Este 23 de julio, los españoles decidirán en elecciones parlamentarias anticipadas si ponen fin al gobierno socialista de Pedro Sánchez y abren la puerta al regreso del conservador Partido Popular al poder, y si por primera vez desde el final del franquismo el ultraderechismo se suma al gobierno, a través del partido Vox.
Casi 38 millones de españoles (2,3 millones en el exterior) podrán votar este 23 de julio en las elecciones que anticipó el presidente de gobierno socialista, Pedro Sánchez, después del amplio triunfo del conservador Partido Popular (PP) en los últimos comicios regionales que lo posicionaron para volver al poder nacional, aunque para ello deba recurrir a una alianza con el ultraderechista Vox.
El PP de Alvaro Núñez Feijoó (61) y el Partido Socialista (PSOE) de Sánchez (51) son -en ese orden- favoritos según las encuestas, pero tanto el Vox de Santiago Abascal (47), como el izquierdista Sumar de la ministra de Trabajo y vicepresidenta de gobierno, Yolanda Díaz (52), jugarán un papel clave en eventuales alianzas, como durante décadas de bipartidismo ocurrió con minorías independentistas.
Los últimos sondeos atribuían al PP 36% de los votos y 150 de los 176 escaños que demanda la mayoría parlamentaria, contra 28% del PSOE, 14% de VOX y 12% de Sumar, y detrás las fuerzas independentistas catalanas y vascas con otro 6%.
Bipartidismo, sí o no
Socialistas y conservadores pudieron gobernar alternativamente desde los 80 con apoyos legislativos claves de nacionalistas vascos, catalanes y hasta canarios. Pero el espectro político se fragmentó desde la crisis económica de 2010, por izquierda -con el surgimiento de Podemos, nacido del movimiento Indignados- y por derecha (con el del centrista Ciudadanos, primero, y el ultraderechista Vox, después).
En 2020, el PSOE y Podemos formaron lo que fue el primer gobierno de coalición de la moderna democracia española, con Iglesias de vicepresidente. Podemos, con Iglesias retirado, acude ahora absorbido por la recién fundada izquierdista Sumar, liderada por la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, vicepresidenta de Sánchez. A su vez, Ciudadanos se hundió en las regionales y optó por disolverse.
También tendrán incidencia, aunque menos que en otros comicios, los partidos nacionalistas e independentistas, como el catalán ERC (Gabriel Rufián) y los vascos conservadores PNV (Aitor Esteban) e izquierdista EH-Bildu (Mertxe Aizpurúa). Estas fuerzas se abstuvieron en 2020 para permitir el gobierno PSOE-Podemos.
El sistema parlamentario español, establecido por la Constitución de 1978 como parte del Estado monárquico previsto por la dictadura del general Francisco Franco (1936-1978), demanda una mayoría absoluta de 176 de los 350 escaños, que según los sondeos parece inalcanzable para los socialistas y difícil para los conservadores.
Un debate central en la campaña electoral española -sin posibilidad de una “gran coalición” PP-PSOE al estilo de las creadas en Alemania- ha sido si el socialismo debe convalidar un gobierno conservador en minoría (con menos de 176 escaños), que evite el acceso de Vox al poder. O si, en cambio, Núñez Feijoó debe asegurar una mayor gobernabilidad formando una mayoría absoluta que sume a Vox.
Estas elecciones anticipadas, con las que Sánchez evitó el desgaste de su final de Legislatura, influirá también en el resto de Europa, donde la mayoría de los gobiernos son conservadores e incluso de ultraderecha -como en Italia, Hungría y Polonia- y porque España ocupa la presidencia de turno de la Unión Europea (UE) hasta diciembre y en plena guerra en Ucrania.
España ha sufrido los mismos impactos recesivos de la guerra y de la pandemia que el resto de la UE, pero su economía tiene indicadores de actividad prevista (+2,4%) e inflación (1,9%) relativamente positivos. La reforma laboral redujo a la mitad la temporalidad del mercado en año y medio, con nivel récord de ocupados (casi 21 millones) y los desocupados por debajo de 2,7 millones, nivel inédito desde 2008.
