El consultor político comparó el estilo de la arquitectura brutalista al estilo del Presidente. “Es una respuesta de época para el zurdaje”, afirmó.
Mario Riorda sostuvo que la expresión del brutalismo para con Milei, en cuanto a la agresividad y el manejo digital, puede tener puntos de contacto con Nayib Bukele. Analizó los partidos espejos, como el de Donald Trump y Jair Bolsonaro, y señaló que gran parte de la identidad de dichos partidos se gesta desde la contra-identidad. “La idea de crear granjas digitales de hostigamiento es una característica de la realidad argentina”, indicó en Modo Fontevecchia, por Net TV, Radio Perfil (AM 1190) y Radio Amadeus (FM 91.1).
Mario Riorda es politólogo, investigador, presidente de la Asociación Latinoamericana de Investigadores en Campañas Electorales. Asesoró a más de 80 gobiernos de todos los niveles de América Latina en cuestiones de estrategia y comunicación política. Este fin de semana, en la Revista Anfibia, hizo un análisis del lenguaje comunicativo de Javier Milei y su brutalidad y violencia a la hora de confrontar con sus rivales políticos.
En tu artículo de Anfibia comparabas el brutalismo del lenguaje del presidente con el brutalismo arquitectónico. ¿Qué punto de comparación tienen?
Hay un tema que hay que aclarar en primer término, porque pareciera ser que la idea del brutalismo lleva a la concepción de algo bruto, y en realidad es un problema de traducción, donde literalmente esta corriente arquitectónica deriva de un nombre del francés, béton brut, que significa “el hormigón en bruto”. Primera aclaración, porque hay gente que, incluso en las redes, decía que esto sonaba a insulto frente a grandes arquitectos, como Clorindo Testa en Argentina que fue un exponente del brutalismo.
Lo que es interesante es que el brutalismo, que arranca a mediados del siglo pasado como un fenómeno vanguardista de posguerra, tenía de alguna manera una utopía social y política. Expresó un modelo de arquitectura muy potente, asociado preferentemente a gigantescas esculturas arquitectónicas. La Biblioteca Nacional es un ejemplo de construcción brutalista.
Había la idea de formas no complejas, una pretensión de grandeza, una estética asociada a la agresividad, superficies ásperas, materiales de aspecto pesado, formas angulares.
Entonces, de ahí rescato la analogía, porque ese brutalismo comunicativo de Milei tiene una idea redentora de reconstrucción, del mismo modo que fue lo que originó al brutalismo en la arquitectura. La arquitectura sale para reconstruir tras la posguerra, y Milei se planta como un reconstructor, en sus palabras, de un proyecto nacional fallido, a lo largo prácticamente de un siglo, pero además, en su lógica, como también tuvo el brutalismo, tiene una pretensión radical de expansión internacional, porque se presenta, no solamente él, sino parte de sus aliados y amigo internacionales, como, de alguna manera, una respuesta de época frente a, lo que se ha significado como elemento negativo, las formas del colectivismo, del estatismo, la izquierda, el zurdaje en su vulgaridad.
Es interesante esto porque el brutalismo necesitó de un tiempo histórico particular. Fue altamente polémico, es agresivo en sus formas, y es interesante, porque incluso una de sus características es que era bastante difícil discernir entre el contenido y la forma, que se mezclaban, y de alguna manera esto aparece en Milei, e incluso la idea de aspereza, que tiene que ver con la honestidad constructiva de los materiales, también se representa en esa honestidad intelectual, guste o no, pero la hay, y la idea de que muchas veces el brutalismo arquitectónico dejaba expuestas las instalaciones, escalera por ejemplo, y también en el marco de la actuación política Milei deja expuestas sus contradicciones, su desmesura, sus desprolijidades, y muchas veces sus improvisaciones. Por eso me pareció sumamente interesante esta analogía entre el brutalismo arquitectónico con el brutalismo comunicativo de Milei.
Vos tenes experiencias con organismos públicos a los largo de Sudamérica. ¿Encontras puntos de contactos con alguna otra experiencia que hayas tenido entre el lenguaje brutalista de Milei y de otros líderes políticos que hayan tenido éxito en América Latina?
No, nunca. Si hay similitudes de una comunicación ofertista o agresiva en el escenario, en algún momento el kirchnerismo lo fue, pero en menor medida, también lo significó Uribe por derecha en Colombia, como algunas expresiones de los gobiernos nacionales populares.
Venía de un congreso en México y cuando expuse algo de esto, con varios académicos del Salvador o Colombia, había altos niveles de contacto, y porque no México con López Obrador.
Sin embargo, esta expresión del brutalismo como lo demuestro, los niveles de agresividad y acompañamiento del mundo digital, quizás sólo tengan un correlato, aunque tengan una concepción muy distinta de la función del Estado, con Bukele en El Salvador, digo muy distinta porque gran parte de la dinámica, política e incluso ideológica, de Bukele, por más que tenga una ligazón total con expresiones de ultraderecha, en su rol la idea del sostenimiento y el poder, sobre todo coercitivo, coactivo y redistribuidor del Estado, sigue siendo muy potente que Milei no.
En el caso de Trump, que por ejemplo en su libro propone avanzar siempre y a quienes se oponen, “pegarles patadas en el trasero”. ¿Hay alguna similitud con el estilo de Milei?
