenimiento los cordones de los zapatos. El hombre que acaba de cumplir 76 años evoca a aquella celebridad polémica, disruptiva y muy popular. En la escena hay una silla de ruedas, ahora plegada en un rincón. Ya no hace falta.

Sale poco. La rutina de las tres visitas semanales al Hospital Italiano para seguir adelante con la rehabilitación lo agota. “La gente cuando me cruza me trata muy bien. La verdad es que me sorprendo, harán comparaciones, o extrañarán las pelotudeces que yo decía. Por lo menos los hacía cagar de risa”, reflexiona con sarcástica indulgencia. “No la pasé muy bien cuando laburaba, llegaba dos horas antes a la cancha para tratar de evitar las puteadas y todo eso. Pero ahora no, me estoy recuperando de las puteadas. Es una buena época, me sigo recuperando del Covid y de tantos años de puteadas”. Y suelta la carcajada. Con una respiración algo agitada, retrato del paciente que no debe relajarse.

Un andador acompaña sus desplazamientos. En marzo de 2021 empezó la desventura: después de una caída hogareña llegaron los estudios médicos, los análisis y apareció el positivo de Covid. Casi dos meses en terapia intensiva y otros ocho en un centro de recuperación. “Pegó en el palo y salió, ¿viste?”, bromea, y resume en código futbolero. Las secuelas, los cuidados y el olvido. Escucha la pregunta: al campeón lo abandonan cuando pierde, ¿cuántas veces menos que en los años 90 te suena el teléfono? “Comparativamente, el celular está mudo”.

Y viaja a los orígenes de un fenómeno de la comunicación con enorme penetración popular. Adorado, criticado, señalado, pero siempre muy escuchado. Nunca inadvertido. La chispa la conserva intacta, no rehúye de la cornisa en las respuestas. Ni se ahorra algunas groserías. “Estilo, el estilo… Yo emboqué una, lo sé, porque tenés que tener suerte también. Empecé a usar el idioma de la tribuna. Al principio me decían ‘cómo decís eso, mal educado’. Y yo les respondía: ‘Cuando vos vas a la cancha, y el 9 de tu equipo erra un gol, ¿lo aplaudís y decís ay pobrecito, no va a dormir esta noche?’. No, lo mandás a la concha de su hermana’. Y yo no podía putear, pero metía mis boludeces. Mirá que había buenos relatores, pero a mí me aburrían. Si el partido era malo, y además el relator no lo levantaba un poquito… Entonces yo pensaba que algo había que hacer”.

foto AML

Araujo en una cabina de transmisión, en la cancha, su lugar en el mundo

–Entonces, te volviste… ¿crazy?
–Eso, eso. En Mar del Plata, torneo de verano, jugaba River contra no sé quién. Y Ramón Díaz se pierde un gol hecho y a mí me salió “qué boludo”, o algo así. ¡Se armó un quilombo! Me cita el ‘Negro’ Avila a su oficina. Entro. ‘Sentate me dice’. Intenté empezar a hablar para abrir el paraguas, para calmarlo. Y me frena. ‘Nooo, no, me digas nada, no le des bola a nadie y seguí así’. Y ahí me solté. El ‘Negro’ siempre me respaldó. Creo que vio que ahí podía haber una veta de entretenimiento, para eso era muy rápido. Entonces me fui soltando, de a poco, hasta que… Macaya se quería morir, pobre, primero sufrió y después se fue acostumbrando. Adrián [Paenza] también. No sé qué salvajada dije una vez y se fue de la cabina de vergüenza.

–¿Qué te sucede con los medios, hoy?
–Los diarios están en el celular, y yo consumo mucho. La televisación del fútbol está muy atrasada acá. No a nivel imagen, no a nivel tecnología, sino a nivel periodístico. Pero no por los periodistas, sino por la propuesta. Durante mi internación tan larga, te podrás imaginar, miré de todo por TV y empecé a darle bola a las transmisiones de automovilismo. Descrubrí un gancho que el fútbol no tiene: el diálogo entre los corredores y su equipo de trabajo en los boxes. Escuchar ese diálogo me pareció fascinante. Y enriquecedor para el televidente. Ponerle un micrófono al técnico y elegir a tres o cuatro jugadores de campo. ¿No van a querer? Puede ser, quizás, pero probemos. Sería entretenido y hasta tendría un fin didáctico. Hace años que lo veo y lo escucho en los tiempos muertos del básquet, por ejemplo. ¿Qué estoy loco, que no me van a dar bola? Me gustaría que por lo menos lo piensen.

