Manuela Ponz es una joven que fue abusada en 2015 y espero ocho años hasta que hallaron al acusado, Tito Franklin Escobar Ayllon, que estaba prófugo en Bolivia. Con terapia, ayuda familiar, de su pareja y de amigos queridos salió adelante. Su vida hoy en Caleta Olivia, Santa Cruz. Mientras espera el juicio oral, cuenta la propuesta que recibió para llevar el libro que escribió con su historia, “La mala víctima”, al cine
“No soy quién para decir cuántos años de su vida tiene que pasar en la cárcel, pero necesito que enfrente un tribunal, que asuma lo que me hizo, simplemente eso”, explica Manuela Ponz, la joven que a las cinco y media de la mañana del 18 de abril de 2015, cuando tenía 20 años, salió del bar Mamita, ubicado en Álvarez Thomas y Olleros, barrio de Colegiales, subió a un taxi, le indicó la dirección de su casa al chofer y se quedó dormida. Ella describe a Infobae que cuando despertó el taxista la estaba violando. Entonces, en medio del horror intentó asustarlo. Como recurso defensivo le gritó que tenía sida: “Solo sirvió para que de la guantera sacara un preservativo, se lo pusiera y continuara”, recuerda acerca de lo que padeció aquella madrugada.
No fue todo, él la bajó a empujones. Ella, herida y aterrorizada, pudo vaticinarle: “te van a agarrar…”.
Y ese presagio sucedió el 26 de julio de 2023 cuando Tito Franklin Escobar Ayllon fue detenido en Bolivia, en la Ciudad Satélite, zona de El Alto, gracias a un trabajo en conjunto entre el Centro Especial de Investigación Policial de Bolivia y el Departamento Inteligencia Contra el Crimen Organizado de PFA. De inmediato fue trasladado a la Argentina acusado por “abuso sexual agravado”. Se había fugado a ese país porque allí tenía familiares. Hoy espera la realización de un juicio oral en la cárcel de máxima seguridad de Ezeiza.
Tito Franklin Escobar Ayllon luego de ser detenido. Hoy está preso en Ezeiza a la espera del jucio oral
Manuela se sensibiliza en el momento que cuenta lo que sintió cuando se enteró de que lo habían encontrado: “Primero me dio mucho alivio, y a partir de allí comenzó a bajarme gran cantidad de información a la cabeza. Me dí cuenta en ese instante, antes no lo advertí, que durante esos ocho años y meses que desapareció de la faz de la tierra no pude estar sola en mi casa. Una a veces cree que tiene las cosas resueltas o superadas, pero no es así para nada. A mí me costaba quedarme sola con mis hijos y cuando lo detuvieron supe que esa dependencia emocional tenía que ver con que estaba libre. Cuando supe que lo metieron preso hice una vinculación automática: Él apareció, voy a poder estar tranquila en mi hogar. Seguro en mi inconsciente rondaba el ‘yo no sé dónde se encuentra, pero él sí puede buscarme y dar conmigo’”.
Desde aquella dolorosa experiencia hasta hoy muchas cosas pasaron en su vida. Trabajaba en la Biblioteca del Congreso donde había ingresado a los 18 años y era una ferviente militante feminista identificada con el justicialismo. Estudiaba Derecho y estaba de novia con Juan Ignacio Acuña Kunz, militante de Franja Morada. Las charlas de política siempre fueron esenciales y respetuosas en sus vidas, hasta la actualidad.
Manuela Ponz escribió “La mala víctima”, una forma de exorcizar sus miedos y contar el horror que vivió. Recibió propuestas para llevarlo al cine
Hasta allí era una joven que nunca había vivido un episodio de violencia ni siquiera de palabra. Entonces tomó fuerza como pudo y con la ayuda de su pareja y de Adriana, su madre, hizo todo para salir adelante: “Por eso insisto con que hay que cambiar las leyes para mejorar porque son crueles con las víctimas. Impera una cultura machista que coloca al hombre por sobre todo. Por supuesto que la terapia que hice y continúo fue fundamental. Por suerte recibo mucha contención de mi familia, de mi pareja, de amigas… Tuve y tengo una red de amigos y amigas increíbles y eso fue clave. Es muy importante poder sostener esa fuerza que me brindan. Porque puede pasar que hay días que no se puede y otros que sí. La paciencia es muy importante. Mirá, si hay una palabra que aprendí a incorporar es misericordia. Una se tiene que pensar a través de ella, ser piadosas con nosotras mismas”.
