El director de la consultora Zuban Córdoba y Asociados analizó los primeros meses del nuevo gobierno, el rol de la oposición y el vínculo de la gente con la política. “La sociedad está mirando un televisor en 4K y la política está todavía con un televisor en blanco y negro”, sentenció.
Aunque parece que hubiera pasado más tiempo, el gobierno de Javier Milei lleva solo cuatro meses en el poder. El desembarco de La Libertad Avanza (LLA) no significó sólo la implementación de un fuerte modelo de ajuste, sino de una nueva forma de hacer política. “Todo lo previo a Milei forma parte del pasado”, resume Gustavo Córdoba, director de la consultora Zuban Córdoba y Asociados, quien considera como una de las novedades de este modelo que “la pelea de fondo de la distribución del ingreso se ha resuelto a favor de los sectores más ricos con el aplauso de los sectores más pobres”.
En diálogo con C5N, el analista político hizo un balance de estos meses de gestión, puso el foco en las debilidades de Milei y mostró su preocupación por la crisis de representación y el desorden de la oposición. Dentro del mapa político, destacó el rol de los gobernadores y señaló al mandatario bonaerense, Axel Kicillof, como “el adversario simbólico más importante que hoy tiene Milei”. Una charla sobre la actualidad y lo que vendrá en el corto y mediano plazo en el escenario político nacional.
Periodista: ¿Cómo analizas los primeros meses de Javier Milei?
Gustavo Córdoba: La intensidad de estos días es incomparable. Cuatro meses representan una intensidad de un par de años como mínimo. El contexto que tiene actualmente el presidente Milei es un contexto dramático por las tensiones. La pelea de fondo de la distribución del ingreso nunca como ahora se ha resuelto tan bien a favor de los sectores más ricos y además con el aplauso de los sectores más pobres. Esto es un logro ideológico político de Milei y de un grupo de empresarios y de una enorme responsabilidad de la dirigencia política en la cual creo que hay un pasado, un presente y un futuro en el cual Milei es la línea que separa presente de pasado. ¿Qué significa en términos políticos concretos? Que todo lo previo a Milei forma parte del pasado. Con esto podemos abrir interpretaciones políticas, electorales, de poder. Al mismo tiempo, hay que empezar a reconocer que las identidades políticas previas a la elección presidencial ya no existen más. Hoy lo único que vemos, después de los tercios que concurrieron a la pelea electoral, es una suerte de identidad dual donde por un lado está el mileismo y sus aliados y del otro lado está el antimileismo inorgánico, hiperfragmentado, sin ningún liderazgo creíble, sin ninguna figura que esté organizando algo. Se nota a un Gobierno con iniciativas, independientemente si nos gustan o no, que no son correspondidas por ningún sector organizado de la oposición. Hay como un desbalance, una sensación de vacío, una sensación donde nadie puede entender por qué ante semejante caída de la calidad de vida no hay nadie que esté protestando. No hay nada organizado tampoco en la oposición y este me parece que es un dato importante.
P: A pesar del ajuste, ¿la gente lo está acompañando?
GC: Hay una especie de trueque. Milei le dio expectativa y la sociedad dice ‘este tiempo que estamos pasando mal es porque en dos meses vamos a estar bien’, ‘en cuatro meses vamos a estar bien’, ‘vivíamos una fiesta’, conceptos que en otros contextos hubiesen sido inaplicables, pero en el actual tienen muy buen fundamento básicamente porque Milei es un presidente que llegó al poder después de dos fracasos económicos de dos modelos antagónicos. Tanto el macrismo como el peronismo no estuvieron a la altura de las expectativas económicas de la sociedad argentina. Hoy Milei tiene gran parte de esa expectativas a favor.
P: Dentro de La Libertad Avanza vemos muchos cortocircuitos, problemas en el Congreso, ¿qué ves de esta gestión y qué proyección hacés?
GC: Al Gobierno no le interesa gobernar con el Congreso. Todas las iniciativas que vemos son para ganar tiempo. Nosotros decíamos del DNU y de la Ley Ómnibus que era una suerte de spam legislativo. Hoy el problema más grave que tiene Milei es el tiempo. Él necesita mostrar recuperación económica lo más rápido posible, en la medida que no lo logre va a tener problemas. Milei tiene en su equipo un estratega que algunas cosas hace muy bien, que es traer cosas de la marginalidad del debate político e instalarlas en el centro de la escena como una maniobra distractora. Cuando discutimos cuestiones ideológicas que no tienen que ver con el impacto de las medidas económicas estamos entrando en la telaraña de la estrategia de la comunicación de Milei. La oposición en la Argentina, en lugar de detenerse a analizar para convalidar o no esa estrategia, se mete de lleno y discute el cierre del INADI, la prohibición del lenguaje inclusivo, toda esta parafernalia de discusiones ideológicas. El Gobierno lo hace inteligentemente para evadir o eludir el impacto de las medidas económicas, para seguir generando expectativas. Hasta que la oposición entienda, se ponga las pilas, se organice, tenga referentes creíbles con mirada de futuro, el Gobierno va a seguir maniobrando. Sí hay una advertencia: este tipo de tácticas comunicacionales son muy efectivas al principio, pero con el tiempo se genera un efecto acostumbramiento, entonces la misma maniobra repetida una y otra vez ya no tiene el mismo impacto que al principio.