Sí, totalmente. Hay una similitud tanto en el caso de Trump como Bolsonaro, ellos particularmente, y específicamente Trump, originaron una idea, que algunos autores de la ciencia política norteamericana denominaron mirror partys, que significaría algo así como “partidos espejo”. Son gobiernos que llegan apoyados por un partido, y cuya lógica a la hora de gobernar, es devolverle políticas públicas, muchas veces no necesariamente de lo material, pero sí desde lo simbólico, exclusiva y excluyentemente a su núcleo de votantes fieles.
Vale decir, la idea de ser un partido espejo y de constituirse en un gobierno espejo, significa excluir, simbólicamente al menos, a grandes mayorías y, a cada rato, trabajar y comunicar para ellas, negando la condición opositora o de aquellos que plantean disenso, no solamente negándolo en el silencio sino agresivamente. Es decir, gran parte de su identidad se gesta desde la contra identidad.
Hay una expresión que me gusta usar estos días, que es, más que descortesía, la incivilidad, que significa trabajar sobre algún tono y énfasis discursivo que está en la línea de lo que es democrático o no, porque significa básicamente negar la legitimidad de acción y pensamiento a la oposición.
Entonces, esa dinámica no es ocasional, es deliberada, es constante y, específicamente, produce una especie de auto celebración interna, independiente del consenso público, del gran consenso nacional.
¿No crees que hay una relación entre ese brutalismo del lenguaje y la brevedad que requieren, como medio de comunicación, las redes sociales y luego el fenómeno de los trolls que terminan destruyendo y haciendo bullying a cualquiera que opine diferente?
Por supuesto, este es un fenómeno que lo vemos en Argentina de modo ilimitado. Y uno de los peligros de la inteligencia artificial es la capacidad de generar a tiempo real, es decir, de una manera muy rápida y de una multiplicación de escala geométrica, activos digitales. ¿Qué son? Bots, trolls, plataformas, que van gestando contenido a tiempo real aunque incluso se las denuncie.
La inteligencia artificial tiene entre sus múltiples beneficios, uno que es hacer todo más rápido, entonces la idea de crear granjas digitales de hostigamiento es una característica de la realidad argentina.
Pero, hace poco participé de una consultoría para una organización multilateral para partidos de oposición en cuatro países de centroamérica y la característica más evidente de las oposiciones, es que se silenciaban por miedo al hostigamiento digital, que además es una expresión muy violenta porque tiene una dinámica autoritaria de silenciar el disenso, por miedo a la pérdida respuestacional digital que sucede y que muchas veces es realmente muy potente, a eso apunta, más que a generar tendencias, cosa que también.
Claudio Mardones: Teniendo en cuenta las características de la conversación pública en este escenario, mañana hay un momento de definición en el PRO porque Mauricio Macri, está a punto de convertirse en el presidente del partido y suceder a Patricia Bullrich. Ahí hay dos puntas, una Bullrich que está cada vez más cerca de Milei, y un Macri que está cada vez más lejos de ella, pero llega a conducir el partido. En esta conversación pública cargada de amenazas en las redes, y luego del Pacto del 25 de mayo. ¿En qué lugar está el PRO? ¿Y en qué lugar llega Mauricio Macri?
Cuando llegan estos liderazgos rearman los sistemas de partidos. Evidentemente es distinto el caso norteamericano por la propia estabilidad, pero sin embargo, Donald Trump rearmó el sistema interno dentro del mundo republicano, superando, incluso pero con mucha más fuerza, lo que originariamente gestó este tipo de liderazgo, que fue el tea party, pero que Trump avanzó mucho más allá, incluso con nuevas sociedades.
En el caso de Brasil, que es el más cercano a nuestra experiencia, claramente rearticuló todo el sistema de partidos, específicamente la centroderecha y la derecha.
Digo esto porque me parece que es lo que está sucediendo en Argentina.
Argentina, claramente, con la victoria de Milei rompió el sistema de partidos, lo desarticuló, y esto se vió evidentemente en la primera vuelta de la elección.
La rearticulación que tomó forma novedosa por la fusión de La Libertad Avanza con, en ese momento, Juntos por el Cambio, aunque ya crujió en gran parte, se dio en el balotaje y hoy se da en el gobierno, el PRO cogobierna.
Pensemos que la principales espadas ministeriales, Ministerio de Economía, Ministerio de Seguridad, y el autor intelectual, aunque no sea un ministro, de la arquitectura o la neo arquitectura legal de un nuevo modelo de estado, Sturzenegger, son referentes que estaban y están en sintonía con el PRO y tuvieron un peso específico en el anterior gobierno de Juntos por el Cambio.
Entonces, en este rearmado del sistema de partidos, yo creo que hoy, independientemente de las disputas internas, hay una fusión muy clara entre La Libertad Avanza y el PRO. Se vio en las votaciones, se ve en el cogobierno y se ve incluso en el juego de las redes donde claramente se rompió la idea de un tribalismo separado. El legitimador de este Gobierno espejo prácticamente los muestra como una unidad.
Entonces, creo que si se rearticuló el sistema de partidos argentinos, pero no creo que la grieta sea tan clara, como antes se había gestado de kirchnerismo y antikirchnerismo, porque si queda claro que hay un lado, Libertad Avanza más PRO, pero no queda claro que hay del otro lado.
Por Jorge Fontevecchia-Perfil