Sin embargo -o por ello mismo- la campaña se ha centrado en cuestiones más bien ideológicas -por derecha, inmigración y género- y sociales -por izquierda, salud y ambiente- que en buena medida definirán el voto el 23 de julio.
De la derecha… ¿al centro?
Tras un discutido liderazgo de Pablo Casado, que desató una guerra interna en el PP por su errática confrontación con Sánchez, el dirigente gallego Núñez Feijoó (cuatro presidencias consecutivas en Galicia con mayoría absoluta) lidera el PP desde 2022, apoyado por su par madrileña Isabel Díaz Ayuso, y la decisión de enfrentar al gobierno empaquetando todas sus críticas bajo el calificativo de “sanchismo”.
La derecha tradicional española experimentó dos movimientos recientes de relevancia: la extinción política y electoral del proyecto centrista de Ciudadanos (2006-2023), que durante una década restó fuerza al PP, y el surgimiento del xenófobo Vox (2013), que concentra un electorado radicalizado de derecha que los populares habían contenido históricamente desde la transición post franquista.
En mayo pasado, el PP arrasó en las elecciones autonómicas y municipales que precedían a las nacionales de fin de año, lo que decidió a Sánchez a sorprender al día siguiente con esta convocatoria de comicios anticipados, para evitar el desgaste al que lo sometería la derecha y, a su vez, abroquelar rápidamente a la izquierda. En 2021, de 17 comunidades autónomas el PP sólo gobernaba Andalucía, Galicia, Madrid y La Rioja. Ahora, con Vox y otros aliados, recuperó 11.
La de Feijoó es una apuesta por una confrontación directa con el “sanchismo” desde una plataforma medianamente moderada que aísle a Vox, le permita recuperar votantes por el centro y retome el bipartidismo que caracterizó al sistema español desde 1982, que se diluyó hasta el 50% de los votos totales en 2019 y que ahora quiere, por lo menos, alcanzar a dos tercios de los votantes.
Feijoó quiere evitar un gobierno de coalición que lo convierta en el primer político en designar ministros de ultraderecha. PP y Vox conforman mayorías legislativas en varias regiones (Valencia, Cantabria y Extremadura) y 135 municipios, pero los populares se han negado a hacerlo en otras (Murcia) y le plantea al PSOE una eventual abstención en el Parlamento que permita un gobierno en minoría del PP.
En economía, el PP quiere atraer al electorado de centroderecha con una reducción de la presión fiscal, inmediata para las familias, pero también la eliminación del impuesto a las grandes fortunas y la simplificación de los impuestos a la renta y de sociedades para las pymes. También promete sostener el sistema de pensiones, en una sociedad que sigue envejeciendo, especialmente en la “España vacía”.
Ultraderecha recargada
Vox, fundado hace diez años por disidentes del propio PP liderados por Abascal, coronó en 2019 la primera participación de la ultraderecha española en el Parlamento desde la transición democrática, con un apoyo de 15% que mantiene ahora sobre la base de un programa anti-inmigrante, anti-independentista y oponiéndose ruidosamente a las políticas de género impulsadas por el socialismo.
En términos europeos, Vox se acerca al ultraderechista AFD de Alemania (segunda fuerza nacional en algunos sondeos delante de los socialdemócratas y que gobernará una comarca y una alcaldía por primera vez) y también al FPÖ de Austria, al Partido de los Finlandeses y al PVV del neerlandés Geert Wilders, todos con un fuerte componente xenófobo.
En términos más amplios, se referencia el Fratelli d’Italia, que gobierna Italia con Georgia Meloni, y con la Agrupación Nacional de Marine Le Pen, cada vez más cerca del poder. En 2021, Voz firmó con los partidos de Le Pen, Meloni, el premier húngaro Viktor Orbán, su par polaco Tadeusz Kaczynski y así otros (16 en total) el compromiso de frenar la integración de la UE si llegaban al poder.