Su historia de resiliencia y coraje dice que hace cinco años está casada con Juan Ignacio y el 10 de abril de 2021 fue mamá de Alfonso, que trajo más paz a sus vidas. No es todo, Manuela se recibió de abogada al año siguiente y tiene su propio estudio, Consuleg. Y como su marido es patagónico, se mudaron de la ciudad de Buenos Aires a Caleta Olivia, donde él es secretario del municipio y ella además de sus labores profesionales es asesora en el Senado de la Nación: “Mi vida y la de mi familia cambió para bien pese a que mi primer embarazo transitó en plena pandemia con todo lo que eso significó. En 2022 además de lograr mi título pude presentar mi libro, La mala víctima. Mientras esperaba justicia decidí buscar la mía propia y la encontré escribiendo y contando mi historia. Para mí significó el cierre de un ciclo doloroso pero de mucho aprendizaje”, confiesa orgullosa, ya que luego de estar disponible en formato digital fue presentado en la Biblioteca del Congreso. Y agrega: “De algún modo puede poner en palabras lo que sentía, las broncas, las injusticias que no son solo del poder judicial, sino de todo lo que sucede a su alrededor. Cuando te toca vivir una situación así, casi siempre de repente te sentís vos en el banquillo de los acusados y no el violador. Me ayudó a sacarme de encima algunas cosas. Muchas me las guardo para mí y otras pude decirlas”.
Manuela se mudó con su familia a Caleta Olivia, Santa Cruz. Aquí con su esposo, Juan Ignacio Acuña Kunz, y sus hijos Alfonso y Amelia
El 10 de noviembre de 2023 Manuela volvió a ser mamá, esta vez de Amelia, una bella caletense que los tiene a todos fascinados. Y además sigue creciendo en lo profesional: “A mitad de año me recibo de la especialización que estoy haciendo sobre Derecho Penal. Y continúo con la maestría, siempre tratando de seguir en contacto con Buenos Aires, donde también ejerzo. Acá con mi esposo tuvimos otras posibilidades y calidad de vida también para nuestros hijos. Mi madre viene todo el tiempo, así que siempre estamos muy conectados con la Capital Federal. Aprendimos y nos adaptamos a seguir juntas pese a la distancia”.
Como víctima y además, abogada penalista, sigue muy de cerca la evolución de su causa: “Presentamos un escrito pidiendo fecha de debate. Ya está sorteado el tribunal y los jueces que van a entender son tres varones, así que la verdad que tengo plena confianza porque hay muchísima prueba. Después de tanto padecer todo se va ordenando. Hay gente que trabajó muy bien con mucha humanidad y responsabilidad, como Mercedes La Gioiosa, ex subsecretaria de política criminal. La demostración fue que lo encontraron. Ella se encargó personalmente del caso, puso los recursos a disposición, y lo más importante, volvimos a la pista principal de siempre que fue la comunicación que el sujeto hizo con la madre, que fue lo que nos llevó hasta él. Una pista que yo me cansé hasta el hartazgo de decir que no había que abandonar y sin embargo, nunca me escucharon cuando era ministra de Seguridad Patricia Bullrich.
Manuela durante las marchas por el aborto legal, seguro y gratuito, que apoyó con militancia (Facebook)
Manuela confiesa que hasta que lo detuvieron sus sensaciones la abrumaban: “Todos esos años sentí que no había justicia. Ahora que está preso confío plenamente en el criterio de justicia, en que todavía hay gente que respeta la independencia de poderes. Así que bueno, me siento más tranquila. Como te dije, con el libro también pude sacarme un gran peso de encima. Me convocaron porque basado en él, quieren hacer una película. Me llamó Sol Levinton, autora de televisión, que trabaja para varias productoras, estamos charlando, me gusta la idea para dejar un buen mensaje a las mujeres, porque ese año, el 2015, fue muy especial porque mi historia se dio al calor del abrazo del “Ni una menos”. Estábamos todas luchando por lo mismo. Logramos la Ley del aborto, dimos pasos enormes y vamos a seguir luchando esté quien esté y aunque a muchos no les guste. El lugar está ganado, solo hay que seguir avanzando”, propone.
Mientras conversa, Alfonso tiene hambre y su mamá le ofrece una banana. Cerquita Amelia duerme profundamente. Hay clima de hogar. Juan Ignacio, su compañero, está por llegar de trabajar y los tres lo esperan para recibirlo: “Nos divertimos mucho con Juani, como te conté, él es radical y yo peronista, en eso no siempre estamos de acuerdo, pero en el proyecto de familia sí, amando a nuestros hijos y siendo lo más felices posible. Nos cuidamos mucho el uno al otro. Él fue fundamental para ayudarme a transitar el dolor y alcanzar la claridad…”.
Por Ángel Chollet-Infobae