–¿Qué es lo que menos te gusta?
–Me parece que hay un libertinaje en los medios, fundamentalmente en la televisión. ¿Por qué digo esto? Vos para tener un programa de televisión tenés que tener un mínimo de conocimiento. Uno dice sí, otro dice no, uno dice me parece, el otro no sabe el reglamento. No son didácticos. El componente diversión está muy presente en los programas. ¿Sabés qué pasa? Que el boludeo reemplazó al conocimiento. Disimula. Hagamos pensar un poquito a los hinchas. Discutile al técnico, por ejemplo, incomodalo con argumentos, no todas boludeces. Hoy los pibes no forman opinión, al contrario, cuentan chimentos y están en las pelotudeces. Me gustaría otra cosa, aunque se equivoquen. Pero hay mucha holgazanería también. Y por otro lado, hoy los clubes y los futbolistas están más blindados, es mucho más difícil llegar a ellos, pero vos te las tenés que arreglar, te las tenés que ingeniar. Creo que hay más susceptibilidad en los protagonistas también, están más asustados y desconfiados.

–¿Qué te parecen los exfutbolistas en los medios?
–No estoy de acuerdo con que trabajen los tipos que no estudiaron. Por portación de apellido, no. Yo sé que para ellos es doloroso cuando largan y también entiendo que se quieran ganar un mango, pero el hecho de haber jugado al fútbol no les da carnet de conocimiento. Sino, cuando todavía juegan, que manden a la mierda todos los días a sus técnicos, si total ellos ya saben todo. No, en principio no me gusta. Y, tampoco, su presencia es una certificación de mayor rating. Y lo que manda es el rating.

–¿Mariano Closs o Sebastián Vignolo?
–Los dos, cada uno con los suyo. Son buenos los dos.

foto AML

–Vaya herencia la de Demichelis…
–Debe tener buenos amigos en River, ¿no?

–Seguramente han entendido que estaba capacitado para dirigir a River.
–Y, el amigo siempre cree que su amigo es bárbaro.

–¿Y cómo evaluás a su River?
–Lo estoy viendo bien, no gana de casualidad ni porque lo ayudan. Me está convenciendo.

–Tres técnicos argentinos en el extranjero: Simeone, Pochettino y Sampaoli.
–Mejor dicho, como técnicos, dos. A uno sácalo.

–¿A quién descartás?
–Ponelo a Simeone como el mejor, para mí. Saca vos a uno de los otros dos.

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–A Sampaoli.
–Bien, estamos de acuerdo.

–¿Y Bielsa?
–Ahhh…, es un grande, es un grande. Yo soy un gran admirador de Marcelo; me van a faltar palabras, mi idioma va a ser muy limitado para poder calificarlo.

–¿Guardiola es el último gran revolucionario?
–No, no. Siempre se revoluciona. Yo te nombro un técnico de hace 30 años que habrá sido un fenómeno, y después cambiaste y decimos ‘mirá este otro lo que hizo’. Es mejor que sea así porque eso obliga a que vos progreses y hagas innovaciones en una cosa tan hermosa como el fútbol.

–¿Pero qué valor le das a su obra?
–De acuerdo a los resultados, que son muy importantes, y a la opinión de los jugadores y de los periodistas europeos que más lo siguen y más lo ven, es palabra santa.

foto AML

–Menotti y Bilardo, hoy, a la distancia, ¿cómo los ves?
–Yo soy un admirador de siempre de Bilardo, pero también respeto a Menotti. Cuando se empezó a discutir quién era mejor y quién no, los dos tenían sus condiciones. Yo sigo con Bilardo porque Bilardo innovó en el fútbol, no fue solamente que eligió a un jugador y consiguió que le rindiera, no. Estoy hablando de táctica, donde tantas falencias tienen los periodistas para poder calificar o descalificar a un técnico. Bilardo modificó el fútbol y su innovación fue aceptada en el mundo. Hasta hoy muchos juegan como él propuso hace décadas.

–Lionel Messi…
–Después de haber salido campeón del mundo, ahora sí está en la tapa.

–¿Necesitaba el título mundial para estar en la tapa?
–Sí, para mí, sí. Para otros no, ok, para mí, sí, necesitaba ser campeón del mundo. Porque antes de que saliera campeón del mundo, si me preguntabas por Messi, te respondía “Diego”. La admiración popular por él siempre la respeté, porque logró que lo quieran todos. Ahora ya está, después de Qatar están Diego y Messi juntos.

