Luego de que Israel declarara al presidente Lula da Silva como “persona non grata”, Brasilia tomó una decisión todavía más fuerte: convocó a su diplomático Federico Meyer para el inmediato retorno al país.
La dinámica de réplica y contrarréplica entre Israel y Brasil alcanzó hoy un punto álgido. Después de la escenificación de Benjamín Netanyahu con el embajador brasileño en Tel Aviv, Federico Meyer, y tras la decisión israelí de declarar al presidente Lula da Silva como “persona non grata”, Brasilia tomó una decisión todavía más fuerte: convocó a su diplomático Meyer para el inmediato retorno al país. Esto significa, ni más ni menos, que dejar la embajada de Brasil en Israel bajo el mando del encargado de negocios. Es una disposición de inusitada gravedad, previa a la ruptura formal de las relaciones entre dos países. Y revela el indisimulable enojo de las autoridades brasileñas frente a las calificaciones peyorativas de Netanyahu contra declaraciones del jefe de Estado de Brasil sobre el conflicto en Gaza.
El domingo, el premier israelí llamó al brasileño Meyer porque buscaba, según su canciller Katz, “dar una reprimenda” por las declaraciones de Lula que, ante la prensa, comparó el “genocidio” contra los palestinos en la Franja de Gaza con las masacres provocadas por Hitler. Pero en vez de recibirlo en la sede del gobierno, el premier de Israel lo llevó al Memorial del Holocausto, para presuntamente mostrarle a Meyer fotos de los campos de concentración en que fueron alojados y asesinados millones de judíos; algo que un diplomático aprende en los primordios de sus funciones, sino antes.
En la diplomacia brasileña no dudan que ese episodio formó parte de “un show”; pues una advertencia a un embajador de un país con el que se mantienen relaciones, debe siempre ocurrir en oficinas gubernamentales. A todo esto, Tel Aviv resolvió dar un paso todavía más ríspido: declaró a Lula “persona non grata”. Y le tocó a la primera dama Rosángela Lula da Silva, indicar que el presidente brasileño no se retractará y menos aún irá a pedir disculpas. El canciller Israel Katz decidió subir el volumen. “No olvidaremos y ni perdonaremos” dijo al referirse al presidente de Brasil. Peor aún, juzgó las apreciaciones de Lula como un “ataque antisemita”.
¿A quién le conviene esta suba de apuestas? En Brasil no dudan que el favorecido es Netanyahu. Se afirma que él intenta derramar lama sobre la figura de Lula para que, hipotéticamente, pierda relieve internacional. Celso Amorim, ex canciller y actual asesor en asuntos internacionales del Palacio del Planalto, no vaciló en considerar “un absurdo” la decisión del gobierno judío de declarar a Lula como persona no grata.
En el Planalto evalúan que el premier israelí decidió utilizar políticamente los dichos del gobernante de Brasil, para aumentar su perfil en próximas elecciones, en medio de caídas de su popularidad ocurrida por cuenta, justamente, de los brutales bombardeos en Gaza.
La diputada Gleisi Hoffmann, presidenta del Partido de los Trabajadores, apoyó ampliamente a su jefe: “La respuesta de Netanyahu al presidente Lula confirma la truculencia del jefe de gobierno de extrema derecha, que está llevan su país al desastre y al repudio de la comunidad internacional”. En el posteo de esta mañana, la legisladora añadió: “Ignora que Brasil ya no es gobernado por un fascista como él. Netanyahu debería preocuparse con el rechazo que genera em el mundo y en su propio país, antes que intentar reprender a quien denuncia su política de exterminio contra el pueblo palestino”.
En verdad, las acciones del Ejército israelí distan, y mucho, de cumplir con el tratado de los Derechos Humanos de las Naciones Unidas. Una nota del NYT, destaco los relatos de civiles detenidos por los militares que invadieron Gaza. Afirmó que hay 4.000 personas desaparecidas y, aquellos que fueron presos, son sometidos a condiciones humillantes, que podrían entrar “dentro de la categoría de torturas”. Entre los detenidos se encuentran mujeres y niños.
Lo cierto es que la “violencia extrema” de Israel contra Gaza ya provocó la reacción de varios presidentes de América Latina. Fue el presidente Gabriel Boric de Chile el primero em retirar su embajador de Tel Aviv. El segundo fue Gustavo Petro de Colombia y luego fue el turno de Bolivia, que rompió directamente las relaciones diplomáticas, por causa de la ofensiva militar en territorio palestino. Tanto Petro y Boric juzgaron que Israel comete “violaciones inaceptables” al promover una “masacre” de los habitantes de Gaza.
Por Eleonora Gosman-Perfil