Para hacer que aclare no hay que desensillar
Tres mujeres, un país
En la era pre digital, huérfano de Google, Rodolfo Jorge Walsh acostumbraba a leer los avisos fúnebres de la oligarquía tomando nota de las condolencias, para hacerse una composición de lugar acerca de quién era quién al interior de ese bloque social. Aún sin contar con el talento ni la sistemática minucia del más grande periodista de investigación argentino, corresponde no perder de vista la interrelación entre ciertas micro realidades que hacen a la periferia del acontecer político, pero contribuyen a comprender en profundidad su centro.
Hace algunos días, circuló en las redes sociales un video estremecedor, de esos que quitan el aliento. En él podía verse a una joven llorando desgarrada y a voz en cuello, arrodillada junto a tres cuerpos masculinos con sus cráneos sangrantes. La escena no provenía de la Franja de Gaza sino del conurbano bonaerense, más precisamente de la localidad de González Catán, Partido de La Matanza. Esa confusa situación tardó en aclararse, hasta que pudo reconstruirse que en un predio de terrenos tomados cuyxs ocupantes aspiraban a organizarse bajo la forma de una asociación civil para administrar sus lotes, se apersonó un grupo de autotitulados “delegados”, secundados por media docena de sujetos que no tardarían en revelarse como sicarios. Pretendían quedar a cargo de la situación. A continuación, se discutió acaloradamente sin llegar a ningún acuerdo, pasando incluso a la violencia física, circunstancia en la que los visitantes habilitaron a sus culatas – entre los cuales había menores de edad – a abrir fuego sobre los rebeldes, que resultaron teniendo cinco víctimas fatales. A la fecha, hay tres detenidxs, entre ellxs una mujer encargada de vender los terrenos tomados. Lo dicho: La escena viralizada no tuvo lugar en Oriente Medio, y su circunstancia responde a causas diferentes a la étnica o religiosa, pero refleja a las claras la dimensión que en los últimos años ha ido adquiriendo ese Estado Profundo que – en el marco de un avanzado proceso de descomposición social al que una clase política venal y rentista ha brindado enorme colaboración – se rige por reglas no precisamente escritas en la Constitución Nacional. Hechos como este componen el complejo panorama actual de una Argentina que, al cumplir cuatro décadas de vida democrática, dado el resultado electoral conocido, no encontró motivo alguno de celebración.
Casi simultáneamente, una vez más habrían de ser las redes sociales la caja de resonancia de ciertos dramas cotidianos de los que los grandes medios se desentienden. Ahora otra mujer desesperada registraba con su propio celular cómo las topadoras del progreso demolían su precaria vivienda ubicada en Tilcara, Provincia de Jujuy, clamando a las fuerzas de seguridad que custodiaban ese operativo que, aunque más no fuera le permitiesen rescatar sus enseres del interior de la misma. Pero los RoboCops a cargo del mismo no respondían, ni siquiera la miraban. Si tomáramos por estrictamente cierto lo que la pobre mujer vociferaba en el video, los pocos bienes materiales con que contaba en la vida estaban dentro de esa casa que le estaban demoliendo. Por lo demás, todos sabemos que un hogar no solo se compone de objetos materiales, sino también de vivencias. Según denunciara a grito pelado la víctima de semejante atropello, sus pequeños hijxs estaban siendo testigxs de la tragedia que lxs dejaba desamparadxs y en la calle, sin siquiera habérseles mostrado algún papel que justificara legalmente esa acción. Como los ya mayores recordarán, hace casi medio siglo fue Tucumán, durante el Operativo Independencia – y aún bajo el Estado de Derecho – el globo de ensayo del siniestro plan que a partir del golpe de Estado de 1976 se desplegaría en todo el país. En las actuales circunstancias – no es la primera vez que se expresa – ha sido el Jujuy de Gerardo Morales el experimento que preludió el estadio superior del saqueo y la represión, imperante desde el 10 de diciembre pasado en toda la geografía nacional. Aunque el sentido común vigente continúe pendiente de cuanto acontece en la capital – puerto.
