La zona donde habita el 60% de la población del país podría quedarse sin agua dulce a finales de este mes. La sequía redujo los cauces al punto que están combinado el recurso hídrico con el del río de La Plata, que es más salado; y los niveles de sodio en agua se duplicaron.
Cerca de dos millones de personas que viven en la región metropolitana de Uruguay se podrían quedar sin agua dulce a finales de junio, según la estimación de Obras Sanitarias del Estado (OSE). La fecha límite antes era en mayo, pero las lluvias que hubo llenaron un poco los cauces. Sin embargo, desde principios de ese mes, el agua que sale de los grifos sabe salada y en efecto tiene el doble de sodio de lo normal.
El país atraviesa una sequía desde hace tres años y, a este punto, el río Santa Lucía ha disminuido su caudal. En consecuencia, la represa Paso Severino que se nutre de ese cauce de agua dulce y que es de donde sale el agua para Montevideo, está en niveles muy bajos. Al 7 de junio, tenía solo 4,4 millones de metros cúbicos de agua, de los 67 millones que puede albergar y tan solo una semana después, disminuyó a 3,7 millones, según OSE.
Esta escasez obligó a las autoridades a tomar recursos hídricos del río de La Plata, que es más salinizado por las corrientes de océano que recibe, como le explicó a France 24 Ernesto Fernández Polcuch, director de Oficina Regional de Unesco en Montevideo. A su vez, OSE le solicitó al Ministerio de Salud Pública que permitiera aumentar los niveles de sodio y de cloro, para superar las cantidades habituales. El Ministerio lo aprobó por lo que el tope del cloro quedó en 700 miligramos por litro de agua y el sodio pasó de 200 a 440 miligramos por litro.
Aunque la OMS recomienda un umbral de sodio de 200 mg, la ministra uruguaya, Karina Rando, dice que el incremento no implica un problema en la salud. Pero sí advirtió que quienes padezcan hipertensión arterial severa o tengan dietas estrictas respecto a la sal, tengan un control más frecuente de su presión arterial y consuman agua embotellada.
Lo paradójico es que Uruguay está sobre una de las mayores reservas de aguas subterráneas del mundo: el Acuífero Guaraní, que comparte con Argentina, Brasil y Paraguay; y tiene una extensión de cerca de 1,2 millones de kilómetros cuadrados.
Pero el agua de este no llega hasta Montevideo, pues el acuífero cubre parte del norte del país y el área metropolitana se encuentra en el sur. De hecho, los habitantes de la zona capital tampoco se surten de agua las cuencas de los ríos Uruguay y Negro, ni las del del Lago Merín y el Océano Atlántico. Solo del río Santa Lucía y ahora, en parte, del río de La Plata.
En otras palabras, cada vez hay menos agua dulce y más agua salada. Ante la situación, sindicatos organizaron una protesta para el 31 de mayo, bajo la premisa de que la falta de agua es “por saqueo, no es sequía”. “Nos quieren hacer creer que esta crisis es producto de la sequía, pero el 50% del agua potable se perdió por la propia OSE por el mal estado de las cañerías y la falta de personal para repararlos. Todos los recortes en el Estado en las empresas públicas repercuten en el servicio y en el agua que termina llegando a nuestras casas”, afirmó el presidente de la Federación de Funcionarios de OSE (FFOSE), Federico Kreimerman para el portal del sindicato central de Uruguay PIT-CNT.
Ellos piden que haya soluciones estructurales, como que se decrete crisis hídrica para poder destinar mayores recursos y que el Estado regule el precio del agua embotellada.
Por ahora, la OSE explora aguas subterráneas y está distribuyendo en carros cisterna agua sin salinizar para los hospitales y las escuelas. A más largo plazo, se tiene pensado la construcción de una nueva represa en Parador Tajes, que recolecte aguas de los ríos San José y de La Plata para llevarlas a la capital uruguaya. Además, el Estado está adquiriendo una aplicación móvil para que las personas puedan tener crédito en sus celulares y comprar agua embotellada.
Aunque desde la Unesco, Fernández insiste en que lo principal es cuidar el agua y cambiar la cultura de derroche. “Esto no debe volver a pasar y para eso se tiene que repensar la cultura de la que hablábamos de que el agua está omnipresente. No. Debe ser conservada y tratada”, concluyó Fernández.
Por María Clara Calle Aguirre-France24