El golpe de Estado militar en Níger es el último episodio de una cadena que ha ido agravando la situación política, económica y de seguridad en el África Occidental, en la que pesan la historia colonizadora europea y los procesos de independencia, los ricos recursos que atesoran sus países, muchos intereses extranjeros en pugna y las dinámicas locales, que incluyen la acción de violentos grupos yihadistas.
A continuación, Embajada Abierta les ofrece una guía informativa de los últimos acontecimientos y del panorama general, tanto de Níger y del África occidental como de la franja del Sahel en la que se integra el país, para conocer los factores que han convertido a esa parte del continente en un polvorín a punto de estallar:
– Golpe de Estado: el 27 de julio, militares liderados por el jefe de la guardia presidencial, general Absourahamane Tchiani, retuvo en su residencia de Niamey y derrocó al presidente de Níger, Mohamed Bazoum (2021), en el quinto golpe de Estado desde la independencia de ese país de Francia (1960). La sucesión del anterior mandatario, Mahamadou Issoufou (2011-2021), a Bazoum había sido el primer traspaso de poder pacífico en la historia nigerina. El régimen, con apoyo popular, anunció la ruptura de relaciones diplomáticas con París.
– Reacción de África Occidental: la CEDEAO (Comunidad Económica de Estados de África Occidental) organizó una intervención militar conjunta para asegurar “el pleno restablecimiento del orden constitucional” en Níger, además de congelarle activos y bloquear vuelos y comercio. Creada en 1975 por 15 países que suman 400 millones de habitantes, la CEDEAO ya intervino con tropas desde 1997 en Sierra Leona, Guinea-Bissau, Costa de Marfil, Liberia, Malí y Gambia. La Unión Africana (55 Estados) también reclamó la restauración democrática.
– Apoyo de vecinos: el de Níger es el cuarto golpe de estado en la región en dos años, los últimos en Malí en 2021 y Burkina Faso en 2022 (además de Guinea Bissau en 2021), donde los militares tomaron el poder en un contexto de violencia terrorista islámica. Malí, Burkina Faso y Guinea se alinearon con los golpistas nigerianos y considerarán un ataque a ese país como uno a sus propios territorios.
– Respuesta de Francia: el derrocamiento de Bazoum se dio sólo dos semanas después de que la canciller Catherine Colonna visitara la excolonia francesa y elogiara al gobierno en Niamey. Tras el golpe de Tchani (foto), el presidente Emmanuel Macron -que ordenó recientemente la retirada de las últimas tropas francesas anti terroristas desplegadas en la vecina Malí- retiró las ayudas económicas (120 millones de euros, para 25 millones de habitantes, 45% bajo el umbral de pobreza) y amenazó con represalias si un francés era atacado.
– Intereses galos: Francia y Níger coparticipan -en una relación de 85%-15% la Société des mines de l’Aïr (Somaïr), que explota la industria uranífera del país y produce más del 5% del uranio mundial, pero de muy alta calidad. La mitad de los ingresos de exportación de Níger proceden de las ventas de uranio, petróleo y oro.
– El franco africano: Francia dejó el franco por el euro en 2002, pero 14 excolonias francesas siguieron integrando la Communauté Financière Africaine -y su moneda, la CFA-, por la que el 50% de las reservas de esos países deben mantenerse en el Tesoro francés para asegurar la convertibilidad del “franco africano” con el euro. En 2015, el presidente de Chad, Idriss Déby Itno, llamó a disolver la CFA para terminar con el control económico francés en la región.
– Influencia rusa: un día después del golpe, Vladimir Putin presidió en San Petersburgo una significativa cumbre con países africanos, en la que anunció el envío de 50 mil toneladas de cereales al continente (faltantes por la guerra con Ucrania), el perdón de 90 millones de dólares en deudas y contratos de armas. El grupo mercenario ruso Wagner actúa en África hace varios años.
– Rol de EEUU: el secretario de Estado norteamericano, Antony Blinken, estuvo en Niamey hace sólo cuatro meses y aseguró entonces que Níger era “un modelo de estabilidad democrática”. Ahora, suspendió programas de ayuda -no los de asistencia humanitaria-, expresó al depuesto Bazoum un “apoyo inquebrantable” y rechazó las amenazas de respuesta militar de Mali y Burkina Faso.
– Factor occidental: Níger se había convertido en sede de unos 1.100 soldados estadounidenses y 1.500 franceses, y de bases de drones occidentales. La ayuda exterior al país, por unos 2.200 millones de dólares, representa el 40% del presupuesto nacional del país. En la legendaria Agadez, EEUU tiene la mayor base de drones del mundo. Francia rodeó Irlit con militares para proteger a la empresa minera de uranio Oran.
– Níger, parte del Sahel: esa región, una franja que une el Atlántico con el Mar Rojo a través del norte de África, se ha visto desestabilizada desde el impacto de la Primavera Árabe (2010) en Libia y Argelia, hasta la proliferación de grupos armados, grupos yihadistas (Al Qaeda del Magreb y Boko Haram) y secesionistas que también empezaron a actuar en el Sahel por las porosas fronteras del desierto.
– Clave geopolítica: el Sahel (“costa” en árabe), un espacio de transición de tres millones de km2 entre el Magreb y el África Subsahariana, es una franja ecológica que recorre más de una decena de países. Su complejo panorama de seguridad regional, sus rutas migratorias, el impacto del cambio climático y sus recursos naturales lo convierten en una región estratégica para la estabilidad internacional.
– La cuestión étnica. Níger es el país más grande de África Occidental, pero un 80% de su territorio es desértico (12 hab/km2). Más del 50% de la población es de etnia hausa (53%) y zarma-songhai (21%), pero Bazoum, de 63 años, es nacido en la sureña Diffa, de una minoría semi nómada de origen árabe-libio, lo que también le generó resistencias internas porque muchos lo consideran un “foráneo”.
– El oro y el uranio: Francia obtiene de Níger un cuarto del uranio necesario para sus centrales atómicas. Además, en Malí, Burkina Faso y Níger la extracción de oro se ha intensificado desde 2012 con el descubrimiento de una veta particularmente rica que atraviesa el desierto de este a oeste, explotaciones que cayeron en manos de grupos insurgentes para financiarse y que alimentan el contrabando del metal.
– Impacto climático: los conflictos entre agricultores y pastores por tierras fértiles en el Sahel agravan la inestabilidad regional: sólo tiene un cuarto de los recursos necesarios ante la emergencia humanitaria. Las sequías azotan, como en los 70, zonas bajo el umbral de la pobreza extrema. La alternancia entre con inundaciones trastornan los ciclos de producción agrícola y alimentan la violencia interétnica.