Arranca la temporada de avistaje; ballenas, delfines, pingüinos, lobos y elefantes marinos son solo algunas de las especies que se pueden disfrutar en el marco de un paisaje patagónico espectacular
o todos saben que la Patagonia tiene algunas de las playas más hermosas del país. Allí donde el mar es turquesa, la costa es amplia y la naturaleza tiene la magia de lo agreste, donde se pueden ver ballenas desde la costa y caminar entre pingüinos de Magallanes. Es ahí donde se inicia un viaje mágico que no sólo es sinónimo de fauna sino también de hospedajes soñados y alta gastronomía de mar.
La primavera es una excelente época del año para viajar a Puerto Madryn, un destino internacional para el avistaje de fauna. Ballenas, delfines, pingüinos, lobos y elefantes marinos son algunas de las epecies que se pueden observar.
Península de Valdés fue declarada patrimonio natural de la humanidad por la Unesco en 1999 y ofrece un verdadero safari marino y subacuático.
La protagonista: la Ballena Franca Austral
La temporada de ballenas se extiende hasta diciembre en el Área Natural El Doradillo, donde es posible divisarlas desde la costa. Las excursiones embarcadas para los avistajes parten desde Puerto Pirámides. De allí zarpan las embarcaciones y también tres rutas de ripio que permiten visitar Punta Norte, Caleta Valdés y Punta Delgada.
El plan en Madryn siempre es manejar a baja velocidad para observar la fauna (choiques, guanacos, maras y peludos) y disfrutar del paisaje único. Alojarse en la península es una excelente forma de recorrer la zona con más tiempo y disfrutar hasta el atardecer, una o incluso dos noches es lo ideal.
Una vez en Valdés, hay diferentes opciones que permiten hacer el avistaje a bordo de un catamarán, gomón semirrígido, o incluso al Yellow Submarine, un semi submarino con ventanas bajo el agua e hidrófonos para escuchar los sonidos de las ballenas.
Un encuentro cercano con los Pingüinos de Magallanes
Desde septiembre y hasta marzo, las playas de Chubut albergan a las colonias de Pingüinos de Magallanes. Punta Tombo, ubicada a 180 kilómetros al sur de Puerto Madryn, es hogar de más de un millón de ejemplares. En esta reserva, los visitantes pueden observar a los pingüinos en sus nidos, durante su búsqueda de alimento en el mar y alimentando a sus crías, a través de un sendero de 3 km. Hay también un Centro de Interpretación para entender la fauna local en profundidad.
Sabores que cuentan historias
Madryn es sinónimo de centolla, langostinos, trucha arco iris, cordero al asador, vieiras, navajas frescas y pulpo. Pero esa calidad de producto necesita una gastronomía que lo respete. Es el caso de muchos de los restaurantes de la ciudad. Con una imponente vista al mar, y una terraza sobre la arena, Parador Riviera es uno de los espacios destacados. Además de parador de playa, funciona como restaurante por la noche. Si la idea es comer buenas pastas o pizzas, el recomendado es Fervor, con pizzas de masa madre y levado en frío. Quienes se hospeden en el centro de la ciudad, pueden conocer uno de los bodegones clásicos de Madryn: la Cantina el Náutico.
Los amantes del chocolate pueden conocer una de las nuevas aperturas de Madryn: Julia. La chocolatería creada por Julia Domínguez hace bombones, trufas, chocolate en rama, además de las colas de ballena rellenas de dulce de leche. Ideales para llevar un souvenir y regalar algo del sabor de la Patagonia. Imperdible: los bombones de torta galesa con frutos rojos.
Experiencias a medida
Una tendencia instalada en Madryn es la de contratar algo más que una excursión, se trata de una experiencia única, exclusiva y customizada. Se diseña la medida de los gustos de pequeños grupos de turistas. Avistaje de ballenas al amanecer, un almuerzo rústico en una típica estancia patagónica o una clase de cocina en Gaiman, el pueblo de tradición galesa son algunas de las activades que se pueden contratar a medida.
También es posible pasar un día de pesca artesanal con técnicas sustentables, acompañando a una familia pesquera de la zona, para conocer la actividad de cerca, y terminar con un almuerzo montado en la playa, maridado con vinos de la zona. El avistaje de estrellas es otra de las experiencias más deseadas por los viajeros. Por último, visitar estancias que permitan pasar tiempo en soledad con los pingüinos, con guías excluisivos, puede transformarse en un recuerdo inolvidable. Se trata de experiencias pensadas para grupos de entre 2 y 12 personas, según cada prestador.
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