P: ¿Dónde queda la sociedad? ¿Cuál es hoy su relación con la política?
GC: La sociedad argentina está asombrada de la falta de aggiornamento y de la falta de la modernización de la dirigencia política tradicional. Es como que la sociedad está mirando un televisor en 4K y la política está todavía con un televisor en blanco y negro. La política cree que la sociedad tiene determinados comportamientos o determinados pensamientos y ya no. Hay un divorcio entre la política y la sociedad. El segmento más dinámico y que más aporta a las victorias electorales son los menores de 40 años, y son un segmento muy poco estudiado. El sector más joven peor aún, para nada estudiado y mucho menos entendido. Desde la política tradicional hay una como una especie de mirada adultocéntrica de los jóvenes, creen que tienen que repetir los mismos patrones de los mayores de 50, de los mayores de 60 y la verdad es que estamos encontrando que, por ejemplo, en los menores de 30 años hay resistencia a votar lo que votan sus padres. Hay una ausencia de lectura crítica de lo que ha pasado por parte de la política. Lo que demoren en internalizar y aceptar esta discusión es tiempo que gana Milei. Ya no es solamente disputar un cargo, ahora es entender al que te vota y cada vez te votan menos y cada vez el voto es una experiencia muy distinta. Te ganó un presidente sin partido político, ¿querés algo más contrastante que eso?
P: Si analizamos el mapa político de Argentina, ¿hoy quiénes son los principales actores?
GC: Los gobernadores, por lejos. Más allá de las diferencias, tenemos una liga de gobernadores que tiene algunas características bien distintas. Por primera vez el peronismo tiene solamente 9 de 24. Por primera vez los 24 gobernadores no tienen una estructura nacional arriba de ellos ordenándoles posicionamientos políticos. Cada uno de los gobernadores es librepensador y cada uno arma su propia estrategia. Hasta aquí han actuado de manera individual. Si los gobernadores entendiesen que la Argentina es la construcción federal de las iniciativas provinciales tendríamos otra política, eso quizás lo veamos más adelante. Todavía está por verse si el Pacto de Mayo se firma o no. Yo creo que se va a firmar. Creo que va a haber un antes y un después, pero indudablemente los gobernadores son los protagonistas. De ahí o de esos 24 gobernadores pueden salir las figuras que vayan a proyectar para el 2027.
P: ¿Y algunos nombres propios de ese mapa político?
GC: Todos tienen cosas buenas y cosas malas. Kicillof es protagonista, es el adversario simbólico más importante que hoy tiene Milei. Te diría Martín Llaryora de la provincia de Córdoba que es un número importante, sobre todo porque representa algo que Kicillof no tiene. Kicillof tiene la provincia de Buenos Aires que es el 37% de la Argentina. Tener 50 puntos de intención de voto en provincia de Buenos Aires equivale a tener 16 puntos nacionales, lo cual en la fragmentación actual es realmente importante. El problema de Kicillof es que el techo electoral es prácticamente equivalente a esos 16-17 puntos, mientras que un Llaryora podría tener un techo más alto. La irrupción de Nacho Torres en Chubut me parece interesante, una figura muy joven y que por las necesidades que tiene de gestión ha tenido que tener un rol protagónico. Levantó el perfil, cobró la plata y se mandó a guardar y estuvo muy inteligente, mejoró mucho en imagen, en conocimiento. Lo mismo Llaryora. Pullaro (Santa Fe) me parece también que es una figura relevante, sin olvidar que Pullaro, a diferencia de los otros e igual que Kicillof, no tiene reelección, entonces puede ser que una vez pasada la mitad del mandato Pullaro sea un protagonista de la escena nacional.
P: ¿Qué te parece que está en revisión hoy? ¿Dónde hay que poner el foco y cómo se sale?
GC: Con más política, reforzando lo partidario, recuperando lo partidario. Hay una cultura de lo partidario que quedó reducida solamente a las candidaturas. Hay muchos fenómenos de militancia por fuera de los partidos políticos, sería saludable recuperarlos puertas adentro. Quedan pocas formaciones partidarias orgánicas que celebran convenciones o discuten política, eso sería interesante recuperarlo. Lo de Milei no es ni creativo, ha pasado en un montón de otros lugares. El concepto casta lo usó primero Vox antes que Milei. Milei no es original. Si uno ve lo que pasó con Bolsonaro, lo que pasó con Trump, son copias de procesos políticos. Acá prendió de una manera distinta porque quizás la política pensó que nunca iba a ganar Milei y ganó, entonces ahora te toca a vos modernizarte, buscar un objetivo hacia adelante que te permita representar mejor los intereses populares. Hoy la duda que tenés es si los partidos políticos democráticos representan algo y yo te diría no sé, con todo el cariño que le tengo a la democracia. Hay una deuda pendiente en donde los partidos políticos populares no pueden despertar expectativas positivas en la sociedad argentina.
Por Rocío Criado-C5N