Ganando algo de perspectiva para sobrevolar la coyuntura
1 – Resulta sumamente difícil interpretar el distópico presente de la Argentina si no se lo vincula con elrediseño del país perpetrado por la última dictadura oligárquico militar genocida, un momento estructurante de nuestra sociedad, que consolidó la impagable y odiosa deuda externa, multiplicó la fragmentación social, y dejó raíces que a más de cuatro décadas de vigencia del orden constitucional evidencian a diario su robustez.
2 – Promediando su primer año de gestión, no está de más insistir en que el que se instaura con el acceso a la Presidencia de la Nación de Javier Gerardo Milei pretende constituirse en un nuevo orden y no apenas en un nuevo gobierno. Este presupuesto lo instala, como alfil de la OTAN, a la cabeza de un experimento del capitalismo post neoliberal en su versión más radical, destinado a eliminar toda mediación entre capital y trabajo, propósito que coloca tanto al régimen democrático como al Estado en calidad de obstáculos a sortear.
3 – Dado lo inédito de la situación, tienen su lógica tanto el desconcierto de la militancia ante la novedad como el agobio que produce todo interregno (Gramsci) – o período liminar (García Linera) – entre lo viejo y lo nuevo, contexto caracterizado por victorias y derrotas breves, en que el campo popular se encuentra en estado de disponibilidad hegemónica, y en el que se verifica, además de una inédita crisis de representación de las mayorías, una gran crisis de imaginación política.
A este respecto, basta con repasar que, en el Siglo XIX, de nuestra latitud partió el proceso emancipador de medio continente, sorprendiendo al invasor por el camino más difícil e imprevisto, con el cruce de Los Andes a lomo de mula; aquí se gestó durante el Siglo XX un aparato capaz de interferir la televisión de facto, consistente en una subestación televisiva alimentada por una batería de auto; de aquí partió el símbolo ético global que convirtió en pañuelo blanco a un pañal… y un largo etcétera.
Porque esta es la tierra del Profesor Favalli, aquel mecánico popular que suministró a El Eternauta los principales insumos para vencer a Los Ellos. En consecuencia, dado que el capital más rentable de los nostramericanos es la imaginación, se impone volver a invertirlo.
4 – El proceso de individuación que padece la generación que se bachilleró on line confinada durante la pandemia – esa franja etaria tan interpelada por quienes no votaron por La Libertad Avanza – se ha visto potenciado por la falta de utopías globales y el imperio de unas redes sociales que contribuyen a divorciar a la coyuntura de la historia. Analizado con el diario del lunes, era previsible que esos jóvenes abandonaran la cuarentena más identificados con el valor de la Libertad que con el de la Justicia Social (que, por otra parte, ha demostrado con creces no ser una condición estructural de las democracias liberales) En todo caso, las nuevas derechas han interpretado el agotamiento del Siglo XX mucho mejor que las izquierdas. El presentismo absoluto es un presupuesto que han logrado instalar empeñosamente: la devoción por el gimnasio, el yogurcito, el narcisismo autorreferencial de brillar en la soledad de Tik Tok, el afán por convertirse en influencer o lucrar con el propio cuerpo en only fans. Al fin y al cabo, el culto a la materialidad total, despreciando todo lo trascendente.
Las nuevas derechas no creen que alguna vez un palestino caminó sobre las aguas, ni aun presumiendo de occidental y cristianas. Y, sin embargo – para su amarga sorpresa -, más temprano que tarde Palestina volverá a caminar sobre las aguas: (https://www.france24.com/es/medio-oriente/20240522-oslo-dubl%C3%ADn-y-madrid-reconocer%C3%A1n-el-estado-palestino-israel-retira-a-sus-embajadores?utm_slink=f24.my%2FALjk)
5 – Lo cierto es que aquí y ahora, al calor del Plan de Lucha de la CGT, y con singular autonomía del modelo sindical hegemónico, se está produciendo un reagrupamiento gradual del campo popular: La pueblada que en estas horas protagoniza el pueblo de Misiones es un claro espejo que adelanta acontecimientos similares, que habrán de multiplicarse hasta que reaparezca un horizonte predictivo.
En cada ofensiva táctica de nuestro pueblo se cocina el nuevo sujeto social y político de la transformación. Allí confluyen la masa crítica vigente de la clase obrera que protagonizó los grandes cambios del Siglo XX con el dinámico contingente del trabajo informal organizado, las representantes de la llamada Revolución de las Hijas y los pueblos originarios que, como células dormidas desde hace más de cinco siglos, cada tanto se ponen de manifiesto con toda su potencia interpeladora, como cuando irrumpió el Tercer Malón de la Paz en la capital – puerto donde atiende un Dios que no es el suyo.
Sin embargo, la avanzada de los pueblos tiene sus vaivenes. En los momentos de reflujo, por ejemplo, los guachines del conurbano vuelven a la noche y al silencio, a menudo como soldaditos narcos, para garantizarse un par de altas llantas con una expectativa de vida nunca mayor a los 30 años; pero en los momentos de flujo son capaces de perder un ojo arriesgando el pellejo a pedrada limpia contra el parlamento de los garcas: son los primeros en llegar y los últimos en abandonar la revuelta, a veces fatalmente heridos, si la suerte acompaña, apenas esposados, y si ella se impone, regresando a ranchar con la barra compartiendo una birra en la esquina del barrio. Ese magma encierra lo nuevo, se tarde lo que se tarde en cuajar. Porque lo plebeyo nunca es pulcro ni hace caso a los manuales.
Entonces, dado que el modelo global que aquí encarna Milei, está destinado al más estrepitoso fracaso (por lo pronto, la Ley de Bases presenta serias dificultades para lograr apoyo parlamentario, y el Pacto de Mayo – al menos como fue concebido – se diluyó por completo) y toda alternativa capaz de dar vuelta la historia se toma su tiempo de fragua, lo que venga después de esto difícilmente sea lo que urge construitr en estado puro, y que será necesario seguir gestando.
Porque parir lo nuevo se torna inexorable, ya que si algo abunda es escarmiento.-
Por Jorge Falcone-La Gomera de David