El exministro de Desarrollo Productivo de Alberto Fernández explica los efectos de la interna con CFK. Distribucionismo vs. productivismo. ¿Hay futuro común?
Matías Kulfas fue uno de los ministros más identificables del proyecto que Alberto Fernández pretendió encarnar tras el triunfo que obtuvo en 2019. Por eso, las diferencias que planteó Cristina Fernández de Kirchner respecto del rumbo oficial encontró en él, así como un otros funcionarios, a uno de sus principales blancos.
Después de la experiencia fallida del Frente de Todos y la derrota sufrida por Unión por la Patria en los últimas elecciones, Kulfas es uno de los dirigentes más activos en el debate programático que dirimirá si el panperonismo puede plantarse como una alternativa futura a Javier Milei o su destino es la disgregación.
Letra P invitó a diferentes referencias del peronismo a expresar sus puntos de vista. Para eso, les hizo llegar un cuestionario que se reiterará en próximas entregas.
–Más allá del rechazo a las políticas de Milei, ¿existe una visión compartida por los diferentes sectores del espacio panperonista sobre el rumbo económico deseable para el país?
–No. En el panperonismo conviven al menos dos visiones económicas diferentes que, si bien comparten algunos principios rectores, difieren en aspectos sustanciales. De manera muy sintética y estilizada, podemos caracterizar a la primera como distribucionista y a la segunda como productivista.
El peronismo y Cristina Fernández de Kirchner
–¿En qué coinciden y en qué se diferencian esos enfoques?
–Si bien ambas miradas coinciden en la búsqueda de la justicia social y distributiva, la primera ha tenido una actitud refractaria hacia el sector empresario y reniega de las políticas industriales, energéticas y agropecuarias y de una mayor estabilidad macroeconómica como herramientas para estimular el crecimiento, el empleo y la mejora distributiva. Su eje ordenador sería una política redistributiva ejecutada desde el Estado, con mayor gasto público, subsidios a la demanda y programas sociales, lo que bastaría para traccionar una mayor demanda interna y favorecer el crecimiento. La mirada productivista entiende que es imposible fomentar una sostenida movilidad social ascendente si no crecen y se diversifican las actividades productivas ni mejoran las tecnologías para incrementar la productividad. Ello requiere estabilidad macroeconómica y políticas de estímulo y concertación con el sector privado y los sindicatos de trabajadores.
Los dos peronismos: quién es quién
–¿Cómo se encolumna el peronismo en esos grupos?
–Ambas posturas coinciden en el rechazo a la idea de que el mercado puede remover por sí solo los obstáculos que limitan el desarrollo económico, pero difieren en los grados de intervención estatal y la mirada sobre el sector empresario. Si bien la posición productivista tiene una mayor masa crítica de apoyo entre gobernadores, intendentes y referentes peronistas, particularmente en el interior del país, la posición distribucionista es la que, hasta el momento, ha tenido los liderazgos nacionales más claros. Aquí está una de las principales contradicciones y problemas para generar una nueva síntesis o una escisión: ambas posiciones, en ocasiones antagónicas en algunos temas, se necesitan mutuamente.
–Si se asume que la política económica actual requiere alternativas, ¿cuál sería, en su opinión, el modo de combatir la inflación y aliviar a la población?
