Hace un año, Alemania cerró las tres centrales nucleares que le quedaban, con lo que destinó esta tecnología a los libros de historia. Sin embargo, no todos comparten la decisión.
En algún momento la fisión nuclear fue vista como el futuro. A principios de la década de 1960, los políticos y científicos en Alemania pensaron que proporcionaría un suministro interminable de electricidad, sin contaminar el aire. Hubo poca discusión sobre los riesgos de accidentes nucleares.
Heinz Smital, experto de Greenpeace en energía atómica, explica a DW que los políticos de la época estaban eufóricos. “Desde el principio, la energía nuclear se benefició del interés de los países en esta tecnología debido a las armas nucleares. Las empresas energéticas no estaban interesadas”, relata.
Jochen Flasbarth, actual secretario de Estado en el Ministerio de Desarrollo, apunta que “en los años 60, Alemania todavía estaba en modo de ‘milagro económico'”, y “había una fe enorme, casi ingenua, en la tecnología”.
En aquel entonces, gran parte del aire en Alemania estaba sucio y el cielo a menudo estaba nublado por el smog, especialmente en la altamente industrializada región occidental del Ruhr, hogar de gran parte de la industria del acero y el carbón del país. Las centrales eléctricas de carbón eran una fuente importante de electricidad. La energía nuclear era una alternativa clara y prometía energía “limpia”.
Three Mile Island y Chernóbil
Las actitudes cambiaron en la década de 1970. En 1979, la central eléctrica de Three Mile Island, en Estados Unidos, sufrió el peor accidente nuclear del mundo para ese momento, y por poco se evitó un desastre nuclear.
Luego vino el accidente de Chernóbil, en Ucrania, entonces parte de la Unión Soviética. El 26 de abril de 1986, la fusión de un reactor provocó un importante accidente nuclear. La zona todavía está contaminada y las consecuencias políticas continúan hasta el día de hoy.
Chernóbil contribuyó al creciente escepticismo sobre la energía nuclear en Alemania. “La construcción de centrales nucleares colapsó después de eso. Solo en Alemania estaban previstas 60 centrales nucleares”, precisa Smital.
En 1980, el partido Los Verdes surgió del movimiento antinuclear. En 1983, ingresó en el Bundestag. En 1998, pasaron a formar parte de una coalición de gobierno por primera vez, junto con los socialdemócratas (SPD). Los dos partidos trabajaron en eliminar gradualmente la energía nuclear, contra una feroz resistencia de los demócratacristianos (CDU) y de la Unión Social Cristiana (CSU), ambos de centroderecha, quienes más tarde pidieron una “eliminación gradual de la eliminación”.
Pero en 2011, la CDU y la CSU cambiaron de posición tras el desastre nuclear de Fukushima, en Japón. La canciller Angela Merkel anunció el fin de la energía nuclear en Alemania. El último reactor en el país se cerró finalmente en abril de 2023.
Llamados a favor de más plantas nucleares
Desde entonces, la CDU y el CSU volvieron a cambiar su posición sobre la energía nuclear. El líder de la CDU, Friedrich Merz, dijo que el cierre de los últimos reactores fue un “día negro para Alemania”.
Los partidos también afirman que los reactores antiguos deberían ser reconectados a la red. Merz dice que el país debería reactivar las últimas tres centrales eléctricas que fueron cerradas, citando la protección del clima y el aumento de los precios del petróleo y el gas.
Estas propuestas no han encontrado mucho entusiasmo entre las empresas energéticas alemanas.
Energía nuclear en todo el mundo
Actualmente, hay 412 reactores en uso en todo el mundo, repartidos en 32 países. Incluso cuando se construyen nuevos reactores, los más antiguos se cierran, por lo que el número total se ha mantenido más o menos constante por años. Países como China, Francia y Reino Unido anunciaron nuevas construcciones. Otros quieren construir reactores pequeños y modernos.
Según Smital, los pequeños reactores están destinados a uso militar, más que a la producción de energía. “Uno de ellos está en Corea del Norte. Produce el combustible para todo el programa de armas nucleares del país. La eficiencia económica no es el punto. Veo un gran peligro en estos reactores pequeños, a menudo móviles”, advierte.
Por Jens Thurau-DW