Elecciones intermedias
En un país con enorme cantidad de trabajadorxs registrados que viven bajo la línea de pobreza, en el que aún no se ha difundido la autopsia definitiva del militante internacionalista inducido a la muerte por la policía metropolitana durante una protesta contra la farsa electoral, y donde la izquierda parlamentaria a estas horas debe estar preguntándose si las redes sociales terminaron por imponerse sobre el puerta de fábrica, las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO) dejan el saldo de más de 11 millones de argentinxs que no fueron a votar, hartos de las reglas de juego vigentes en una democracia sin equidad – índice que debe sumarse a los más de un millón de votos anulados -; un candidato ultraliberal que varias encuestadoras registraban en baja, imponiéndose cómodamente como posible presidenciable; y un franco derrumbe de los experimentos post cristinistas que en varios distritos quedaron en un deshonroso tercer puesto.
En efecto, el kirchnerismo fue desplazado incluso en su provincia de origen, Santa Cruz, por un disidente de sus filas como el petrolero Vidal. En otros distritos sorprendieron las performances de candidatxs inventadxs por las circunstancias, como Carolina Píparo (segunda en Buenos Aires) y El Dipy (segundo en La Matanza), ambos pertenecientes a las filas de Javier Milei, el candidato individualmente más votado.
Ante el pésimo desempeño electoral del oficialismo, quedan algunos debates pendientes, como discernir si fue atinada la decisión de Axel Kiciloff – que volvió a imponerse en Buenos Aires – o si, en vez de apostar a retener ese crucial distrito debió haber invertido su capital político en presentarse como candidato presidencial.
Es más, suena lícito, ante el hecho consumado, preguntarse si resultará redituable en las elecciones nacionales apostar el resultado bonaerense a la candidatura de un Ministro de Economía que no da pie con bola para domar la inflación.
Lo cierto es que casi al mismo tiempo en que el ratificado gobernador de la provincia más importante del país sentenciaba que al fin y al cabo la sociedad no debe olvidarse del compromiso histórico de decirle Nunca Más a las dictaduras, la candidata a vicepresidente por el partido de Milei, Victoria Villaroel (en la foto que ilustra esta nota), negacionista del genocidio y defensora de represores, cedía la palabra al gran vencedor de la jornada, quien en medio de una cerrada ovación se llenaba la boca denostando presupuestos que por décadas fueron indiscutibles en Argentina, como que “donde hay una necesidad nace un derecho”, y calificando como aberración a la Justicia Social.
Frente a un escenario como ese, no agrega demasiado registrar que la guerrerista Patricia Bullrich – salpicada por los asesinatos de Santiago Maldonado y Rafael Nahuel – se haya impuesto sobre Horacio Rodríguez Larreta, asesino de Facundo Molares que decidió integrar en su fórmula al verdugo del Jujeñazo.
En tanto, habilitados por el “clima de época” que viene imponiéndose, ni lerdos ni perezosos, esta madrugada numerosos efectivos de infantería desalojaron en Jujuy el persistente corte de ruta que mantenían los comunerxs en Purmamarca. ¿Recuerdos del futuro?
Así, al pueblo trabajador – como siempre – una vez más le asistirá reventar las calles haciendo oír sus exigencias para no dejarse avasallar, de cara a un nuevo y más severo ciclo de resistencias, e invertir todo el patrimonio de su imaginación en abrir nuevos y más auspiciosos cauces que hoy no están a la vista del conjunto, sabedor de que ninguna solución a sus dilemas vendrá de este capitalismo atroz, ni aun cuando se vista con ropajes de cordero.
Ante un panorama tan ingrato, ¿bastarán los casi tres meses que nos separan de la elección presidencial para poner las barbas en remojo y remontar los principios humanistas y sociales de una Nación que alguna vez fue ejemplo ante el resto del mundo? El interrogante nos atañe a todxs. Y esa moneda ya está girando en el aire. –
Por Jorge Falcone- https://chiquifalcone.blogspot.com/