Luego de las primarias, no puede descartarse otro cisne negro en las elecciones generales de octubre.
En un escenario tan atípico, no se debe descartar que sigan sucediendo sorpresas electorales. Nadie lo puede afirmar a ciencia cierta, claro. Pero da la sensación que este año los votantes vienen con un cuchillo bajo el poncho. Ya pasaron a degüello varias dinastías: los Kirchner en Santa Cruz, los peronismos de 20 años en Chubut y San Juan, los Posse, la rama oficial del MPN, Capitanich, el Alberto de San Luis, además del triunfo arrollador de Pullaro en Santa Fe, y puede sumarse Entre Ríos.
Aun cuando no ganase Milei la presidencia, sino que se imponga alguien del statu quo, ya con todo lo que pasó en 2023, hay para escribir una biblioteca entera. El problema de la gota que rebalsa el vaso es que nunca se sabe cuál gota será. Lo que sí, no hay por qué pensar que el proceso ya concluyó.
En las tres presidenciales con PASO desde 2011 siempre hubo novedades, algunas determinantes como la de 2015. En la reelección de CFK no se notó tanto por el impacto del alto porcentaje de la entonces mandataria, que tocó un record histórico para esta etapa democrática. Sin embargo, por debajo “pasaron cosas”. Mientras que en las primarias Hermes Binner había obtenido el 10 %, en la definitiva se ubicó segundo con el 17 %, siendo la gran sorpresa merced a que capturó 1.700.000 votos más. Su contracara fue Duhalde, quien logró el tercer puesto en las PASO y cayó a la mitad en la general. Todo eso sin contar que la propia Cristina creció 4 puntos entre ambas instancias.
Cuatro años después vino el “gran desafío gran”, ya que nos fuimos a dormir la noche de las primarias pensando que Scioli era casi el futuro presidente, y el día de la general nos anoticiamos que iba a un balotaje que terminaría perdiendo. En los números, el ex gobernador bonaerense pasó de 39% a 37 % y Cambiemos se elevó de 30% a 34 %. Massa creció 1 punto.
En 2019 experimentamos la fabulosa remontada de Macrientre ambos comicios: en las PASO perdió por 16 puntos y en la general por 8. Alberto mantuvo su porcentaje (siempre hablando en números redondos), mientras que Lavagna resignó 2 puntos.
Es decir que siempre hubo, entre alzas y bajas, por lo menos 7 puntos que se movieron en el reparto final, y puede haber hasta más de 10. Cuando vemos ese escenario de tres actores muy cercanos que emergieron del pasado 13 de agosto, hay que estar predispuestos a que otro cisne negro emerja del lago sin que sea advertido previamente.
En estos párrafos previos solo hemos hecho un juego matemático simple, ya que 1) cada elección es distinta, 2) esta es más distinta que otras ya que se están reescribiendo muchos patrones, y 3) como a todo análisis numérico le falta el examen de la sustancia de los posibles corrimientos.
Al no tener antecedentes previos sobre el fenómeno Milei-cada instancia electoral es una novedad- las predicciones se complican sobremanera. En situaciones “normales”, sabíamos que a Juntos le iba mejor en la general que en las primarias en términos proporcionales ya que, al expandirse la torta de participación, sumaban más votantes que se habían quedado en casa.
Sin embargo, en la legislativa de medio término de 2021, la diferencia entre JxC y FdT pasó de 10 puntos en las PASO a 8 puntos en la general. Ambas fuerzas sacaron más votos, pero la confederación peronista achicó la brecha gracias a que ajustó las clavijas respecto a la movilización (en un contexto aún de pandemia). Dada la exigua diferencia que se registró entre ambos contendientes el 13 de agosto -177.000 votos- es un margen que podría ser revertido y la historia sería otra.
Faltan 3 semanas para el comicio. Lo más probable es que haya nuevamente un balotaje y que uno de los dos finalistas sea el libertario. Pero después de eso es difícil arriesgar pronóstico. El clima es de Milei vs. Massa. Sin embargo, no todo está dicho ya que lo más importante de las campañas aún está por suceder, cuando los votantes menos politizados e informados empiecen a evaluar lo que está en juego. Nunca nadie dijo que cisne negro hay un solo.
Por Carlos Fara