Los obispos conjugaron esos verbos en la previa electoral. Una jornada para orar por la patria con ecos de 2001 y una campaña para acudir a las urnas. El día después, preocupación.
Con la neutralidad a punto de quiebre en las bases religiosas y el enojo del papa Francisco con quienes condicionan políticamente su visita al país o la promueven sin su autorización, la Iglesia trazó el camino al ballotage del domingo entre el ministro candidato Sergio Massa y el economista libertario Javier Milei, sobre la base de una triada de acciones resumidas en los verbos: rezar, votar y esperar.
Rezar. El obispo Oscar Ojea, presidente de la Conferencia Episcopal Argentina, habló de “un momento tan difícil y tan delicado” del país al convocar a la feligresía católica a la jornada de oración por la patria que se elevó este viernes, en las vísperas del ballotage. No fue una misa, en un lugar prefijado. Tampoco un ruego interreligioso; sino un gesto puntual: rezar en forma personal o comunitaria la plegaria que los obispos escribieron en 2001, en plena crisis que precipitó la caída de Fernando de la Rúa.
Según los obispos encabezados entonces por Estanislao Karlic, la Oración por la Patria sintetiza las “necesidades, desafíos, anhelos y esperanzas” de quienes habitan esta tierra bendita. La plegaria comenzó a rezarse en tiempos en que las cacerolas sonaban junto al grito: “Que se vayan todos”; y es la sugerencia espiritual que desde la Iglesia se anima a rezar cada vez que una crisis social, económica, política e institucional pone en riesgo la vida democrática.
Votá, tu voto vale
Votar. “Agobio”, “tedio”, “acedia”, “hartazgo”, “cansancio”, “desánimo”, “desesperanza”. Apenas una muestra de las sensaciones que los obispos dicen recibir de la feligresía católica ante un proceso electoral demasiado largo; y que, en casos, obligó a la ciudadanía a sufragar por lo menos siete veces en lo que va del año. Pese a ese clima, la Iglesia anima a participar de todas las instancias electorales yendo a las urnas con la consigna: “¡Votá, tu voto vale!”
En una votación clave, la prédica episcopal optó por la neutralidad y por no influir en la decisión de la grey católica, recordando que el voto es “una decisión personal” y un derecho-deber que tiene que ejercerse “a conciencia”, “con la razón” y “en forma responsable”. Uno de los pocos que se salió de cuadro fue el obispo José Conejero Gallego, de Formosa, alentando el voto en blanco; y fue criticado. En tanto, una sugerencia del arzobispo Jorge García Cuerva, de Buenos Aires, en cuanto a que “no hay que dejar el Evangelio en la puerta del cuarto oscuro” hizo algo de ruido externo; pero sin demasiada resonancia interna.
Incertidumbre por el día después
Esperar (con incertidumbre). Gane quien gane, la preocupación de los obispos católicos es cómo será el escenario postelectoral. Fuentes eclesiásticas consultadas por Letra P admitieron que ese interrogante se plasma en una serie preguntas: el 20 de noviembre, ¿Milei o Massa aceptarán ser parte del equipo de los vencidos? ¿Se agrandará la brecha-herida que divide al país? ¿La idea de un gobierno de unidad nacional tiene sustento? ¿Hay posibilidades de un diálogo en busca de consensos sobre políticas públicas? ¿Hay propuestas para saldar las deudas sociales de estos 40 años de democracia?
El obispo Sergio Buenanueva, de San Francisco (Córdoba), escribió una reflexión en la que exterioriza lo que otros dicen en off: “La elección del 19 de noviembre es importante… Sin embargo, lo más arduo es lo que se abre por delante: tiempos difíciles que requerirán mucha pasión por el bien, perseverancia y fortaleza para soportar los embates del mal y para acometer la lucha por la justicia. Y, sobre todo, por la reconciliación, la concordia y la amistad social en una sociedad fragmentada y deliberadamente conducida a ese lugar de polarización”.
La bendita visita papal
La versión del diario católico francés La Croix en cuanto a que el papa sólo visitaría el país si el ganador del ballotage presidencial fuera Massa obligó al pontífice a aclarar que su visita no tenía ningún condicionamiento político. “Mi visita a la Argentina no depende del triunfo de ningún partido o derrota”, dijo a un grupo de interlocutores ocasionales en Roma y el comentario fue rápidamente replicado en Buenos Aires.
En ese intercambio, Francisco exteriorizó también su malestar con quienes fomentan la visita sin su autorización. “Me siento muy incómodo con los curas que pasean por los medios hablando en mi nombre”, se quejó sin más referencias y en alusión implícita a sacerdotes de las villas que hacen campaña en las barriadas populares por el candidato de Unión por la Patria, con consignas como “Si gana Massa, viene el papa”.
Por Guillermo Villarreal-Letra P