Poco después de lo antedicho, este cronista se cruzó con una vecina muy humilde, ex trabajadora del servicio doméstico y hermana de un detenido – desaparecido nunca denunciado, según sus palabras debido al engorro burocrático que suponía aquel trámite. Una de tantxs miembros de modestas familias represaliadas pertenecientes a esa Argentina Profunda (y no mediática) cuyo ausente sin tumba no figura en las listas conocidas, dato que amerita pensar que, para disgusto de lxs negacionistas, la cifra en cuestión bien puede exceder significativamente el número de 30.000. Cuando la mujer, visiblemente deteriorada por una vida de sacrificios e indignada a causa del precio inalcanzable de la canasta familiar, fue consultada respecto a cómo veía la situación, respondió con franqueza y aflicción que había votado a Patricia Bullrich, porque estaba harta de los atracos en barrios humildes. Y se mostró profundamente arrepentida con aquella decisión. De inmediato fue invitada a participar en la asamblea vecinal, convite que aceptó de buen grado. Ella integra la masa crítica de votantes de La Libertad Avanza que no forma parte de su núcleo duro y, a medida que la carestía de la vida golpea con mayor ferocidad, va engrosando el éxodo en curso, sin destino predecible aún, de numerosxs desencantadxs que, como en todo proceso de duelo, después del autorreproche y el bajón, muy probablemente le pongan el cuerpo al descontento y la frustración generalizados. Y cuando la economía rigorée aún más a los sectores medios, el resultado de dicho proceso quizás se asemeje al que hace poco más de dos décadas acuñó la consigna “piquete y cacerola, la lucha es una sola”.
Potentados del mundo uníos
Mucha tela se ha cortado en torno al reciente discurso del Presidente de la Nación ante el foro que nuclea a los dueños del planeta, cuya asistencia por ahora cuenta con más globalistas que nacionalistas económicos. Pero, salvo honrosas excepciones, con absoluta liviandad, el progresismo manifestó sentir vergüenza ajena, y optó mayoritariamente por reducir el hecho a una suerte de papelón inmerecido de escala global. Desde ese punto de vista, el único Jefe de Estado alineado con la Escuela Austríaca de economía, en pleno modo Hood Robin, cometió la osadía de espetarle en el rostro a los popes de la burguesía global que dejen de sentirse moralmente culpables de la desgracia de las grandes mayorías, dado que son los verdaderos héroes responsables de que la historia progrese, muy a pesar de los palos en la rueda que les viene poniendo el proletariado.
Como se sabe, el Foro Económico Mundial (FEM), también llamado Foro de Davos, es una organización no gubernamental internacional con sede en Cologny, que se reúne anualmente en Davos (Suiza), y que sobre todo es conocida por su asamblea anual en esa localidad. Allí se reúnen desde 1971 los principales líderes empresariales, los líderes políticos internacionales, así como periodistas e intelectuales selectos, a efectos de analizar los problemas más apremiantes que afronta el mundo, entre ellos, la inclusión social, la problemática de género, y el medio ambiente, temas estos que Milei se pasó por el traste.
Sin embargo, a contrapelo de las reacciones generales de estupor o rechazo que despertó su discurso, el empresario más acaudalado del mundo y su par de nuestro país – a saber, Elon Musk y Marcos Galperin respectivamente – se mostraron decididamente elogiosos. Sin ir más lejos, el primero de ellos comentó en su red X que el discurso del presidente argentino en Davos era una “Buena explicación de lo que hace que los países sean más o menos prósperos”.
Y es así dado que los intereses más regresivos del Norte Global vienen librando una batalla terminal y decisiva contra los pueblos del mundo en nombre del capitalismo más feroz e inhumano. Y Javier Milei es el representante local de esa lidia. Por eso mismo, respondiendo a los más poderosos fondos de inversión trasnacionales, se dispone a conseguir la aprobación a contrarreloj de un DNU y una Ley Ómnibus cuyo contenido rediseña de un plumazo el orden que ha regido en el país hasta la fecha.
