Carina Fagni vivía en Inglaterra cuando Youssef El, su futuro marido, le mandó un mensaje por redes sociales y la enamoró. En menos de tres meses viajó a Marruecos y a los dos días de haberse conocido estaban en una ceremonia de casamiento musulmana. Ahora, computadora mediante, concretarán legalmente su historia de amor.
La historia de amor entre Carina Fagni y Youssef El está atravesada por la virtualidad. La cordobesa y el marroquí son protagonistas de un romance propio del siglo XII. Una computadora provocó el primer contacto, y la misma notebook será la que le ponga el moño a la pareja. En el medio, pasaron miles de cosas: una comunicación por traductor durante meses, la prueba del Ramadán, una boda musulmana dos días después de conocerse y un matrimonio -no legal- a distancia.
“Hola guapa, ¿cómo estas?”, fue el mensaje que recibió Carina -nacida en Alta Gracia- en su cuenta de Facebook un sábado aburrido de marzo en el que no tenía mucho para hacer, ya que su hijo inglés, Oliver, se había ido a pasar el fin de semana con su padre y expareja. La separación no había sido fácil y ella llevaba mucho tiempo sin estar en pareja, pese a los intentos a través de aplicaciones de citas y redes sociales. Esos motivos le alcanzaron para animarse a aceptar la solicitud de ese hombre desconocido.
Cuando entró al perfil de su pretendiente, quedó flechada: “Vi la foto y pensé ´qué bonito este chico, ¿quién es?´”. Pese a que en su perfil Youssef se presentaba bajo ese nombre, ella nunca se imaginó que estaba hablando con un marroquí. “Para mi no tenía nombre de árabe”, contó Carina a TN.
La mujer de 44 años decidió avanzar con la charla y en cuestión de minutos ya habían intercambiado números de teléfono para seguir el contacto a través de WhatsApp. Al día siguiente, ni lentos ni perezosos, decidieron conocerse de manera virtual y ahí encontraron una de las principales barreras a sortear: “Me di cuenta DE que no hablaba español y él me reconoció que para escribirse conmigo usaba un traductor”.
Youssef escribía en árabe, traducía al español su mensaje y se lo mandaba a ella. ¿Por qué no utilizaron el inglés como lengua en común? Porque tampoco sabía hablar en ese idioma. Ellos decidieron verle el lado positivo y las videollamadas que hacían sirvieron como clases para aprender idiomas: él empezó a hablar más en español e inglés y ella en árabe.
La prueba de fuego llegó seis días después de conocerse por redes sociales. El 16 de marzo él había mandado el mensaje por Facebook y el 22 llegó el Ramadán, un mes en el que la comunidad musulmana se dedica a orar, ayunar y reflexionar. “Uno de los impedimentos es que si sos soltero tenes que dejar de hablar con quien estés hablando. Solo podes tener contacto con tu mujer, si es que estás casado”, contó Carina.
Ella, cansada de algunos fracasos amorosos y de citas que no habían terminado de la mejor manera, pensó que al haber hablado apenas cinco días todo iba a terminar ahí. “Fueron cuatro días, hasta acá llegó esta historia”, fue lo que pensó en aquel momento, pese a que le dijo que la llame cuando se termine el Ramadán.
“El corazón se me salía por la garganta”
A medida que pasaban los días todo se hacía más difícil y ella claudicó en varias oportunidades: “Le escribí dos o tres veces mensajes profundos y el no me contentaba, solo le daba like para avisarme que había visto el mensaje, pero no podía responderme”. Paradójicamente, una cuestión de salud fue la que selló el amor.
Carina tenía programado un bypass gástrico en Turquía mientras Youssef estaba haciendo el Radamán. La operación salió con éxito y ella se encargó de subir una infinidad de imágenes en sus redes sociales. Él, al verlas, no se contuvo, rompió con la tradición y le escribió para preguntarle qué había pasado y por qué estaba en un hospital en Turquía.
“Me escribió, pero como yo estaba dopada con la medicación, no vi el mensaje. Así que me llamó de madrugada, eran como las 1 o 2 de la mañana en Turquía cuando él me llamó. Cuando vi que me estaba llamando él, a mí el corazón se me salía por la garganta”, contó Carina. Ese contacto le hizo confirmar lo que sentía por su pretendiente.
El Ramadán terminó y retomaron el contacto al instante. A las clases de idioma se le sumaron elementos inesperados: “Yo todas las noches lo esperaba con un pizarrón enorme para explicarle el abecedario en castellano. El tenía un cuadernito y ahí escribía todo”, recordó Carina. Pero el idioma estuvo lejos de ser un impedimento para ella: “Yo me enamoré de él sin hablar el idioma, sin conocerlo, sin besarlo, sin tocarlo, sin nada de nada. Fue un flechazo, para mí fue un flechazo”.
Los días se hicieron semanas y éstas meses, hasta que ella no aguantó más las videollamadas y le pidió verse. Él, le pidió un tiempo para hablar con su familia, porque -debido a su religión- tenía que consultarle primero a sus padres si se trataba de la mujer adecuada para iniciar una relación.
“Yo en ese momento quería tomarme un avión, le dije que no iba a ir a la casa, que me iba a un hotel y nos veíamos ahí tres o cuatro días”, reconoció la cordobesa. La respuesta de él la descolocó: “Yo no quiero cuatro días, yo quiero casarme con vos y que seas la madre de mis hijos”, respondió.
Volvió a pasar un tiempo y el le dijo que su familia había aceptado. Entonces arreglaron para verse en España, sin embargo, la VISA de él demoraba en llegar y ellos no podían esperar más para verse. Carina tomó las riendas de la situación, se pidió cuatro días de vacaciones en el trabajo y subió al primer vuelo a Marruecos que había.
