El partido del pragmatismo sigue en pie. Cambios en la oposición dialoguista.
Solo faltó el finado Roberto Galán para que animara la velada (otro admirador de Carlos Menem). El resto del show estuvo a la orden del día. ¿Es un problema que el Presidente cante en público? En absoluto. ¿Pero no es muy disruptivo presentar un libro en el Luna y acompañarlo con música? Sí, y así será Milei durante sus cuatro años de mandato, porque si no… no sería él. ¿No está fuera de contexto un show así teniendo en cuenta la situación socioeconómica? Eso ya depende de la opinión de cada uno, porque tampoco la mayoría lo juzgará como a un político más del sistema, con lo ventajoso y desventajoso que eso tenga.
¿El acto es una operación de distracción en una semana con indicadores económicos negativos? Relativamente: 1) el acto no se armó de la noche a la mañana, con lo cual era difícil de predecir si se iba a escapar el dólar blue, etc.; y 2) a lo sumo es un efecto de 24 horas entre la previa y el post. La mayoría no es tonta, cante o no cante el Presidente. ¿Este evento no le impacta negativamente en la opinión pública? No por ahora. Pero como ya lo hemos marcado en más de una oportunidad, cuando la expectativa se desgasta, “entran todas las balas juntas”. ¿Cuándo? Quizá nunca si le va bien. ¿Y si le va mal, o más o menos? Porque están pasando cosas…
Como “se nos fue un poco la mano con el ajuste”, ahora podemos hacer “la gran Massa”, pateando aumentos de tarifas para adelante para que no impacte en los índices de inflación de mayo y junio (al final, tantas opciones de política económica en la Argentina parece que no hay). A eso le agregamos “la tablita” de Toto + tasas bajas + cepo alto + “manos amigas” interviniendo en el mercado de Leliq para aplacar el dólar blue = La Vamos Llevando, carajo!
¿Cuándo toca piso la economía y empieza a rebotar? Los economistas buscan con lupa los datos. Como ya mencionamos en esta columna, algunas cosas se empiezan a mover, muy de a poco, lo cual significa que la calle lo verá mucho más adelante. Esta semana la mirada estaba puesta en el registro de la balanza comercial que, al ser favorable por la recesión, le da al Gobierno un margen de dólares para seguir comprando divisas y fortalecer al Central. Hasta ahí, dentro de lo esperable, la mano vino bien. Pero un renglón donde había que fijarse era si crecía la importación de bienes intermedios, señal de que se espera una reactivación. Pues no, sigue en caída mes a mes. La devaluación de diciembre y el crawling peg post han permitido un incremento de las exportaciones del sector agropecuario, pero las manufacturas de origen industrial caen. Los números de actividad económica de abril seguirían negativos. El lado positivo es que se confirma que este mes terminará con una inflación alrededor del 5%. Con esa tendencia, el oficialismo compra tiempo, muy valioso en el medio de una crisis.
Quedarse sin Pacto de Mayo en mayo no es un problema. El Gobierno, astutamente, le empezó a bajar el precio con el pasar de los días cuando tomó nota de que el trámite parlamentario iba para largo. Una muestra más del pragmatismo que venimos comentando sistemáticamente. Con ley, está todo ok. Sin ley… A no desesperar: que salga el famoso y discutido RIGI es clave para profundizar Vaca Muerta, de modo que hay mucho lobista dando vueltas en las inmediaciones del Senado para que los legisladores de algunas provincias tomen conciencia de lo que está en juego.
Un punto adicional sobre el trámite legislativo: terminada esta etapa de la ley Bases, el oficialismo debería empezar a despedirse de “la semana de la dulzura” que han sido estos casi seis meses por parte de los dialoguistas. ¿No seguirán colaborando? Sí, pero en otros términos. Porque si le va bien a Milei, cobra solo (y los mirará por encima del hombro como descartables). Y si le va mal, quedar asociado no será negocio. Les cuesta generar códigos de entendimiento permanente con los libertarios (quienes de a ratos están más desorientados que los opositores). Posdata: hay que empezar a ver qué pasa cuando UP sienta los suyos –que son la primera minoría– y otros dialoguistas acuerdan con ellos en temas específicos, como financiamiento universitario.
“Jamoncito” esta semana tuvo dos shows. Uno fue el del Luna Park, pero otro fue el del enfrentamiento con Pedro Sánchez, personaje al que no le faltan agallas precisamente. Pactó con los independentistas catalanes, sacó adelante la amnistía, su partido fue el más votado en Cataluña, hizo la pantomima de los cinco días de reflexión cuando todo el mundo daba por supuesto que se iba a quedar en el cargo. No por nada el escritor Pérez Reverte lo calificó de “aventurero” y “pistolero”. Me atrevería a decir que va a jugar fuerte para cobrarse los ataques de Milei, con todas las herramientas que tenga a su alcance (¿el FMI?, ¿el Parlamento Europeo?). Todo lo demás sobre esta crisis ya ha sido dicho.
Dice la verdad el Presidente cuando habla de que la única billetera abierta es para los que más sufren el ajuste. No necesariamente porque el dinero rebalse por la Avenida 9 de Julio, y no porque no se esté cortando cuanto dedo encuentre en el control sobre las múltiples partidas de la política social. Lo cierto es que, de todos los rubros presupuestarios, el único en donde se verifica un incremento real –por encima de la inflación– es en la Asignación Universal por Hijo. Recuérdese que se trata de un programa universal, que los beneficiarios reciben sin ningún tipo de intermediación y al que solo requiere de cargarle dinero a cada cuenta. El partido del pragmatismo sigue sumando puntos.
Último comentario para la nueva presidencia de Macri en el PRO. Como si fuese un partido en proceso de extinción, la asunción solo mereció un zoom por parte del líder y un eslogan escueto: “Volvimos” (¿mejores?). La obsesión presupuestaria de Milei y Toto lo han obligado al primo Jorge a quitarle el tope de aumento al ABL en CABA. Es de suponer que el calabrés también se sabe la letra del tema de La Renga: “Soy el rey y te destrozaré / todos los cómplices son de mi apetito”.
Por Carlos Fara