El asesinato de tres jóvenes extranjeros en Baja California abre nuevas dudas sobre si el turismo y la crisis de violencia que acecha México son compatibles.
El pasado de 27 de abril, las publicaciones de redes sociales en las que los hermanos australianos Callum y Jake Robinson y su amigo estadounidense Jack Carter Rhoad documentaban su viaje por Baja California, México, se detuvieron de repente y para siempre.
Apenas seis días más tarde, el 3 de mayo, sus cuerpos fueron hallados en un pozo de 15 metros de profundidad, cerca de Rosarito, en el mismo estado mexicano.
El caso ha hecho saltar las alarmas internacionales sobre si México es todavía un lugar seguro para turistas. El domingo, cerca de 500 personas, en su mayoría surfistas, se congregaron en la ciudad de Ensenada para exigir mayor seguridad.
El turismo es clave para la economía mexicana
México es el sexto destino turístico del mundo. El pasado año, el país recibió casi 55 millones de visitantes, según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI). Este sector es de suma relevancia económica: en 2023, generó 4,7 millones de empleos.
Pero el turismo tiene que coexistir con una crisis de violencia generalizada, con cifras alarmantes de violencia e inseguridad. Según el INEGI, la tasa de asesinatos de México es de 25,9 por cada 100.000 habitantes, una de las más altas del continente. En 2023, se registraron más de 35 mil asesinatos.
Violencia en el paraíso
Aunque estos crímenes se concentran en ciertos estados, como Guanajuato, el Estado de México y Baja California, la violencia también está alcanzando destinos turísticos previamente considerados seguros, como la ciudad de Acapulco o la región alrededor de Cancún.
Tere Torres, consultora en seguridad multidimensional asegura a DW que era inevitable que “la epidemia de la violencia” en México, por el “innegable detrimento de las instituciones de seguridad”, acabara contaminando también estos espacios turísticos: “Por supuesto que estas cosas iban a tener que pasar”.
Turismo entre balaceras
Según datos de la agencia de investigación TResearch, en Quintana Roo, estado en el que se encuentran los populares destinos turísticos de Cancún y Tulum, la cifra de homicidios anuales pasó de 193, en 2016, a 455, en 2017, y alcanzó su máximo en 2018, con 841 homicidios. Desde entonces, la cifra ha superado los 600 asesinatos cada año.
Acapulco, que gozó durante años de paz y fue un popular destino vacacional de las estrellas de Hollywood en las décadas de los años 1940, 1950 y 1960, fue categorizada como la segunda ciudad más violenta del mundo en 2018, en un estudio de la ONG mexicana Seguridad, Justicia y Paz, con una tasa de 110,5 homicidios por cada 100 mil habitantes. Aunque la situación ha mejorado en los últimos años, en 2022, Acapulco todavía se encontraba entre las diez ciudades más violentas del mundo, según esta ONG.
Disputas territoriales
“Las zonas turísticas siempre han sido zonas de venta de drogas al menudeo, tanto para el turismo nacional como para el turismo internacional”, comenta a DW David Saucedo, consultor y analista político especializado en seguridad pública. “Pero creo que lo que ha hecho que aumente la violencia es más bien la disputa por el control de estos centros turísticos por parte de los carteles”, dice.
En medio de este aumento drástico de la violencia, en ocasiones, turistas caen víctimas de cruces de balas. A principios de abril de 2023, fueron hallados cuatro muertos en la playa de Cancún frente a un hotel popular entre estadounidenses. Al mismo tiempo, una balacera en Acapulco se saldaba con cuatro muertes más.
Militarización de las playas
Estados Unidos emitió entonces una advertencia de no viajar a los estados de Colima, Michoacán, Sinaloa, Tamaulipas, Zacatecas y Guerrero, que acoge a la ciudad de Acapulco. También el Ministerio Federal de Asuntos Exteriores de México “desaconseja urgentemente” viajar a estos Estados. El Gobierno de Andrés Manuel López Obrador reaccionó desplegando más de 8 mil efectivos en los principales destinos turísticos mexicanos.
No obstante, de acuerdo con las cifras disponibles, la situación no parece estar afectando al turismo en el país, asegura Marco Antonio Mireles de la Secretaría de Turismo de México. El experto destaca que, “en el periodo enero-marzo de 2024, arribaron 6 millones 646 mil turistas internacionales vía aérea, 7,4 por ciento más que en el primer trimestre del año pasado, y 23 por ciento más que en el mismo lapso de 2019”.
Tere Torres, quien también ha realizado proyectos en torno a la seguridad en Cancún, asegura que los crímenes en los que se ven involucrados turistas son casos aislados. “El objetivo de la delincuencia de alto impacto somos los locales, no los turistas y los extranjeros, que son clientes”.
Respuestas desiguales de las autoridades
Otro desincentivo para atacar a extranjeros podría ser la rápida respuesta de las autoridades en estos casos, sugiere Tyler Mattiace, investigador para México de la organización Human Rights Watch. Según datos de la organización México Evalúa, en 2022, el 96,3 por ciento de los delitos conocidos por el Ministerio Público quedaron impunes.
“Es muy excepcional que, en el caso de los surfistas, hayamos visto tanta acción por parte de la fiscalía y que ya hayan sido detenidas tres personas”, dice Mattiace.
Mientras, según el registro de la Secretaría de Gobernación, en Baja California hay aún más de 2.700 personas desaparecidas. Precisamente en el mismo pozo en el que se hallaron los cuerpos de los tres jóvenes surfistas, yacía desde hace más tiempo otro cadáver de un desconocido.
Por Isabella Escobedo-DW