Las elecciones generales de este 23 de julio abrieron un panorama de incertidumbre post electoral debido a la incapacidad de los partidos de la izquierda y la derecha para alcanzar los 176 escaños del Parlamento necesarios para formar Gobierno. El conservador Partido Popular ganó las elecciones con 136 escaños, pero no podrá formar Gobierno con el ultraderechista Vox. Mientras que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, necesitaría de un acuerdo con todos los partidos independentistas para tener la opción de revalidar cargo.
La foto instantánea que reflejó este 23 de julio España es la de un país diametralmente dividido. El conservador Partido Popular (PP) de Alberto Núñez Feijóo fue el ganador de las elecciones con más de ocho millones de votos y 136 escaños, sin embargo, tendrá casi imposible formar Gobierno debido a que una alianza con el ultraderechista Vox no daría los 176 escaños suficientes para investir al candidato popular. Un escenario que tampoco es mucho mejor para la izquierda y el actual presidente del Gobierno Pedro Sánchez, ya que, aunque consiguió aguantar la embestida conservadora, tendrán que entenderse con varias pequeñas fuerzas políticas de carácter regional -entre ellos nacionalista catalanes y vascos-. Algo que parece difícil.
Esta jornada electoral deja varias lecturas. La primera es que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha sido efectivo para frenar el avance conservador, aunque seguramente sea también insuficiente para el actual presidente del Gobierno en su objetivo de ser reelegido. Y la segunda, que la victoria del conservador Partido Popular y el ultraderechista Vox, favoritos en la mayoría de sondeos, no se ha dado y esto dificulta sobremanera un posible cambio de Gobierno liderado por Feijóo.
Pedro Sánchez, superviviente a una nueva jornada electoral
La capacidad de resistencia del actual presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, se ha demostrado una vez más. El actual mandatario convocó estos comicios en un momento de crisis profunda, tras cosechar una severa derrota electoral en las elecciones regionales del pasado 28 de mayo. Su objetivo era frenar lo que casi todas las encuestas pronosticaban: una mayoría absoluta de la derecha y la extrema derecha. Y lo cierto es que lo ha conseguido.
El Partido Socialista Obrero Español (PSOE) que dirige ha logrado subir en número de sufragios y de escaños con respecto a 2019, al alcanzar los 122. Sin embargo, ese ligero ascenso no le ha servido para ganar las elecciones generales, ya que su partido quedó en segunda posición tras el PP y abre una gran incertidumbre postelectoral debido a que, aunque el freno al bloque conservador se ha materializado, él tiene muy difícil reeditar Gobierno.
El principal aliado del PSOE, el bloque izquierdista Sumar, ha contabilizado un total de 31 escaños a nivel nacional. Por lo que la suma de ambos da un total de 153 asientos, lejos de los 176 necesarios. A partir de aquí es donde empiezan las cuentas: si Sánchez y la izquierda quieren formar Gobierno necesitarán imperativamente de los votos de los partidos nacionalistas e independentistas catalanes y vascos.
Pedro Sánchez y su actual Gobierno de coalición ya ha contado con los apoyos de algunas de estas formaciones durante la presente legislatura, sin embargo, la suma puede no alcanzar en esta ocasión. Los pactos factibles entre PSOE y Sumar pueden llegar a darse con Esquerra Republicana de Catalunya, un partido independentista catalán progresista que ha logrado siete escaños; Bildu, una formación separatista de izquierda vasca que obtuvo seis asientos; PNV, otro partido vasco de centroderecha que obtuvo cinco escaños; y BNG, un grupo político de izquierdas nacionalista gallego. En total sumarían 172 escaños y se quedarían a cuatro de la mayoría absoluta necesaria.
Estos pactos no serían sencillos, ya que estas formaciones exigen una serie de concesiones regionales complicadas de articular y aceptar por parte del PSOE. Además, la otra formación clave en estos comicios es Junts per Catalunya, un partido independentista conservador de Cataluña que apenas ha brindado apoyo a Sánchez durante esta legislatura.
Esta formación, liderada por expresidente de Cataluña, Carles Puigdemont, se caracteriza por una posición mas dura con respecto al independentismo catalán, exigiendo un referendo sobre la cuestión. Los siete escaños que ha obtenido Junts son fundamentales para que Sánchez llegue al Gobierno, ya sea gracias a una abstención o a un voto positivo. Sin embargo, lo expresado desde la formación independentistas parece encaminarse más hacia un posible no que llevaría al bloqueo y una repetición electoral.
El PP se adjudica una victoria insuficiente que deja la gobernabilidad en el aire
El contundente resultado del Partido Popular de Alberto Núñez Feijóo no servirá al líder conservador para formar Gobierno tampoco. Y es que el panorama electoral del PP es muy adverso a pesar de su victoria. Las únicas formaciones políticas que estarían dispuestas a sumar para investir a Feijóo son la ultraderechista Vox y la regionalista Unión del Pueblo Navarro, sin embargo, apenas llegan a los 170 escaños entre todos.
Por eso, a pesar del canto de victoria del actual líder de la oposición, no podrá ser presidente del Gobierno en esta ocasión, salvo que se alcanzase un gran pacto con el PSOE de Sánchez, algo impensable en el contexto político actual español.
El resultado global del bloque de la derecha es malo, al menos en comparación con las proyecciones que se dieron durante las semanas previas a las elecciones en la mayoría de sondeos. Estas encuestas auguraban una mayor cantidad de escaños para el partido de Feijóo y un desempeño lo suficientemente contundente para gobernar en solitario con el partido ultraderechista Vox, liderado por Santiago Abascal.
Detrás de este resultado agridulce podría estar la última semana negativa en campaña que ha protagonizado Núñez Feijóo, quien empezó a ser señalado por algunas de las mentiras que pronunció en entrevistas con medios de comunicación y en los debates electorales. Aunque también responde a una movilización de la izquierda inesperada en el bloque conservador debido al efecto de temor contra la formación de Abascal. Un sentimiento que incluso ha hecho que el PSOE gane en regiones como Cataluña de forma holgada, algo que hacía años que no pasaba, en detrimento del voto independentista de esa región.
De esta forma, España despertará este 24 de julio con la calculadora de los posibles pactos en la cabeza. Aunque la dificultad de estos hace que la sombra de una repetición electoral vuelva a sobrevolar sobre el electorado español. El sistema político de este país es complejo y, al depender de las mayorías parlamentarias para investir a un presidente del Gobierno, hace que en un contexto de fractura política los acuerdos sean cada vez más complicados de materializar.
Los españoles ya se vieron obligados a dos repeticiones electorales en los últimos ocho años que generaron gran hastío entre los votantes. La primera de ellas fue en junio de 2016, después de que los resultados de diciembre de 2015 trajeran un panorama complejo similar al actual, sin grandes mayorías que sumen. La segunda se produjo en noviembre de 2019, tan solo siete meses después de que Pedro Sánchez lograra su primera victoria en las urnas en abril de 2019. En esa ocasión, la razón de la repetición fue la incapacidad del PSOE y la formación izquierdista Unidas Podemos para llegar a un acuerdo de Gobierno. Algo que finalmente pudo ocurrir en enero de 2020, dando inicio a la actual legislatura. Ahora, la correlación de fuerzas vuelve a dejar el progreso de la legislatura o en manos de una asbtención socialista, o en manos del independentismo catalán conservador.
Por Álvaro Cordero-France24