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Mari, la hincha N°1 de Estudiantes: de la cábala con Bilardo a su impensado amor por los Barros Schelotto

Va hace 50 años a la cancha a ver al Pincha y desde principios de los ‘90 recibe a los jugadores en cada partido de local.

Si Estudiantes de La Plata es una escuela, María Elena Martínez es una alumna graduada con honores: con su memoria prodigiosa, recorre la historia del Pincha entre cábalas y abrazos.

Es conocida como Mari, pero no es un decir: no hay nadie que no sepa quién es. Ella llega más lejos que cualquier carnet de prensa y tiene más información que todos los periodistas: los jugadores la quieren y la ciudad la respeta.

Antes del partido entre Estudiantes y Racing, Mari citó a TN en el estacionamiento del Estadio UNO Jorge Luis Hirschi; se bajó de un taxi manejado por Pepe, quien siempre agarra el mismo camino para llegar y la ayudó a sentarse en su silla de ruedas motorizada, para compartir su pasión.

Fue hacia el acceso a la platea, saludada por todos “los chicos de pechera azul”, como llama a los trabajadores, fichó con su carnet y dio la vuelta: “Hace más de 50 años que vengo a la cancha; para mis 15 pedí que me trajeran y nunca más solté. Toda mi vida dedicada a Estudiantes: hago todos los preparativos, los rituales y desde principios de los ‘90 recibo a los jugadores”.

Es cierto: Mari tiene más de 20 cábalas los días de partido. Se viste con la misma ropa (tiene un atuendo para invierno y otro para verano), come la misma cantidad de caramelos, saluda a todo el mundo de igual modo. Incluso, después de avanzar por el Paseo de los Profesores, salió del acceso al estadio, dio la vuelta sobre su eje y entró dando besos: todos los hombres de pechera se acercaron a ella, pero uno le negó un abrazo: “No, querida, después del partido, antes no”. Y ella se fue riéndose, con esa complicidad bien pincharrata.

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Mari, la hincha de Estudiantes más famosa. (Video: TN/Nicolás González)

Mari y la bienvenida a los jugadores de Estudiantes de La Plata

Mari recibe a los jugadores de Estudiantes hace casi 35 años. No falta a ningún partido por nada del mundo y no hay futbolista que no la salude. Con una memoria impoluta, recuerda a cada jugador que pasó por el Pincha y celebra haber visto crecer a muchos de los que hoy son emblemas del club.

Si bien su ídolo es Juan Ramón Verón, tiene debilidad por otros pibes de la casa: “Me emocionó mucho la vuelta del Principito Sosa, porque lo conozco desde muy chico. El que no conoce las inferiores de Estudiantes, no sabe lo que significa; incluso tuve a Mariano Merli, un chico de Azul, mi pueblo, viviendo en mi casa”.

Ahí, en el portón por donde ingresa el micro, admitió una cábala y un cariño especial: “A Fede Fernández lo amo. Le regalo chupetines desde que estaba en inferiores y todas las fechas que jugamos de local le traigo un par”.

Cuando los protagonistas bajaron del micro, se confirmó algo que Mari había dicho minutos atrás: “Los jugadores me buscan a mí y no hay ninguno que no me haya regalado su camiseta”.

Mari, la hincha de Estudiantes que va a la cancha hace 50 años. (Foto: TN/Nicolás González)
Mari, la hincha de Estudiantes que va a la cancha hace 50 años. (Foto: TN/Nicolás González)

Mari y su cábala compartida con Carlos Salvador Bilardo

Así como lo conoce a Enzo Pérez desde que llegó al club (se puso muy contento de verla en su vuelta), fue “testigo del noviazgo con Flor” que hoy es su esposa y vio “todo el embarazo”, también compartió mucho tiempo con Carlos Salvador Bilardo.

El Doctor, emblema indiscutido de Estudiantes de La Plata, tenía muchas cosas en común con Mari en su época de entrenador. Así es como ella decide definirlo, entre risas, con una sola anécdota: “Nunca me saludaba cuando bajaba del micro, pasaba al lado mío y decía: ‘Las cábalas no existen, señora. Las cábalas no existen’. ¡Justo él! Después, a la salida, obviamente me daba un beso”.