–El ajuste del gobierno de Milei está sobredimensionado y persigue fines que exceden los objetivos enunciados. Si el diagnóstico es que el financiamiento monetario del déficit es una fuente inflacionaria que debe ser eliminada, entonces el ajuste fiscal requerido no es el que se propuso el Gobierno, sino aproximadamente la mitad. Los despidos y recortes en la administración pública no obedecen a criterios técnicos de eficiencia o racionalidad en el gasto público, sino a fortalecer el relato oficial de que la causa de los males de la Argentina sería ese exceso de empleo público. Lo que se busca y se buscará en los próximos meses es sostener esa imagen de que semana a semana se despide gente y se cortan gastos espurios, aunque en muchos casos no sea así, como en organismos cuyo cierre fue anunciado pero sin poner en marcha los instrumentos jurídicos que viabilizaran ese objetivo, o que se trate de gastos que no mueven la aguja. Eliminar la obra pública es un disparate que ningún Estado moderno se permite. La inflación debe ser combatida con una reforma monetaria, un conjunto de reglas fiscales que den previsibilidad y una reforma en la Carta Orgánica del Banco Central que limite el financiamiento monetario del déficit. Yo defendí la reforma de 2012 y creo que era un buen proyecto, pero su implementación no fue la adecuada y hoy se requieren reglas más estrictas para recuperar la credibilidad en un programa económico de estabilización. A ello se debe adicionar un acuerdo de precios y salarios que genere previsibilidad y morigere el daño sobre los sectores más vulnerables.
El dilema del ajuste fiscal
–¿Un ajuste fiscal es inevitable? ¿Cuál es la relevancia del equilibrio fiscal, a través de qué mecanismos se lo debería conseguir y en qué plazos?
–Argentina necesita un ajuste fiscal, pero debe ser muy diferente al que está implementando Milei, tanto en su cuantía, porque no hay nada que fundamente un ajuste de 5% del PBI, como en su orientación, tanto por tipo de gasto, no licuando jubilaciones ni eliminando obra pública, como por el lado de los ingresos, mejorando la eficiencia recaudatoria. Hoy la prioridad debe ser eliminar el financiamiento monetario del déficit y se debería cumplir ese objetivo en el corto plazo. Luego, tener reglas fiscales y una política fiscal contracíclica. Las empresas públicas deben estar equilibradas o tener un plan de adecuación. Los subsidios energéticos deben llegar exclusivamente a quienes realmente los necesiten, sea por situaciones de pobreza estructural o por coyunturas adversas en el caso de hogares de clase media. Se debe ir hacia una cuenta única ciudadana en la que se unifiquen las bases de datos para que las autoridades económicas conozcan con precisión la situación patrimonial y de ingresos de las personas para poder asignar con justicia y equidad los subsidios estatales y mejorar su eficacia recaudatoria. Las facturas de servicios públicos deben reflejar los costos reales del servicio y las familias que requieran apoyo, recibir un subsidio de suma fija a través de una aplicación, que estimule también el ahorro de energía. Estos subsidios deben ser también aplicados con criterios de equidad territorial, algo que hace rato no ocurre en un país con una agenda AMBA-céntrica.
Alberto Fernández, Cristina Kirchner y Sergio Massa: rostros visibles de una interna mal gestionada.
¿Economía o política, el huevo o la gallina?
–¿En la experiencia del Frente de Todos fallaron las políticas económicas o la articulación política de sus referentes?
–Si bien hubo errores y problemas de coordinación en las políticas económicas, en un contexto muy complejo por la delicada situación de inicio y su agravamiento por la pandemia, el principal problema fue la elevada conflictividad interna. No había razones objetivas para la corrida cambiaria que se produjo en julio de 2022 y puso al Gobierno contra las cuerdas, llevándolo a un nuevo piso de inflación anual por encima del 100%. Ello se explica por la escalada de conflictividad interna muy mal resuelta entre el presidente (Alberto Fernández) y su vice ( Cristina Fernández de Kirchner). La falta de coordinación en materia energética fue muy grave, con situaciones hilarantes, con distintos funcionarios del mismo gobierno yendo a una audiencia pública a expresar posiciones diferentes. Ya teníamos la experiencia de la mala gestión de los subsidios energéticos y se volvió a incurrir en el mismo error, en un escenario macroeconómico mucho más delicado, con lo cual los daños fueron mayores y en menos tiempo. Con un gobierno cohesionado, en el que las diferencias se dirimieran internamente de manera constructiva, los resultados habrían sido muy diferentes.
Por Marcelo Falak-LP