–¿Te sorprendió el paso de Messi a Inter Miami? ¿Qué esperás?
–Miami es una ciudad que le cambia la mentalidad a los argentinos. Muchas propiedades son patrimonio de nuestros compatriotas. Se va a sorprender gratamente. El padre debe haber solucionado el problema impositivo, un tema que en los Estados Unidos es importante. Futbolísticamente mejoraron mucho, ahora se clasifican para los mundiales. Con Messi podrán aumentar el precio de las localidades, los sponsors, los contratos de TV. Y él no tendrá problemas futbolísticos… espero.

foto AML

–¿Qué te pasó con la muerte de Maradona?
–Me puso muy triste. No solamente porque se murió el mejor del mundo, el gran jugador. No, no, mucho más, se murió un tipo que le daba alegría a la gente. Se murió joven, solo y descuidado. Solo y mal cuidado. Tuve la suerte de conocer a Diego de cerca. Era generoso, y la mayoría se aprovechó de eso. Era un tipo bárbaro.

–¿Y Julio Grondona quién fue?
–El mejor dirigente del fútbol argentino.

–Polémico, provocador diría…
–Es un problema de la gente que quiere polemizar o no entiende.

–Por el FIFAgate, quizás, estaría detenido.
–Quizás, no lo sé…, ¿y qué, lo iban a fusilar en una plaza pública?

–¿Y quién es ‘Chiqui’ Tapia?
–No es Grondona.

–¿Por qué?
–¿Sabés por qué Grondona no fue presidente de la FIFA? Porque apenas hablaba castellano. Eso me lo dijo un día él mismo.

–¿Y ‘Chiqui’ Tapia no puede aprender inglés?
–Por ahí, sí.

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El relato, Maradona, un golazo y el estilo inconfundible de Marcelo Araujo

–¿Mirás mucho fútbol?
–Mmm, en realidad, no hago un carajo. No veo mucho fútbol, el fútbol argentino me aburre. Y con esto no quiero generalizar, claro, hay algunos equipos, o momentos de esos equipos, y hay jugadores. Pero en general, no me engancha. Quizás, quizás… un partido trascendente, una definición. De los de afuera, sí, miro algo más. Especialmente el fútbol inglés. La Premier es la liga más atractiva, sin dudas. Por el ritmo, por el marco, los jugadores acceden hasta la platea baja y se abrazan con los hinchas. Es un juego atractivo, en un medio civilizado. Los estadios son como teatros llenos de pasión. Y eso me distrae. Ojo, no todos los partidos de Inglaterra valen la pena, pero en general, me entretienen.

–Dijiste que Grondona fue el mejor dirigente del fútbol argentino, pero él inventó un torneo de 30 equipos. Ahora tenemos 28…
–Es un mamarracho, siempre lo dije. El torneo debe tener 20, 22 equipos a lo sumo, no más. Hay equipos que no pueden estar en Primera, no tenemos escenarios tampoco. Recuerdo que si jugaba River puntero y tenía que ir a una cancha chiquita en la semana ya se escuchaba a los productores de TV diciendo “sacalo de ahí, ahí no se juega”. Y por motivos de seguridad o qué se yo, ahí no se jugaba. Hoy hay canchas de mierda, canchas imposibles para todos, no solo para televisar, para todos, para el espectador, para los planteles, para la prensa. Para todos.

–A tus 76 años viviste muchos cambios en el país. ¿Cómo lo encontrás actualmente?
–Mal, muy mal. Y los abanderados de la responsabilidad son los políticos. El otro día, tomé un auto, agarramos la autopista y pasamos junto a la villa 31. ¡Lo que ha crecido! ¿Cómo puede vivir la gente así? Ese es un testimonio del fracaso de los políticos. Lo que le sucede a la gente pobre es muy doloroso. Después, muchos los señalan de vagos. Sí, habrá vagos también, pero déjate de joder, dale, hagan algo por ellos.

–¿Y dónde estás parado hoy? Estuviste con Menem, votaste a Macri, respaldaste a Cristina y a Néstor…
–Para mí es fácil: yo no voto a ninguno. Yo no voto hace mucho. Las villas, los pibes van con armas a los colegios. ¿Qué es esto?, ¿qué es esto? ¿Qué están esperando, que maten a alguien? Se nos fue todo a la mierda.

–¿Vas a volver a trabajar?
–Sí, me gustaría. Pero no a relatar. Una tira de radio, quizás, así puedo matar a algunos y desahogarme.

Por Cristian Grosso – La Nación