Al apoyar plenamente a Israel en su guerra contra Hamás, Occidente ha despertado la ira de los Estados árabes y de muchos países del Sur global que se han unido a la causa palestina. Pero más allá de esta línea divisoria tradicional, las fricciones también crecen ahora dentro del mundo occidental a medida que se deteriora la situación humanitaria en Gaza.
Nota relacionada:
Hamás perfora el mito de invulnerabilidad de Israel
Se suponía que iba a ser una visita histórica, la de un presidente estadounidense políticamente curtido, especialista en asuntos internacionales, capaz de hablar con ambas partes del conflicto palestino-israelí. Pero cuando Joe Biden bajó del Air Force One el miércoles 18 de octubre y se encontró en brazos del primer ministro israelí Benjamin Netanyahu, el demócrata nunca pareció tan alejado de su imagen de “mediador honesto” en Oriente Próximo.
Joe Biden había planeado inicialmente reunirse con el Primer Ministro israelí en Tel Aviv y después con los líderes árabes en Jordania. Pero tras el ataque del martes por la noche a un hospital de la asediada Franja de Gaza, el rey Abdullah II de Jordania canceló la reunión prevista entre el presidente estadounidense, el presidente egipcio, Abdelfatah al-Sisi, y el presidente de la Autoridad Nacional Palestina Mahmud Abbas.
Una bofetada en la cara de Joe Biden y un signo de clara falta de confianza en la capacidad de Estados Unidos para reducir el nivel de violencia en Gaza.
Al final, el presidente estadounidense viajó más de 9.000 kilómetros para reunirse sólo con una de las partes implicadas, haciendo que Washington parezca más unilateral de lo que nunca ha sido en la historia del conflicto palestino-israelí.
“Cuando se producen este tipo de visitas, se necesitan dos cosas (…) Diálogo y confianza. Ambas se han visto seriamente socavadas por el ataque al hospital. Y esto ha comprometido seriamente la capacidad del presidente Biden para presentarse como mediador en esta crisis”, explica Philippe Turle, columnista internacional de France 24.
Israel atribuyó el ataque contra el hospital Al-Ahli a los grupos armados palestinos Hamás y Yihad Islámica. Pero, a falta de una investigación independiente, la afirmación del ejército israelí de que la explosión se debió a un error en el disparo de un cohete no ha logrado aplacar la ira que se extiende por el mundo árabe.
El miércoles estallaron manifestaciones en Cisjordania ocupada, Jordania, Líbano, Túnez, Irán, Libia y Yemen. También se celebraron numerosas concentraciones ante las embajadas de las principales potencias occidentales, entre ellas Estados Unidos, Reino Unido y Francia.
Criticados por no defender los principios del derecho internacional durante la invasión rusa de Ucrania, los países del Sur toman ahora represalias invocando el “doble rasero” de Occidente y su respuesta selectiva ante posibles crímenes de guerra.
Las reglas del juego varían
Si la guerra de Ucrania puso de manifiesto las fisuras que atraviesan la comunidad internacional, los últimos episodios del conflicto israelí-palestino las han ensanchado aún más, sobre todo con las potencias emergentes de Asia, África y América Latina.
Y esta crisis en Oriente Medio no sólo está separando al Norte y al Sur. También está irritando a algunos de los aliados europeos de Washington que han trabajado incansablemente desde la invasión rusa de Ucrania para construir un consenso en torno al respeto del derecho internacional y los derechos humanos.
Dos días después del atentado terrorista perpetrado por Hamás el 7 de octubre, los dirigentes de cinco grandes países occidentales -Estados Unidos, Francia, Alemania, Gran Bretaña e Italia- emitieron una declaración conjunta en la que expresaban su “apoyo firme y unido al Estado de Israel” y su “condena inequívoca de Hamás y sus atroces actos de terrorismo”. La extensa declaración menciona brevemente “las legítimas aspiraciones del pueblo palestino”, pero no da detalles de cómo podrían lograrse.
