Nayib Bukele someterá este 4 de febrero a las urnas su polémica gestión de cinco años, tras sepultar décadas de bipartidismo y cumplir su promesa de controlar a las temibles bandas de criminales “maras” con métodos denunciados por violación a los derechos humanos. La economía nacional, en cambio, no ha despegado.
Con sólo 42 años y más de 80% de apoyo en los sondeos, Nayib Bukele buscará este 4 de febrero su reelección por otros cinco años como presidente de El Salvador, sin que las dos grandes coaliciones políticas opositoras, la derechista Arena y el izquierdista FMLN, aparezcan en condiciones de revertir un proceso político que neutralizó la violencia criminal, en un país aún empobrecido.
Desde 2022, un estado de excepción permite a Bukele detener y encarcelar personas de manera arbitraria, y recurrir a la tortura según Amnistía Internacional. Más del 1% de la población de 6,3 millones de habitantes está presa, unos 40 mil en un “Centro de Reclusión de Terrorismo”.
“Este 4 de febrero debemos proteger los logros en seguridad”, dijo Bukele, quien pide consolidar la mayoría parlamentaria de su partido Nuevas Ideas, actualmente ajustada en una cámara de 84 legisladores, que pasarán a ser sólo 60..
Su modelo de “seguridad”, elogiado por fuerzas de derecha en toda la región, le está otorgando más del 80% de preferencia de voto en los sondeos entre los 6,2 millones de potenciales votantes, aunque la economía dolarizada fracasó su experimento de darle curso legal al Bitcoin.
Las reformas políticas de Bukele, un ex FMLN convertido en independiente, incluyeron una Corte de Constitucionalidad leal que, saltando sobre el impedimiento de reelección, le permitieron a Bukele buscar un segundo mandato y la mayoría absoluta de la nueva Asamblea (pasará de 84 a 60 bancas).
Después de las presidenciales, el 3 de marzo todos los municipios (pasaron de 262 a 44) elegirán alcaldes y concejales.
La oposición
El país está ante “las elecciones más asimétricas” desde 1992, declaró el vicerrector de la jesuita Universidad Centroamericana (UCA), Omar Serrano, que marcarán “un cambio en el sistema de partidos” en el país, agregó. “Nos acercamos hacía un régimen o de partido único o de partido hegemónico”.
“Estamos en contra de una reelección (que) consideramos totalmente inconstitucional, ilegítima y le pedimos a la comunidad internacional que no reconozca un grave error que va a ocurrir en El Salvador”, dijo en una protesta Ivania Cruz, del Comité de Familiares de Presas y Presos Políticos de El Salvador.
El Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN, izquierda) postula al exdiputado Manuel Flores, de 58 años (foto arrriba).
“Prometieron cambiar la vida del pueblo y de verdad que la cambiaron, pero la cambiaron para mal, endeudados, nadie nos presta, la gente se va del país buscando nuevos horizontes”, cuestiona Flores.
El FMLN, protagonista como guerrilla izquierdista de la guerra civil que azotó El Salvador entre 1980 y 1992 (75 mil muertos y 7 mil desaparecidos), y que luego gobernó por la vía democrática, sigue siendo una organización de “héroes y mártires, de luchadores incansables” que recuperará “la dignidad en el campo” y “la producción y productividad”, asegura.
Por la derechista Alianza Republicana Nacionalista, el empresario Joel Sánchez (55) se concentra en el futuro, aunque está radicado en Estados Unidos. “Salvadoreño, piensa en tu futuro, cambiemos el rumbo de nuestro país, tu voto es importante, construyamos juntos un El Salvador para todos”, dice.
En una simulación del escrutinio, Bukele, obtuvo el 81,9% de intención de voto, según el sondeo de la UCA. Detrás quedaron Flores con 4,2% y Sánchez con 3,4%. Otros tres aspirantes reúnen menos de 2,5%.
Homicidios y bitcoins
Bukele demanda un voto masivo por sus legisladores para que el Congreso salvadoreño pueda mantener el régimen de excepción, elegir magistrados de la Corte Suprema de Justicia, al fiscal general y “aprobar todas las herramientas que nos están ayudando para ganar esta guerra” contra las pandillas o maras.
El país centroamericano cerró 2023 con una tasa de homicidios de 2,4 por cada 100.000 habitantes, la más baja en tres décadas. “El Salvador es oficialmente el país más seguro de toda Latinoamérica”, se ufanó Bukele.
El estado de excepción ha llevado, según el gobierno, al arresto de 75 mil personas señaladas de pandilleros. Más de 7.000 debieron ser liberadas por ser inocentes.
En la economía, Bukele no ha conseguido en cambio reformas exitosas. Aunque la actividad creció a un ritmo de 3% en el tercer trimestre de 2023, El Salvador tenía en 2022 unos 1,8 millones de pobres (29,5%), la cifra más alta en cuatro años, según la propia Oficina Nacional de Estadísticas y Censos (ONEC).
Según el economista José Luis Magaña, de AltavozES, los hogares salvadoreños no han logrado recuperarse del impacto que provocó la pandemia “y la política pública no ha sido capaz de dar una respuesta eficaz al respecto”. La economía salvadoreña se apoya en la actividad petrolera, agropecuaria y forestal.
En 2021, por iniciativa de Bukele, El Salvador se convirtió en el primer país del mundo en poner a circular legalmente el bitcóin a la par del dólar estadounidense que se estableció en 2001 como moneda de curso legal.
Bukele pretendía facilitar y regularizar las remesas enviadas al país por la mayoría de los 1,3 millones salvadoreños en el exterior, unos 8 mil millones de dólares determinante para la economía nacional y sostén del 30% de la población local.
El 70% de los salvadoreños está al margen del sistema financiero, pero la medida no impulsó su bancarización como esperaba el gobierno.
Un 88% de los salvadoreños no utilizó el bitcóin en sus transacciones durante 2023 pese a que figura como moneda de curso legal desde 2021.