Cuando algunos manifestamos que su proyecto es peor que el de la dictadura, cierto pensamiento republicano se crispa, argumentando que, a pesar de los pesares, estamos a considerable distancia de la tortura como método de interrogatorio, de los vuelos de la muerte, o del robo y apropiación de bebés de compatriotas insumisxs. Si bien eso es absolutamente cierto, hoy el poder mundial está mucho más concentrado, y en manos de megaempresas que funcionan como supra estados, absolutamente prescindentes de la voluntad de lxs presidentes y de las legislaciones nacionales. Y eso constituye una dramática novedad de nuestra era. A ellos les habló Milei. Y, al margen de las consecuencias futuras que tenga su discurso, ahora esos tanques cuentan con un vocero global que, por más estrafalario que parezca, intentará denodadamente legitimarlos. Solo eso ya constituye un cambio civilizatorio. Aunque Jabad Lubavitch, la secta sionista a la que adhiere nuestro presidente, ayude en la cárcel a la exmujer y socia del pedófilo Jeffrey Epstein, Ghislaine Maxwell, o el narcoestado ecuatoriano actual contradiga sus cantos de sirena, exhibiendo el rostro más terrible de una dolarización a la que el economista anarco liberal no renuncia.
Por lo pronto, ya hay empresas que proyectan una fuerte caída de la actividad y comienzan una sangría en el empleo. Se habla de un derrumbe del 2,5% del PBI, compensado por una buena actividad del agro, la minería y la energía. La industria y el comercio ya dieron de baja contratos. Y la merma en la Construcción alcanzó los 30.000 empleos.
Pero que no cunda el pánico: Según anunció el Presidente, apenas faltan 45 años para ver la luz al fin del túnel.
¿Es ético darle tiempo a la Doctrina del Shock?
Uno de los argumentos más trajinados por los adalides de la democracia formal consiste en reclamar a la sociedad paciencia ante un gobierno que acaba de asumir por vía legal y goza de la legitimidad del voto popular, mientras este se propone transformar al país en una maquila al servicio de los Fondos Buitres, antes de que los sectores medios pudientes y creadores de opinión pública regresen de sus vacaciones en Cancún, Punta del Este o Pinamar.
En tanto, cierto parlamentarismo lameculo se aviene a acordar algunas modificaciones del devastador paquetazo propuesto por el gobierno, al solo efecto de no votar alineado con el kirchnerismo.
Afortunadamente, durante los últimos días los resquicios de una democracia que el oficialismo pretende desguazar han permitido escuchar en las comisiones donde se libran los debates específicos voces tan dignas y patrióticas como las de Beverly Keene (economista integrante de Diálogo 2000) y Beatriz Rajtland (profesora consulta de la Facultad de Derecho), quienes dejaron en claro cómo un desconocimiento soberano de la odiosa Deuda Externa argentina echaría por tierra la cantinela libertariana de que “no hay plata”; la del abogado ambientalista Enrique Viale, quien denunció con nombre y apellido a las corporaciones responsables del modelo de acumulación por desposesión vigente amparado por el oficialismo; o la de la talentosa Lucrecia Martel – acaso nuestra realizadora de mayor prestigio internacional -, que fundamentó con absoluta autoridad la fuente de divisas que representa el cine nacional, cuyo fomento se pretende interrumpir. Es lícito interrogarse si semejantes intervenciones lograrán interpelar al parlamento… o su refractariedad ante la vox populi ya es irreversible.
Probablemente asumiendo como nunca antes la advertencia de “con los dirigentes a la cabeza o con la cabeza de los dirigentes” – hasta Luis Barrionuevo tomó nota del humor social y se desmarcó del oficialismo -, la CGT reaccionó como sus bases y gran parte del campo popular le venían exigiendo, y su iniciativa de convocar a un Paro Nacional con movilización al Congreso de la Nación contó con la solidaridad internacional de numerosas centrales obreras.
Se trató de una concentración popular claramente hegemonizada por el mundo del trabajo – y tan multitudinaria como no se veía desde hace años -, que colmó la porteña Plaza de los Dos Congresos, atronando con la consigna “el que no salta votó a Milei”, “unidad de los trabajadores, y al que no le gusta, se jode, se jode”, y “la Patria no se vende”.
Así, con una celeridad sin precedentes, a poco de asumido el devastador gobierno de La Libertad Avanza, la conflictividad social en curso da un salto más que significativo celebrando un primer cese de tareas de 12 horas, bajo la exigencia mayoritaria de una masa crítica que clama ir por más.
No es la renuncia de Milei lo que está en juego, sino la derrota de un paquetazo ajustador que contempla más de 600 iniciativas, a cuál más perjudicial para el pobrerío. El parlamento decidirá si vota a favor o en contra de su pueblo.