Una declaración muy diferente a la de Sudáfrica, por ejemplo, que emitió una declaración el día del atentado sin nombrar a Hamás, pidiendo “el cese inmediato de la violencia, la moderación y la paz entre Israel y los Territorios Palestinos”.
En términos más generales, en las últimas semanas han surgido tres tipos de respuesta tras el ataque de Hamás y la ofensiva israelí contra la Franja de Gaza: países que apoyan firmemente a Israel, países que piden un alto el fuego y, por último, países que apoyan a Hamás.
“No hay duda de que esta crisis acentúa las divisiones porque refuerza la opinión del Sur sobre el doble rasero [de Occidente]”, afirma Michel Duclos, exembajador de Francia en Siria y consejero especial del Instituto Montaigne, con sede en París.
“Desde el punto de vista del Sur, los intereses económicos y geoestratégicos han acentuado las diferencias de opinión sobre la guerra en Ucrania. Pero el abismo que se ha abierto en torno a la cuestión israelí-palestina también está alimentado por elementos emocionales”, opina.
Para los países del Sur, “existe una forma de hipocresía por parte de Occidente, que da prioridad no tanto a sus intereses como a sus propios sentimientos. Occidente tiene sentimientos especiales hacia Israel, los intereses israelíes y el dolor israelí. En los países del Sur, esto se ve como emoción selectiva y reglas de juego selectivas”.
El ‘sorprendente’ veto de Estados Unidos en la ONU
“La cuestión no es si el Sur está unido y tiene una postura única; eso es poco probable en estas circunstancias”, afirma Sarang Shidore, director del programa Sur del Quincy Institute for Responsible Statecraft, con sede en Washington D. C. “La cuestión es si hay suficientes países del Sur que se sientan impulsados por esta cuestión y sean actores importantes. ¿Están preparados para reaccionar y dar a conocer sus puntos de vista? La respuesta a estas dos preguntas es ‘sí'”, concluye el experto.
Según Shidore, la naturaleza de la respuesta de los países del Sur dependerá de cómo evolucione la situación en la Franja de Gaza. Si la situación humanitaria se deteriora aún más, algunos países podrían pedir una votación en la Asamblea General de las Naciones Unidas, mientras que el Consejo de Seguridad se muestra incapaz de alcanzar una posición común.
El miércoles, mientras Joe Biden decía a los periodistas en Tel Aviv que había convencido a Israel para que autorizara una ayuda humanitaria limitada a la Franja de Gaza, Estados Unidos vetó una resolución del Consejo de Seguridad de la ONU que pedía “pausas humanitarias” para permitir el acceso de ayuda al enclave palestino.
La resolución, defendida por Brasil, condenaba la violencia contra todos los civiles, incluidos “los atroces atentados terroristas de Hamás”. Doce países miembros del Consejo de Seguridad de 15 miembros votaron a favor de la resolución. Rusia y el Reino Unido se abstuvieron. Estados Unidos, uno de los cinco miembros permanentes, votó en contra, lo que es suficiente para rechazar cualquier resolución. La embajadora estadounidense ante Naciones Unidas, Linda Thomas-Greenfield, criticó el texto por no mencionar el derecho de Israel a defenderse.
Se trata de la segunda propuesta de resolución que fracasa en la ONU desde el inicio del conflicto entre Israel y Hamás. El lunes, el Consejo de Seguridad rechazó un texto redactado por Rusia en el que se pedía un “alto el fuego inmediato”, el acceso “sin trabas” de la ayuda humanitaria a Gaza y la condena de “todos” los asesinatos de civiles, israelíes y palestinos.
Estados Unidos, Reino Unido, Francia y Japón votaron en contra de la resolución rusa. En su momento, Linda Thomas-Greenfield criticó a Moscú por no mencionar a Hamás en el proyecto de texto.
No al “alto el fuego”, sí al “deber de responder”
La semántica es un asunto serio en la ONU, y no fue sólo la omisión de Hamás lo que hizo que la resolución rusa naciera muerta, sino también la mención del término “alto el fuego”.
