Las exportaciones rusas de gas por gasoducto a Europa se redujeron en un 59% en 2023. El principal beneficiario de la situación es China, que ha incrementado en un 47% sus importaciones de gas ruso en el último año. El gigante asiático se consolida como principal socio energético de Moscú.
Se cumplen dos años del inicio de la invasión rusa a Ucrania y su impacto no solo se mide en términos bélicos. Los países europeos, muchos de ellos muy dependientes del gas ruso, debieron replantearse la hoja de ruta para sus importaciones de energía. Mientras se definen nuevas fuentes de abastecimiento y se firman acuerdos para asegurarse el suministro en el invierno boreal, la gran pregunta es qué pasó con las exportaciones de gas ruso.
El mercado europeo, cada vez más lejos de Rusia
Las ventas de gas ruso a Europa por gasoducto sufrieron una caída del 59% en el último año, como producto de la guerra en Ucrania. En 2023, totalizaron 26.100 millones de metros cúbicos, frente a los 63.600 millones registrados en 2022, según datos de la empresa estatal rusa Gazprom.
Hasta el inicio del conflicto, en febrero de 2022, Europa era destinataria del 77% de las exportaciones de gas ruso. En 2021, se habían transportado al Viejo Continente 148.200 millones de metros cúbicos de gas ruso. Ese volumen fluía a través del sistema de ductos que atravesaban Ucrania, Bielorrusia y Polonia; y del Nord Stream, en el Mar Báltico, hacia Alemania. A ellos se sumó el Turk Stream, a través del Mar Negro, inaugurado en 2020.
Actualmente, dos rutas están cerradas. En mayo de 2022, se interrumpió el flujo de gas a través del gasoducto Yamal-Europa, después de que Polonia pusiera fin al contrato de suministro por parte de Rusia firmado en 1993.
Por su parte, el Nord Stream 1 se encuentra fuera de servicio desde el sabotaje sufrido en agosto de 2022. Su “gemelo”, el Nord Stream 2, nunca llegó a funcionar por una decisión política de las autoridades alemanas, en represalia por la invasión rusa a Ucrania.
Paradójicamente, a pesar del conflicto bélico, el gas ruso sigue fluyendo hacia Europa a través del sistema de transporte ucraniano. Lo hace en virtud de un contrato quinquenal firmado en 2019 entre Gazprom y la empresa estatal ucraniana Naftogaz, que vence este año y no será renovado. El otro ducto actualmente en funcionamiento es el Turk Stream, con una capacidad de transporte de 15.750 millones de metros cúbicos anuales, a través del Mar Negro.
Por último, mientras reducían las compras de gas por gasoducto, los países europeos aumentaron en un 40% las importaciones de gas natural licuado (GNL) ruso en los últimos dos años. El GNL, que llega por buques metaneros a los puertos de la UE, es suministrado por el consorcio Yamal LNG, que explota un yacimiento y gestiona una planta de licuefacción de gas en Siberia occidental.
“Los países de la Unión Europea (UE) ahora compran la mayor parte del suministro de GNL de Rusia, apuntalando una de las fuentes de ingresos más importantes del Kremlin”, advierte la organización Global Witness, en un informe difundido en agosto pasado.
China, el nuevo socio energético ruso
Mientras pierde ventas en Europa, Gazprom tiene ahora un nuevo gran comprador: China. Las importaciones de gas ruso se incrementaron en un 47,4% entre 2022 y 2023. El gigante asiático compró el año pasado 22.700 millones de metros cúbicos de gas ruso, superando los 15.400 millones que había adquirido en 2022. El objetivo de ambas partes es llegar a los 38.000 millones de metros cúbicos anuales en 2025.
Este estrecho vínculo entre Moscú y Pekín en el capítulo energético se remonta a 2014, cuando se firmó el primer contrato entre Gazprom y la estatal china CNPC, conocido como el “acuerdo del siglo”.
Cinco años más tarde, en diciembre de 2019, comenzó a funcionar el gasoducto “El Poder de Siberia”, que transporta el gas de la región rusa de Yakutia, en Siberia, hacia China. En 2022, las mismas empresas firmaron un contrato a largo plazo de exportación a través de la ruta del Lejano Oriente de otros 10.000 millones de metros cúbicos de gas anuales.
Mientras tanto, los gobiernos de Vladimir Putin y Xi Jinping acordaron la construcción de un segundo ducto, “El Poder de Siberia 2”, que debería estar listo para 2030, pero ha sufrido algunas demoras en su diseño y construcción.
El objetivo es suministrar 50.000 millones de metros cúbicos adicionales por año a través de esta nueva infraestructura, que transportaría el gas ruso a China a través de Mongolia.
La guerra en Ucrania se prolonga y no hay visos de recomposición en el vínculo entre Rusia y Occidente. ¿Puede China convertirse en el mayor comprador del gas ruso? La respuesta es sí. Pero Moscú se volvería así cada vez más dependiente del gigante asiático, único salvavidas que le queda para evitar una brusca caída de sus exportaciones gasíferas.
Por Mariano Roca-DEF