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Milei vive la fantasía de relacionarse sin intermediarios en las redes sociales, pero confunde realidad con ficción

Los líderes políticos tienden a pensar que hay una forma de relacionarse con la gente corriendo del medio al periodismo. La fantasía del líder populista de decir “es el pueblo y yo, nos comunicamos sin intermediaciones”.

Hoy vamos a referirnos a un tema muy interesante, plagado de curiosidades. Si uno mira la historia de la democracia argentina, probablemente Javier Milei y su equipo sean el grupo político que llegó al poder más conectado a un instrumento de comunicación, a un método de comunicación que son las redes sociales. Y en esa atmósfera, se mueven.

Ayer, hubo un episodio muy llamativo. El presidente pasa mucho tiempo tuiteando, mirando redes, mirando tuits, la cadena que ahora se llama X. Ayer, en una entrevista con Alejandro Fantino, ufanándose de lo que está bajando la inflación, citó una cuenta de Twitter. Una cuenta donde él dice, fíjense, acá está. No recurrió al INDEC, no recurrió a los informes del propio Gobierno. Esta cuenta dice que estamos bajando desde -5% a -4,2% -sobre esta cuenta, también se basaba para hacer sus evaluaciones sobre inflación el ministro Toto Caputo-. Al rato de haber dicho esto, en la misma cuenta, dicen, “miren, esta cuenta que se llama Jumbo Bot nunca midió nada, nunca analizó precios, nunca quiso proyectar la inflación. Lo único que quiso es poner en evidencia a gente que necesita mostrar resultados cuando no los tiene”. Obviamente, en la Casa Rosada, hay una sola obsesión: saber quién está detrás de esta cuenta y quién los hizo entrar como chorlitos.

En las redes, hay métodos, hay medidores de uso de red, de cuántos likes le diste a cada publicación, durante cuánto tiempo empleaste determinada red. Estos son los números de hoy, martes 9, de Javier Milei. Retuiteó 223 mensajes. Les dio like. Entre estas curiosidades, el otro día retuiteó una nota de Alberto Benegas Lynch donde condena la postulación del juez Lijo para la corte. Y uno se pregunta, ¿la habrá leído? ¿O hay una especie de automatismo de que veo a alguien que me gusta y le doy like o lo retuiteo? No sabemos. Lo que sabemos es que hoy el presidente pasó una hora y media en la red social, o Twitter, la ex Twitter. A veces él, según le dijo al Financial Times, pasa dos horas, dos horas y media, más tiempo. Tipo Trump. El expresidente norteamericano se encerraba alrededor de las seis de la tarde con hamburguesas y gaseosas y pasaba tres, cuatro horas tuiteando, peleando en una pelea que es una pelea distinta de las peleas normales, porque es con seres imaginarios. Este mundo, el mundo de la imagen, el mundo de la manipulación de la opinión pública, ha sido retratado maravillosamente por un novelista y sociólogo suizo que se llama Giuliano Da Empoli.

Javier Milei citó la cuenta falsa @Bot_Jumbo para hablar de la caída de la inflación y, desde la misma cuenta, lo desmintieron. (Foto: Twitter @Bot_Jumbo)
Javier Milei citó la cuenta falsa @Bot_Jumbo para hablar de la caída de la inflación y, desde la misma cuenta, lo desmintieron. (Foto: Twitter @Bot_Jumbo)

Da Empoli escribió una novela magnífica con todo el conocimiento que tiene sobre Rusia y el conocimiento que tiene asesorando presidentes, porque fue asesor del primer ministro italiano, Matteo Renzi. Es una novela que se llama El Mago del Kremlin. Se podría decir que la historia retrata a Vladimir Surkov, que existió, era el Durán Barba de Putin. Después, como tantos otros miembros del entorno de Putin, cayó en desgracia. Da Empoli llama Vadim Barinov al Mago del Kremlin, el asesor de imagen de Putin, el que manipula las redes, el que manipula la opinión pública. La novela retrata magníficamente los antecedentes del ataque de Rusia a Ucrania.

En la Argentina, hay una cuenta -o había- que se llama Enfant Terrible, “el niño terrible”. Los ministros, varios ministros de Milei, dicen este es Santiago Caputo. El que se esconde detrás de esta cuenta es Santiago Caputo. ¿Quién es Santiago Caputo? Hijo de un primo de Toto Caputo, el ministro de Economía, y es el Durán Barba de Milei, el Mago del Kremlin. ¿Qué tiene de curioso todo esto? Primero que la cuenta es hipermileísta, de tono, diríamos, burlonamente, autoritario, sarcástico. “Ustedes quieren hacer una dictadura que, a través de los medios, se quede con la opinión pública” -tuitea un usuario- y contesta el dueño de la cuenta que podría ser Santiago Caputo: “Sí”. ¿Es de Caputo? Lo importante es que mucha gente del gobierno cree que sí.

La presunta cuenta de Twitter de Santiago Caputo, "Enfant Terrible", fue cerrada cuando se especuló que él era quien la manejaba. (Foto: REUTERS/Agustín Marcarian)
La presunta cuenta de Twitter de Santiago Caputo, “Enfant Terrible”, fue cerrada cuando se especuló que él era quien la manejaba. (Foto: REUTERS/Agustín Marcarian)

Lo interesante es cómo se llama el verdadero nombre de la cuenta: @nicolabrandeis. ¿Quién es Nicola Brandeis? Es el seudónimo que usa en la novela de Da Empoli el Mago del Kremlin. Es decir, ¿hay un “mago del Kremlin” en la Casa Rosada que se identifica con el de la novela? Estamos confundiendo realidad, ficción y de nuevo la realidad. ¿Cuál es la novedad? Que esta cuenta, una vez que se dijo “es de Santiago Caputo”, cerró. Es decir, fue levantada.

¿Por qué es importante todo esto? Porque, normalmente, y lo dijo el propio Milei -y era una fantasía que tenía también Cristina Kirchner-, los líderes políticos tienden a pensar que hay una forma de relacionarse con la gente corriendo del medio al periodismo. La fantasía del líder populista de decir “es el pueblo y yo, nos comunicamos sin intermediaciones”. Y Milei dijo el otro día, en una entrevista internacional, “yo hago eso en Twitter”.

¿Qué estamos viendo con todos estos ejemplos? Que la supuesta transparencia de las redes sociales no es tal, que el presidente se puede comer el amague de una cuenta que no medía inflación, que alguien puede mentir, siendo funcionario, enmascarado en una cuenta. Y que alguien, por ejemplo la vicepresidenta, puede recibir un ataque piraña de trolls inspirados en gente del Gobierno para castigarla por una medida o por una conducta que al Gobierno no le gustó. Lamentablemente, daría la impresión, con todos los defectos, con todas las miserias, con todas las limitaciones, no encontramos para manejarnos, entre la opinión pública y el poder, algo más serio, más confiable que el periodismo -voy a usar una palabra desagradable- tradicional.


Por Carlos Pagni-TN