Poco después de que Israel comenzara a bombardear la Franja de Gaza la semana pasada, el Departamento de Estado de Estados Unidos envió una directiva en la que advertía a los diplomáticos estadounidenses que no utilizaran tres frases concretas: “desescalada/cese el fuego”, “fin de la violencia/derramamiento de sangre” y “restablecimiento de la calma”, según un informe del ‘Huffington Post’, confirmado por el ‘Washington Post’.
Washington también ha modificado su compromiso con el “derecho de réplica” de Israel, transformándolo en los últimos días en un “deber de réplica”.
Tras el veto estadounidense del miércoles, el embajador chino ante Naciones Unidas, Zhang Jun, acusó a Estados Unidos de hacer creer a los miembros del Consejo de Seguridad que la resolución podía ser adoptada cuando no habían expresado ninguna oposición durante las negociaciones. Calificó la votación de “sencillamente increíble”.
Brasil, miembro fundador del bloque de economías emergentes BRICS, que ostenta actualmente la presidencia rotatoria del Consejo de Seguridad, también emitió un airado comunicado lamentando el bloqueo estadounidense.
“Brasil considera urgente que la comunidad internacional establezca un alto el fuego y reanude el proceso de paz”, declaró el Ministerio de Asuntos Exteriores brasileño.
Las divisiones de la Unión Europea salen a la luz
Por primera vez desde el atentado de Hamás del 7 de octubre, Francia ha roto filas con sus aliados occidentales en el Consejo de Seguridad al votar a favor del proyecto de resolución brasileño. En un comunicado de prensa, el Ministerio francés de Asuntos Exteriores expresó su “pesar” por el fracaso del Consejo de Seguridad a la hora de adoptar un “buen texto”, en palabras de su representante en la ONU, Nicolas de Rivière.
En una cumbre de emergencia de la UE celebrada el martes, varios dirigentes advirtieron de que no defender los derechos de los palestinos de Gaza exponía a los Estados occidentales a acusaciones de hipocresía, informó el ‘Financial Times’ citando a varios funcionarios.
La jefa de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, también fue duramente criticada por no pedir explícitamente al Estado judío que respetara el derecho internacional en su guerra contra Gaza durante un viaje a Israel la semana pasada.
El primer ministro irlandés, Leo Varadkar, declaró públicamente que los comentarios de la presidenta de la Comisión Europea “carecían de equilibrio” e insistió en que “no hablaba en nombre de Irlanda”.
“A los europeos les preocupa que se considere que no defienden el derecho internacional. La postura de Ursula von der Leyen de solidaridad sin reservas con Israel está siendo vista como unilateral y les está haciendo perder poder blando en el Sur Global. Europa depende más del poder blando que Estados Unidos, que a menudo confía más en el poder duro, aunque cada vez resulta más contraproducente”, afirmó Shidore.
Tanto EE. UU. como la UE han aumentado la financiación humanitaria para los palestinos desde los bombardeos israelíes tras el ataque de Hamás. La ayuda de la UE a los palestinos es el “precio de su mala conciencia ante la desaparición de la perspectiva de creación de un Estado palestino junto a Israel”, señaló el periodista y escritor francés Gilles Paris en Le Monde.
La cuestión, sin embargo, es hasta cuándo tolerará Bruselas la repetida destrucción israelí de las infraestructuras de Gaza financiadas por la UE. El bloque de los 27 lleva tiempo dividido sobre esta cuestión, pero el debate se ha mantenido a puerta cerrada. Si la UE decide trasladar el debate a la escena pública y política, podría recibir una ayuda considerable del Sur Global.
Estados Unidos dispone del material militar necesario para superar las diferencias con sus aliados europeos sobre la cuestión israelí-palestina. Pero no ganará amigos en la competición por el poder blando, y tanto Rusia como China están preparadas y son capaces de ocupar su lugar en la comunidad del Sur Global que está surgiendo para cambiar el orden mundial existente.
Por Leela Jacinto-France24