Previo armado de un grupo de WhatsApp con sus amigas, por el lógico miedo de viajar a un país desconocido a encontrarse con un hombre desconocido, llegó a tierras africanas el 24 de junio. Cuando llegó, se encontró con la escena esperada: “Él estaba con un ramo de rosas y un cartel con mi nombre”, contó. Junto a Youssef estaban su hermana y un sobrino que hacía las veces de traductor.
Youssef es el menor de un matrimonio con diez hijos, seis hombres y cuatro mujeres, y vive en un departamento junto a su hermana, que les dejó el lugar para ellos dos solos y cuando llegó a la habitación ella quedó encantada: “Estaba llena de pétalos de rosas y velas. Fue la noche más romántica que pasé en mi vida”.
La propuesta de casamiento
Lo que jamás imaginó fue que dos días después de haber llegado a Marruecos, justo el día en que ella cumplía 44 años y se cumplían 23 de que se había ido de la Argentina, le iba a llegar una propuesta de casamiento.
“Cuando amanece, después de traerme el desayuno. me dice nos vamos a nos vamos de compras. Yo pensé que me iba a comprar un regalo por el cumpleaños, pero entramos a una joyería y empezaron a sacar un montón de bandejas con un montón de anillos de oro y con diamantes”, relató Carina.
Sin embargo, hasta que eligió el que después sería su anillo de bodas, la nacida en Alta Gracia no caía en la realidad de que se iba a casar. Hasta que el joyero, al momento de darle el regalo, le dijo: “Que Alá bendiga tu matrimonio”.
Instantes despué, el le pidió casamiento y ella aceptó con la idea de que la boda fuese en un futuro. Sin embargo, Youssef tenía toda la rutina preparada: “Me empecé a probar vestidos, él se compró un smoking y yo no entendía que estaba pasando. Llegamos a la casa que estaba llena de gente y había dos maquilladores. Yo pensé que todo era por mi cumpleaños, hasta que él me dijo ´¿estás lista para ser mi mujer?”.
Poco más de 48 horas después de haber llegado a Marruecos, Carina estaba con el vestido de novia puesto, lista para iniciar la particular ceremonia tradicional de casamiento que se realiza en Marruecos.
Cómo es una boda en Marruecos: oro, tatuajes y una fiesta particular
Fue así como Carina terminó celebrando la ceremonia de casamiento el mismo día de su cumpleaños. “Me llenaron de oro. Aros, pulseras, collares y hasta mi cinturón era de oro. Ellos llenan de oro a las novias en los casamientos”, contó.
La ceremonia fue tan particular que hasta le cantaron el feliz cumpleaños mientras estaba vestida de novia. En la previa fue maquillada y le pintaron las manos y pies con tinta de Henna. “Me duraron como diez días esos tatuajes”, reveló.
También tuvo que usar tres vestidos: uno blanco para una gran parte de la ceremonia, uno verde para el momento en el que la tatuaban y un tercero para estar más cómoda en la hora de la comida. Y si de comida se habla, la cordobesa la definió como “un banquete árabe”.
“Había comida por todos lados y después vino una torta enorme”, contó la oriunda de Alta Gracia mientras que aclaró que en la boda solo había familiares de él y se trataba de una “fiesta íntima”.
Otro de los momentos particulares de la ceremonia fue cuando tuvieron que cumplir con una serie de tradiciones de la religión de su marido: “Tuvimos que tomar leche porque ellos no toman alcohol por la religión. Tuve que tomar leche y morder unos dátiles”.
“Para el final tuve que morder una bolsa con monedas de oro porque también es parte de su cultura”, relató Carina. Luego de la ceremonia, ella tenía claro que quería casarse de manera legal y para eso debía hacerlo en la Argentina.
Casamiento por videollamada
Varios fueron los motivos por los que legalmente no podían casarse en Marruecos. El primero es que como Carina es extranjera y no quería cambiarse de religión, no se podía firmar el contrato de casamiento en tierras africanas. “Para los ojos de Alá y de la familia de Youssef, ya soy su mujer. Simplemente no tengo firmado el contrato matrimonial”, señaló Fagni.
En esa misma línea, explicó que la familia de su futuro marido no dio la Dote por ella: “Es un dinero que paga la familia del novio a la familia de la novia para que, en caso de separarse, no haya que dividir ningún bien”. Ese fue otro de los motivos por los que decidió no casarse en Marruecos y hacerlo en la Argentina.
Como ya se acostumbró la pareja, el casamiento deberá ser de manera parcialmente virtual. ¿Por qué parcialmente virtual? Porque Carina viajará a su país natal, pero Youssef no, él vivirá la ceremonia a través de la pantalla de una computadora.
“Yo tengo que llevar toda la documentación de él y voy a poner unas cámaras en el registro civil para que él esté viendo cuando me vea firmar los papeles. Él va a mandar su firma de manera online”, explicó sobre cómo es el trámite en Alta Gracia.
Pese a las dificultades técnicas, nada le impedirá a Carina vivir su propia boda: “Yo contraté a un fotográfo para que filme todo el momento y va a tener un traductor árabe que ya conseguí. Voy a ir con vestido, voy a dar souvenirs y también voy a hacer un brindis a la salida. Va a ser una ceremonia igual, simplemente que él va a estar detrás de la pantalla”.
Lejos de amedrentarla, el formato de casamiento la emociona, al igual que transformarse en una pionera de este sistema: “Hay mucha gente en la Argentina y en el mundo que tiene parejas a distancia. Con mi marido podemos hacer historia y ayudar a otras parejas en el futuro”.
Por Gonzalo Molina Prado-TN