El secretario de Comunicación oficia de anfitrión de la Casa Rosada y toma roles propios de un ministro coordinador. Cumbre con Caputo y una silla caliente.
Cuando su cargo todavía no estaba oficializado en el Boletín Oficial, algunos de los hombres y mujeres más importantes del sector empresarial, agrario e industrial comenzaron a recibir mensajes de Whatsapp de Eduardo Serenellini para coordinar las primeras reuniones de trabajo en la Casa Rosada. El ahora secretario de Comunicación y Prensa conocía a todos ellos en persona e, incluso, llegó a cultivar con muchos una relación fluida gracias a su extensa trayectoria como periodista en Canal 26, La Nación + y Radio Rivadavia. Para sopresa de sus interlocutores, el funcionario en tan sólo un mes de gestión ocupó el rol vacante de las relaciones políticas e institucionales de una jefatura de Gabinete que ocupa el silencioso Nicolás Posse.
Más allá de conocer a los principales actores políticos, económicos y productivos que asistieron a sus llamados por cortesía, pero con mucha intriga, la validez de los encuentros de Serenellini estuvieron dados por la relación cercana que tiene con el presidente, Javier Milei, y también por el evidente hueco que suele dejar Posse. El hombre fuerte del gobierno que mantiene un bajo perfil y le rehúye a las tareas propias de la rosca política y al cual hasta ahora no se le conoce el tono de voz de manera pública
Por eso, disruptivo y algunas veces polémico en los estudios de radio y televisión por los que pasó (“Hay que aceptar comer menos veces por día”, dijo antes de asumir en su cargo), Serenellini se mueve ahora como uno de los nuevos hombres de diálogo de La Libertad Avanza con el establishment, una función que ocupaba casi con exclusividad el ministro de Interior, Guillermo Francos. Cada mañana, el secretario de Estado es uno de los primeros en llegar a la Casa Rosada, y uno de los últimos en irse. Suele estar acompañado de un secretario, y saludar con seriedad entre los pasillos de Balcarce 50.
Quienes estuvieron con él en los últimos días destacan su amabilidad y puntualidad, quizá no tanto su condescendencia en las charlas de trabajo. Como sea, valoran que haya un nuevo puente de acceso a Milei, pese a que no cuenta con las herramientas necesarias para profundizar agendas sectoriales, resolver problemáticas más allá de la comunicación, o influir sobre las partidas presupuestarias.
“Es llamativo que nos convoque un secretario de Comunicación. Si querés plantear nuestra agenda pedimos una audiencia con el ministro de Economía, el secretario de Trabajo o algunas otras áreas, pero no con alguien que tiene la tarea de relacionarse con periodistas”, comentó a Letra P una autoridad privada relevante, que de todos modos se esperanzó en que el contenido de sus planteos llegue a oídos del jefe de Estado.
Por su oficina privada, ubicada en la planta baja de Balcarce 50, y antesala del Patio de las Palmeras que se debe atravesar para llegar al despacho del Presidente, pasaron todo tipo de representantes privados. También trajinaron el Salón de los Científicos, que Serenellini utilizó en las últimas oportunidades. Entre ellos presidentes, vicepresidentes e integrantes de comisiones directivas de la Mediana Empresa (CAME), la Cámara Argentina de Comercio y Servicios (CAC); la Asociación de Teleradiodifusoras Argentinas (ATA); la Confederación Intercooperativa Agropecuaria (Coninagro); la Sociedad Rural Argentina (SRA); la Unión Industrial Argentina (UIA); la Cámara de la Industria Argentina del Software (CESSI); la Federación Agraria Argentina, la Confederación Rural Argentina (CRA); la Asociación de Radiodifusoras Privadas Argentinas (ARPA), y la Asociación de Entidades Periodísticas Argentinas (Adepa), entre otros.
Según pudo saber este medio, el experiodista fue quien tuvo la idea de comenzar estos encuentros y es el artífice de la cumbre que se llevará adelante este jueves, de la que también participará el ministro Toto Caputo. De manera individual, a cada una de las entidades les prometió acercarles otros funcionarios de otras áreas, que puedan resolver inquietudes sobre las retenciones, las paritarias y detalles sobre la reforma laboral que los involucra. Incluso, les dijo que buscaría una reunión con Milei.
Llegada a la Casa Rosada
Su ingreso al gobierno se dio después de la salida de Belén Stettler, que renunció tras 19 días en un cargo para el cual no tenía experiencia, algo de lo que quedó en evidencia cuando comenzó a pedir auxilio y agenda de periodistas a otros integrantes del gobierno. La funcionaria saliente era muy cercana a Santiago Caputo, el asesor de comunicación estrella de Milei. De hecho, desconocida en el mundo de los medios de comunicación de la Ciudad de Buenos Aires, llegó a ser parte de la campaña presidencial del líder libertario gracias a integrar la consultora privada de Caputo.
El número dos de Stettler, por una semana, fue Eduardo Roust. Histórico asesor de prensa vinculado al peronismo tradicional, acompañó al vocero Manuel Adorni en su debut para organizar las preguntas de la prensa acreditada, y fue, en los primeros días de gobierno, de los pocos funcionarios que tendían puentes con los periodistas. Pero sus diferencias internas y de estrategias con Caputo, que definió en su elegante carta de renuncia como una “insoportable velocidad digital”, también fue eyectado del poder. Su reemplazo fue Javier Lanari, viejo compañero radial de Adorni, ambos de alto perfil en Twitter.
Por Pablo Lapuente-LP