La T le ganó al Tricolor por 2-1 gracias a los goles de Ramiro Ruiz Rodríguez y Rubén Botta. Incluso tuvo varias para estirar el marcador.
Con garra. Con momentos de fútbol. Y también con mucho suspenso. Así ganó Talleres. El equipo cordobés sufrió hasta el último minuto, pero resistió los embates finales y bajó a un gigante como San Pablo en su estreno en el Grupo B de la Copa Libertadores.
El primer tiempo estuvo signado por las lesiones. El primero en caer y pedir el cambio fue Sosa, una de las figuras del equipo cordobés que debió ser reemplazado por una molestia en el isquiotibial derecho. El partido parecía haber comenzado torcido para la T, pero los contratiempos luego golpearon a los brasileños: el capitán de la visita, Rafinha, tuvo que salir por una dolencia al igual que Lucas Moura. Wellington Rato también se averió y, como los paulistas ya habían agotado la ventana de cambios, el equipo quedó con diez hombres. Talleres aprovechó la ventaja numérica y pegó en el momento justo: Benavídez le devolvió una gran pared a Catalán, quien descargó en el ingresado Ruiz Rodríguez para abrir la cuenta. Fue una ventaja merecida para el único equipo que había intenciones de atacar.
El planteo del equipo brasileño fue muy conservador. Tuvo un exceso de cautela, no presionó y prácticamente no inquietó. Botta, tan esporádico como clave por su pausa, comprensión del juego y ejecución, exhibió su clase para estampar el segundo con el sello de su calidad. Y San Pablo sintió mucho el impacto anímico de ese duro golpe que, de todas formas, no llegó a ser letal. El técnico, Carpini Barbosa, reaccionó rápido y bien con los cambios: Galoppo, quien acababa de entrar, estrelló un remate en el palo y el ingresado Luciano capturó el rebote para sellar el descuento.
Los minutos finales fueron una película de suspenso para la T, que lo aguantó gracias a los guantes de Herrera y festejó como se celebran los triunfos importantes.