En el segundo día del juicio, una joven dijo haber sufrido violencia y persecución de parte de Pablo Parra. Además, un compañero de trabajo afirmó que le compró dólares al acusado unos días después del crimen, lo cual pone en duda la versión del robo.
La segunda jornada del juicio por el femicidio de Agustina Fernández en Cipolletti -Río Negro- estuvo marcada por declaraciones de testigos que complicaron al único acusado: Pablo Parra.
Por la mañana, un conocido del imputado hizo tambalear la coartada del robo, que fue elaborada por Parra para “desviar la investigación”, según coinciden el fiscal Martín Pezzetta y la querella.
El testigo, cuyo nombre es José Lorenzato, se presentó como un excompañero de Parra en la empresa petrolera para la que ambos trabajaban al momento del crimen. En su intervención inicial mencionó que le había comprado dólares al acusado “en una o dos oportunidades”.
“Dijo que le habían robado los dólares y, días después, estaba ofreciendo dólares”
Acto seguido, los representantes de la acusación difundieron una escucha telefónica entre ambos con data del 18 de julio, es decir, 16 días después del ataque. Durante la conversación, Parra ofrece venderle 400 dólares porque debía “comprar algo”. Lorenzato, finalmente, accede.
La versión de Parra señala que Agustina fue asesinada por un ladrón. El acusado contó que él invitó a cenar a la joven a su departamento, que luego salió en soledad a hacer unas compras, la dejó sola y, al regresar, la encontró gravemente herida en el suelo. Denunció también que le robaron 1000 dólares de un bolso y dos celulares, tanto el de la víctima como el suyo, que -según su versión- había dejado en la vivienda para cargarle la batería.
“Él dijo que le habían robado los dólares y, días después, estaba ofreciendo dólares”, planteó a TN una fuente del Ministerio Público Fiscal (MPF), y agregó: “Todavía no surgió si a Parra le robaron todos los dólares o una parte, y por eso él los estaba ofreciendo”.
El fiscal intentará demostrar que Parra mintió. Lo que sí queda claro es que, días después del crimen y hasta su detención -casi seis meses más tarde-, el acusado intentó continuar normalmente con su vida.
Antes de esta declaración, Gabriel Tonon, un funcionario del MPF especializado en reconstrucción virtual exhibió imágenes del cadáver y detalló minuciosamente las heridas sufridas por la joven. En ese momento, Parra lloró. Silvana Cappello y Mariano Fernández, padres de la víctima, abandonaron la sala durante unos minutos y luego regresaron.
La declaración de una exnovia del acusado
Por la tarde se presentó una exnovia de Parra. Pidió que el acusado saliera de la sala para brindar su testimonio. No hubo objeciones, Parra accedió y la mujer respondió las preguntas de la querella y las partes.
La testigo dijo haber vivido episodios de violencia y acoso por parte de Parra. Contó que fueron pareja y que la relación tuvo varios vaivenes hasta la separación definitiva, que ocurrió tiempo antes del crimen.
La joven detalló que el acusado espiaba su correo electrónico y simulaba ser una persona con la cual ella solía escribirse. Detalló también que Parra la seguía en la calle y que en una ocasión le “tiró la moto encima”. Narró también que una vez intentaron forzar la cerradura de la oficina donde ella trabajaba: si bien no pudo asegurarlo, mencionó la posibilidad de que Parra estuviera detrás del hecho.
Minutos antes, otro testigo que vive en Santa Rosa, La Pampa -la víctima también era de allí-, y era amigo de Agustina, elaboró un relato en concordancia con lo relatado este lunes por amigas de la joven, y que alientan la hipótesis compartida por el fiscal y la defensa: según ellos, la joven quería terminar la fugaz relación que había tenido con Parra, y que el hoy acusado se obsesionó con ella hasta matarla.
En marzo de 2022, Agustina se había mudado a Cipolletti para estudiar medicina en la Universidad del Comahue, y ocupaba una de las unidades del primer piso del complejo situado en la calle Confluencia al 1300, donde el 2 de julio de 2022 ocurrió el ataque.
Parra está acusado de “homicidio triplemente agravado por femicidio, alevosía y también porque había mantenido con la víctima una relación”. De ser hallado culpable, la única pena posible es la prisión perpetua.
Por Mariano López Blasco-TN