Y si hace lo segundo, ¿no será que ha llegado la hora de que el campo popular comience a debatir la necesidad de impulsar una Asamblea Constituyente capaz de introducir en el parlamento la voz y el voto de nuevos actores sociales, que desplacen a esta clase política sin vocación patriótica?
El acontecimiento de masas al que acaba de asistir la Argentina no ocurre en pleno desencanto del votante desprevenido de Milei, para eso falta. Pero el Protocolo Represivo, ya quebrado el 20 de diciembre pasado, otra vez vuelve a fracasar, dejando a la Ministra de Seguridad en ridículo nuevamente.
Como se recordará, en su asunción el presidente electo reunió menos de 30.000 voluntades para que lo aclamaran. Bien puede que en la concentración convocada por la Central Obrera la concurrencia le haya agregado a esa cifra un cero más.
En consecuencia, por el contrario de lo que alguna vez intentaron los “escuálidos” venezolanos contra la Revolución Bolivariana, el actual gobierno argentino solo está en condiciones de contestar a la lucha popular de calles por Twitter. Esa es su debilidad. La nuestra es que, si esta gestión tambaleara, hasta nuevo aviso el único recambio a la vista pasa por el eje Villarruel – Macri. La taba está en el aire, y el tiempo apremia.
Oteando el panorama opositor, podría decirse que en el amplio arco de la oposición política la figura de Cristina Kirchner continúa perdiendo centralidad; la de Guillermo Moreno – recuperado por ex adherentes al Instituto Patria – inunda los medios de comunicación jugando el rol de vocero oficioso del Movimiento Nacional Justicialista, y llamando a no hacer olas, para dejar que La Libertad Avanza se cocine en su propia salsa “dentro de los marcos de la ley y el orden”; Axel Kiciloff, por su parte, si bien formula declaraciones críticas del oficialismo de tanto en tanto, aún no se mueve como el presidenciable que el neo progresismo espera; mientras que Juan Grabois, siempre atento a los límites que le impone el Vaticano (“yo nunca en mi vida tiré una piedra”), mantiene la posición más dura dentro de Unión por la Patria, coalición que, saludablemente, ha venido haciendo causa común con la izquierda contra el paquetazo gubernamental. Los dos últimos, dentro de la coalición a la que pertenecen, integran un espacio de debate junto con Quintela, Gobernador de La Rioja.
Sin embargo, una de los fenómenos más auspiciosos que se ha venido recuperando desde la asunción del todavía nuevo gobierno nacional acaso sea el de la masiva participación popular en multisectoriales – por lo general alentadas por jefes comunales K, como Ferraresi, que acaba de producir un Avellanedazo del que participaron alrededor de 30.000 vecinxs – y el asambleísmo de base, que prolifera con mayor autonomía al menos en numerosos distritos del AMBA.
Y esto es así porque si alguna idea viene siendo a todas luces interpelada – por ahora tácitamente, ya que, tras la implosión de los socialismos reales y la vacancia de nuevas utopías, casi nadie se atreve a salir de esta zona de confort poniendo el grito en el cielo contra el statu quo -, esa idea es la democracia, en un momento de la historia en el que la versión financiera de este capitalismo desbocado se ha tornado incompatible con toda forma de vida democrática. En tal contexto, la práctica que aquí reivindicamos justamente prefigura una democracia bien distinta de la que acaba de cumplir 40 años con más pena que gloria.
En el seno de dicho fenómeno se dan cita expresiones netamente territoriales, otras tantas de tipo cultural, pero también asisten muchas comisiones sindicales combativas. Así como en la presentación de la cautelar contra el DNU el 27/12 pasado atronó la consigna “Paro, paro, paro, paro general”, ahora en cada reunión barrial va creciendo un clamor popular que exige dar continuidad y profundizar la lucha después del paro.
Ojalá que esta vez el estado de movilización en curso redunde en una mayor organización popular y una sólida confluencia de fuerzas diversas capaz de evitar que la Patria se venda.
Y que ningún político encantador de serpientes vaya a planchar y cooptar nuevamente a esta práctica tan valiosa, ni siquiera bajando el cuadro de Javier Gerardo Milei de la galería de presidentes argentinxs. –
Por Jorge Falcone-La Gomera de David