Desde el españolismo pos franquista más rancio, Vox ha propuesto directamente ilegalizar a los partidos políticos independentistas, suprimir las policías autonómicas, “garantizar el uso del español en todo el territorio nacional y aumentar la presencia militar “donde los gobiernos separatistas han tratado de borrar a España”.
Vox también pretende eliminar “toda legislación de género” y prefiere hablar de “violencia en el ámbito doméstico” en lugar de violencia de género o violencia machista, y promete derogar la actual Ley Integral de Violencia de Género.
Pero si algo identifica a los ultraderechistas de Vox es su propuesta de “inmediata expulsión de todos los inmigrantes que accedan ilegalmente a nuestro país” y de “quienes cometan delitos graves o hagan del delito leve su forma de vida”, además de la de cerrar centros de atención de jóvenes MENAs (Menores Extranjeros No Acompañados) “que crean inseguridad en nuestras calles”.
Después del debate televisado entre Sánchez y Núñez Feijoó la semana pasada, Abascal denostó la propuesta del conservador al socialista de permitirse entre sí gobernar en minoría al partido más votado: “La Moncloa está ocupada por un personaje narcisista, agresivo y perturbado…. Y a ese personaje peligroso el señor Feijóo acaba de ofrecerle una abstención para que pueda seguir gobernando. El señor Feijóo ofrece un pacto a Sánchez para evitar un pacto con Vox”, se quejó.
Izquierda renovada
En la estela de líderes como Felipe González (1982-96) y José Luis Rodríguez Zapatero (2004-11), Sánchez marcó los últimos años de la política española. Fue el primer presidente de gobierno de la democracia en llegar al cargo gracias a una moción de censura, contra Mariano Rajoy (PP) en 2018, el primer secretario general del PSOE en dejar su cargo (en 2016 y volver elegido, en primarias, en 2017).
“El sanchismo es la estrategia tradicional de la derecha cuando está en la oposición”, responde Sánchez sobre el latiguillo de la oposición conservadora, y asegura que, en realidad, lidera “el socialismo, la fuerza transformadora que este país ha tenido la suerte de tener en los últimos 40 años de democracia.”
Las del 23 de julio, las primeras elecciones que los españoles celebren en pleno verano europeo, serán las quintas generales de Sánchez como candidato del PSOE. En 2015 y 2016 fue derrotado, a expensas del surgimiento de Podemos.
Su gobierno ha sido constante blanco de cuestionamientos opositores, políticos y mediáticos, por un modo personalista de gestionar asuntos críticos, desde los reclamos independentistas catalanes y vascos, hasta el acuerdo de 2022 con Marruecos, que rompió una tradición de la política exterior española de respeto por la reivindicación de derechos de soberanía de los saharauis en el Sahara.
“Venimos sufriendo una crisis que no podía sostenerse por más tiempo con un socio estratégico para España (Marruecos), para su seguridad, su estabilidad y sus relaciones económicas y comerciales”, argumentó. En respuesta, la vecina Argelia suspendió el Tratado de Amistad con España y le congeló la provisión de gas.
Ahora, Sánchez intenta una continuidad difícil según los sondeos exhibiendo buenos resultados económicos, con un programa centrado en los jóvenes en la la transición ecológica y en el estado de bienestar, advirtiendo al electorado sobre los riesgos de un triunfo de la derecha y su “agenda de retrocesos en igualdad, en derechos y servicios sociales, en derechos sindicales y de los trabajadores o en justicia social”.
Mucho dependerá de la performance electoral de Sumar, una fuerza de perfil socialdemócrata moderno fundada en 2022, que liderada por Díaz concentra un voto residual y juvenil de Podemos y convoca nuevas generaciones de izquierda decididas a recuperar el estado de bienestar que caracterizó por años a España.
Sumar milita por un fortalecimiento de la salud pública, central en la vida cotidiana de los españoles, pero también por una prestación universal de 200 euros al mes, la construcción de dos millones de viviendas sociales para alquiler, un nuevo impuesto a las grandes fortunas para financiar a los jóvenes y una semana laboral de 37,5 horas inicial para terminar llevándola por ley hasta las 32 semanales.