Mari es la mejor alumna de la escuela de Estudiantes de La Plata. (Foto: TN/Nicolás González)
Mari es la mejor alumna de la escuela de Estudiantes de La Plata. (Foto: TN/Nicolás González)

Mari y su amor por los mellizos Barros Schelotto

“Los del Lobo son mis enemigos durante los partidos, después no. Eso sí, no me toques a los mellizos Schelotto, eh”, suelta Mari.

Ella trabajó durante muchos años en la calle, vendía golosinas en el semáforo de 7 y 32, cuando todavía no estaba la autopista. Desde su primer año de vida tiene una parálisis y desde 1996 está en silla de ruedas.

Llama la atención que una fanática de tal calibre sienta amor por los ídolos rivales, pero Mari siempre priorizó la persona: “Los Schelotto jugaban en Boca cuando falleció mi mamá. Un día pasó Guillermo por la rotonda, no me vio y le preguntó por mí a un limpiavidrios; se enteró de mi pérdida, averiguó mi dirección con un kiosquero y vino a mi casa para ofrecerme ayuda: a mí nadie me puede hablar mal de los mellizos”.

No es la única anécdota que tiene con ellos: “Yo conocía a un chiquito con discapacidad; hacía deporte de vela y le faltaban 2500 dólares para viajar a competir. Cuando jugamos contra Boca -ellos eran los técnicos-, le pedí a un dirigente que les dijera a los mellizos que los buscaba Mari. Gustavo salió enseguida, me dio su teléfono y el número nuevo de Guillermo. Al otro día lo llamé y en cuatro días vino a mi casa con el dinero para el nene”.

“En el 2001, Guillermo me dio la camiseta de Boca con la que jugó la semifinal de la Copa Libertadores; fue un regalo para mi mamá, que era fanática del Xeneize. Cómo será la vida, que dio la vuelta olímpica en la calle con su camiseta y a los pocos días falleció”.

La humanidad trasciende los colores y Mari es un gran ejemplo: “Cuando hacía frío y yo estaba en el semáforo, Troglio me invitaba a tomar café con medialunas en la estación de servicio. Facundo Sava, Claudio Enría y Juan Carlos Olave son señores, siempre se portaron muy bien conmigo. De hecho, no conozco muchas personas que me hayan abrazado con el cariño que lo hacía Olave”. Aunque no todos se comportaron bien: “Al que no puedo ver es a Brahian Alemán: es un sor***, después de un clásico me escupió y pegó en la silla de ruedas, eso es imperdonable”.

A pesar de su fanatismo por Estudiantes, Mari ama a los mellizos Barros Schelotto. (Foto: Gentileza de María Elena Martínez)
A pesar de su fanatismo por Estudiantes, Mari ama a los mellizos Barros Schelotto. (Foto: Gentileza de María Elena Martínez)

Estudiantes de La Plata, como toda escuela, es su segunda casa. O tal vez la primera. En 1 y 57 Mari recuerda a su mamá y a la vieja cancha: “No había rampa para ir a la platea techada, entonces me hacían upa los jugadores que quedaban afuera del banco y me subían”.

En un club con tanta gloria y con ídolos tan identificados, el momento más lindo que vivió no fue un campeonato de Primera: “El ascenso de 1995 fue inolvidable. Yo todavía andaba con bastones, fui a todos los partidos de local y visitante; ese día me metí a la cancha para dar la vuelta olímpica, pero la gente se dio vuelta y empezó a ir para el otro lado, me caí al piso y me pasaron por arriba. Comí pasto, pero nunca fui tan feliz”.

Su mamá le fue fiel a Boca, su hermano fanático de Gimnasia y ella “por suerte” enferma de Estudiantes. Mari es, sin dudas, la hincha más conocida del Pincha. Y la mejor alumna de la escuela.

Por Alain Valfré-TN