Las infidelidades y venganzas de la pareja que formaban Cristina Seymandi y Massimo Segre
Una vendetta romántica en la alta sociedad de Milán les ha hecho el verano a los italianos, sofocados por las olas de calor. La saga del novio despechado que puso en evidencia las infidelidades de su novia en medio de la fiesta de cumpleaños sigue dando que hablar desde que los protagonistas se han declarado la guerra en los medios de comunicación. Aunque todo tiene cierto tufillo a farsa (vaya a saber con qué objetivo, se sospecha que financiero), Massimo Segre y Cristina Seymandi siguen ventilando sus trapos sucios mediante cartas publicadas en los diarios locales, convirtiendo el infeliz episodio en una suerte de “docuserie”.
El momento de tensión
Segre, banquero y millonario de 64 años, le había organizado una gran celebración a su rubia prometida: arreglos florales, globos, la comida, fuegos artificiales, torta y Dj incluido, todo estaba planeado al detalle. La reunión iba divinamente esa noche, pero el hombre tenía el “arma” doblada en el bolsillo. En medio de la velada tomó el micrófono, y ante familiares y amigos, anunció sin que le temblara el pulso que la dejaba libre y ponía fin a su relación de tres años por las recurrentes infidelidades de ella, una mujer bastante más joven e hija de un acaudalado empresario de Milán. En el video se la ve a ella petrificada mientras lo escucha hablar. “Esta noche quiero darle a Cristina la libertad de amar; de amar a un abogado, que le importa más que yo. Querida Cristina, sé lo enamorada que estás de él, tanto mental como sexualmente. Y también sé que antes de él tenías una relación con un conocido industrial. Ándate con él a Mykonos que ya está todo pago, también el viaje a Vietnam, que lo disfrutes mucho. Queridos amigos, no crean que me gusta parecer un cornudo frente a vosotros” aclaraba ante una audiencia perpleja.
El hecho ocurrió el 28 de julio pasado por la tarde, en los jardines de una villa fabulosa en las fueras de la ciudad. “Me encontré en una situación surrealista. Traté de reavivar la atmósfera con música de Bob Sinclar, quería eliminar ese silencio glacial. Llevo décadas haciendo este trabajo y nunca me había pasado algo así“ comentaba el Dj que aparece junto a Segre en el vídeo viralizado.
La demanda de la novia
Apenas se repuso, la damnificada convocó a un abogado con la intención de demandar a su ex. Y está en su derecho, pues la dimensión de la venganza dio muestras suficientes de que tenía razones para huir de Segre, tarde o temprano… ¿quién quiere estar con alguien capaz de planificar tan milimétricamente un acto semejante, por más que no haya habido víctimas fatales que lamentar? Seymandi, que además es ex asesora de la alcaldesa de Turín, acusó a Segre de ‘sexista’ y de haber cometido “un gesto de una violencia aberrante” concluyendo que la escena “fue una payasada.
¿Las traiciones? ¡Desde qué púlpito viene el sermón!” escribió en una carta sugerente publicada por el diario La Stampa. “¿Sexismo? Me enseñaron que a las personas se las juzga por sus cualidades, no por su sexo. Desde que el 28/7/2020, deslicé el zafiro de mi madre en el dedo de Cristina pidiéndole que se casara conmigo y obteniendo su consentimiento, ya no he sido libre para amar a los demás y así debería haber sido para ella. Este fue el pacto sellado al usar el anillo de mi familia. Ella sustentaba la tesis de que también yo soy un traidor en serie. La única forma de evitar narraciones distorsionadas, si no francamente fantasiosas, era tomar la iniciativa frente a todos sus amigos, antes de que ella pudiera decir quién sabe qué cosa sobre mí” retrucó él por el mismo medio.
Como en la guerra de los Roses, pero sin platos por el aire ni conejos en la cacerola, vuelan las ofensas, poniendo en claro que en realidad ninguno de los dos es gente de fiar. Sin dudas nos quedamos con la revancha romántica de Shakira, que cuando gracias a un frasco de mermelada descubrió la infidelidad de Piqué con Clara Chía, se desquito apenas con un buen acuerdo de divorcio y tres canciones en las que al final él queda como un playboy, cuando el tipo no daba para tanto. Como decían las abuelas, lo que nos une es lo que después nos separa…