El papa Francisco ha introducido muchas novedades en la Iglesia Católica, en los aspectos institucionales pero también en lo que concierne al magisterio. A mismo tiempo ha sido sumamente cuidadoso de las cuestiones doctrinales básicas sin que por ello se haya podido librarse de las duras críticas de los sectores conservadores internos y externos. Ahora, el 21 de agosto pasado, Jorge Bergoglio anunció que está preparando una segunda parte de la encíclica Laudato si (2015) , aunque sin especificar por el momento ni fecha, ni modalidad de la nueva publicación. Tampoco explicitó cuál sería la vinculación con el texto original de la encíclica, un documento que traspasa en mucho los límites del magisterio católico y que, tomando como eje la cuestión ambiental, se extiende sobre la relación de la sociedad actual con el hábitat y la naturaleza. Tal como lo analizaron en su momento expertos de distintas disciplinas Laudato si es una convocatoria a toda la humanidad para reflexionar sobre la manera de habitar el mundo advirtiendo sobre las consecuencias que el sistema económico actual tiene sobre la calidad de vida de las personas. Incluye además la invitación a buscar otros modelos de entender la economía, el progreso y la centralidad de la persona humana en esas búsquedas.
Ahora el Papa ofrece otra novedad: se arriesga a ampliar y hasta corregir su propio legado magisterial. El anuncio no implica seguramente retractarse de lo ya escrito y publicado sino de actualizarlo –según el propio Francisco reconoció- teniendo en cuenta voces y perspectivas que antes no fueron consideradas, algunas de las cuales surgieron incluso en diálogo con el documento pontificio.
En la audiencia en la que hizo el anuncio Bergoglio aludió a las nuevas fuentes que debe contemplarse para la actualización de Laudato si. En primer lugar el Papa reconoció la velocidad de los cambios que se producen en la sociedad y en el mundo, también el deterioro que se está produciendo en la calidad de vida de las personas, ante los que hay que estar permanentemente atentos. “Los tiempos de crisis social, económica, de identidad y de seguridad desafían a las democracias occidentales a responder eficazmente a estas crisis, permaneciendo fieles a sus principios; principios que deben recuperarse continuamente y cuya defensa requiere una gran vigilancia”, dijo. Hay que revisar los acuerdos básicos del sistema y hasta la democracia misma. Cuando hace esta propuesta Francisco está poniendo en práctica también una perspectiva respecto del magisterio católico: no es inmutable ni perenne, es dinámico y requiere actualización permanente.
Pero esta actitud exige al mismo tiempo la escucha de nuevos actores, de otras voces a las que no se atendió o no se lo hizo de manera suficiente. En particular a las y los jóvenes. “No debemos olvidar nunca que las jóvenes generaciones tienen derecho a recibir de nosotros un mundo bello y habitable, y que ello nos confiere serios deberes para con la creación que hemos recibido de las manos generosas de Dios”, dijo el Papa.
Como la ha hecho desde que asumió el pontificado Bergoglio tiene su mirada centrada en la situación de las y los pobres, a quienes muchas veces identifica como “descartados”. No oculta entonces su preocupación por el agravamiento de las situaciones de marginación de personas y comunidades, por ejemplo, a través de las migraciones forzadas. Es posible que la segunda parte de Laudato Si actualice el diagnóstico sobre esta realidad, particularmente con la contribución de la mirada de los movimientos populares, a quienes el Papa nombra como los “poetas sociales” y con los cuales Francisco sigue estrechando lazos, abierto a la escucha de sus perspectivas y a quienes considera principales aliados en la búsqueda de cambios en la sociedad. “Ustedes son constructores indispensables de ese cambio impostergable; es más, ustedes poseen una voz autorizada para testimoniar que esto es posible”, les dijo Francisco a estos movimientos.
Laudato si acuñó el concepto de “ecología integral” para integrar el clamor de la tierra con el reclamo de los pobres, para indicar las raíces comunes y para señalar que se necesitan respuestas también integrales. Por eso también el Papa buscó acercarse y tener mayor contacto con los pueblos originarios, a quienes considera maestros en ecología integral. En este sentido se descuenta que el documento final del Sínodo de la Amazonia (2019) , del que fueron protagonistas los pueblos indígenas a lo largo de todo el proceso, será una fuente de primer orden para el nuevo texto.
En definitiva, con el anuncio realizado Francisco asume que lo dicho en Laudato si en 2015 ha sido importante, pero es insuficiente: hay nuevas realidades que tienen que ser consideradas y otros actores que necesitan ser escuchados. También puede agregarse que el propio Bergoglio complejiza su reflexión y él mismo se transforma y se desafía a seguir profundizando en sus alertas y sus propuestas construidas desde los más pobres y hablando no solo para la comunidad católica sino para todos aquellas y aquellos que lo quieran oir en el mundo.
Por Washington Uranga-Página/12